Han pasado 26 años de lucha. Se intentó todo: diálogo, negociación, procesos electorales una y otra vez. Pero cada intento fue frustrado, burlado, manipulado y conculcado por el régimen. Nunca hubo verdadera voluntad de resolver los problemas del país; al contrario, se utilizó el diálogo como un simple instrumento de dilación, una estrategia para ganar tiempo y aferrarse al poder de manera ilegítima.
Hoy, después de tantos años de engaños, el pueblo venezolano logró una victoria histórica. El 28 de julio de 2024, con más del 75% de los votos, se conquistó en las urnas un triunfo contundente, gracias al esfuerzo, la organización y la valentía del equipo liderado por María Corina Machado, junto al liderazgo sereno y firme de Edmundo González Urrutia. Ese día se selló el destino del régimen.
El régimen se derrumba solo.
Ya no es posible seguir intentando lo que tantas veces se intentó. El régimen se desmorona por sí solo, bajo el peso de sus errores, delitos e infamias. La presión internacional es clara: Estados Unidos, la Unión Europea e incluso quienes antes fueron sus aliados entienden que sostener a Maduro y a su cúpula criminal es hoy un desprestigio mundial, una vergüenza incluso para el mal llamado “socialismo del siglo XXI”.
Lo que queda en pie es apenas la fachada de un poder podrido, sostenido por las armas contra el hambre y la necesidad del pueblo. Pero esa fachada no resiste más.
Un llamado a los trabajadores:
A mis compañeros trabajadores les digo con toda claridad: no se dejen manipular más. Durante años este régimen utilizó el hambre, la necesidad y la ignorancia como cadenas de sometimiento. Se burlaron del sacrificio de la clase obrera, reduciéndola a salarios de miseria y condenándola al exilio o a la humillación. Hoy, el poder está en las manos de un pueblo que ya habló y que exige respeto a su voluntad.
El tiempo se acabó
Hoy no cabe hablar de diálogo. El diálogo exige dos partes con verdadera intención de resolver un conflicto, y aquí nunca existió esa intención. Este régimen solo utilizó el diálogo como excusa para ganar tiempo y permanecer ilegítimamente en el poder.
Por eso el título es claro: Exilio, Cárcel o Muerte. No hay más caminos. El tiempo se acabó. Estamos contra el reloj. Venezuela no espera más.
Libertad y esperanza
El futuro pertenece a los trabajadores, a las familias, a los jóvenes que decidieron quedarse y a los millones que sueñan con regresar. Con fe, con esperanza y con determinación, afirmo:
¡Venezuela será libre!
¡Dios bendiga a los trabajadores!
¡Dios bendiga a Venezuela!