(21 de agosto del 2021. El Venezolano).- Sarah Soriano es coach de familia, promotora de desarrollo infantil temprano y madre de dos niñas en edad preescolar. Al igual que millones de hogares, su familia aguarda expectante que las autoridades anuncien el reinicio de clases presenciales durante las próximas semanas.
«Ha sido bastante difícil y ha afectado muchísimo la rutina y la cotidianidad de la familia el hecho de estar todos en la casa durante mucho tiempo y ejerciendo los roles que son propios de afuera, en un mismo lugar, con los mismos equipos electrónicos, con un internet inestable», relató a VOA.
Aunque su familia ha logrado superar muchos de los objetivos básicos que se han planteado respecto a la formación académica desde el hogar, Soriano coincide con otros expertos en que es «sano» comenzar a retomar «cierta regularidad» en la manera de llevar a cabo las actividades.
«Algunos ya estamos vacunados, otros todavía no, pero eso ya nos da cierta seguridad ante la enfermedad», estima.
Jennifer también es madre de una niña que cursa educación inicial y su opinión es muy similar. Considera viable volver de manera semipresencial a las aulas tomando las «medidas necesarias».
«Es un riesgo que debemos asumir porque es importante que los niños vuelvan a su rutina escolar, vuelvan a estar con sus compañeros, con sus maestras que tienen todas las herramientas necesarias y son las indicadas para guiar a los niños en la educación», afirma.
Salud mental
El impacto del cierre de las escuelas ha sido «devastador»; la pandemia de covid-19 ha dejado «secuelas muy profundas» en la salud mental de niños y adolescentes afirma a VOA el psicólogo-psicoanalista Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap, una organización dedicada a defender los derechos de los niños, niñas y adolescentes en Venezuela.
Algunas de las consecuencias están asociadas a la capacidad de socialización, especialmente en niños pequeños, pues parte de la experiencia, sobre todo en etapas preescolares, está relacionada con «aprender a resolver conflictos».
«Existen razones suficientes desde lo académico y emocional para sostener lo indispensable que es la vuelta a clases, considerando no nada más el componente pedagógico formal sino un fuerte aspecto emocional. Adicionalmente para dos terceras partes de los niños y adolescentes en Venezuela la conexión a internet es prácticamente nula o inexistente, aunado a los problemas de servicios básicos que dificultan enormemente la consecución de una escolaridad a distancia», argumenta.
Saraiba expone que es difícil pensar que en un país donde ya se permite asistir a salas de cine o restaurantes, no se permita volver a las aulas y sostiene que una de las prioridades que debería estar en la agenda pública es cómo hacer posible el regreso a clases.
«Hay que garantizar condiciones de seguridad y de bioseguridad necesarias para este propósito, lo cual implica adoptar medidas en materia de agua y saneamiento. En un país como el nuestro, donde la educación ha sido tan maltratada, debemos generar cambios drásticos en la forma en la que nos aproximamos a esta realidad y entender que no hay alternativa para el desarrollo del país que no pase por potenciar un acceso a una educación de calidad», manifiesta el especialista.
Saraiba detalla que cerca de 40% de los casos que reciben en el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap están relacionados con cuadros de ansiedad y depresión que involucran también la presencia de ideación y riesgo suicida.
«Muchos niños están en entornos donde existen situaciones de violencia física, emocional, familiar, sexual, que son detectados en espacios escolares y permite que se puedan tomar algunas medidas de protección, al estar los niños a distancia los maestros no pueden percibir estos cambios que son los primeros indicadores de alerta», puntualiza.
A medida que pasa el tiempo y las condiciones de vulnerabilidad social asociadas a la violencia, la pobreza y la exclusión son mas profundas, los daños pueden ser más severos y en algunos casos «irremediables», agrega el psicólogo.
Erosión en la relación familiar
Como especialista, Soriano explica que el principal efecto de la suspensión de clases desde la perspectiva de la familia es el «solapamiento de roles» que representa un reto muy importante para los padres que asumen la carga escolar y que a la vez deben encontrar balance sobre cómo ejercer la autoridad.
«No es solo la presión laboral, el cambio de estructura, sino la responsabilidad de la educación y las consecuencias económicas. Hubo quien pudo contratar personas que apoyaran, quienes no pudieron y los niños quedaron sin orientación, todo esto genera estrés que, a su vez, erosiona la relación familiar», dice la coach de familia.
Añade que los padres necesitan «serenidad» para lograr brindar un trato respetuoso a sus hijos, pues de lo contrario son víctimas de su «propia carga emocional y puede haber explosiones emocionales constantes».
Condiciones
Aunque su mayor deseo es regresar a las aulas de clases, muchos estudiantes y docentes venezolanos coinciden en que en Venezuela las condiciones no están dadas para retomar las actividades académicas de modo presencial el mes próximo.
Ocho de cada diez escuelas públicas no cuentan con servicios básicos como agua y luz, ratifica Griselda Sánchez, integrante del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema DC) y presidenta de Formación para la Dirigencia Sindical (Fordisi), quien suma el problema de las precarias condiciones que enfrentan los maestros.
«Los docentes hoy no tenemos salarios, estamos imposibilitados para continuar. Un educador con seis o siete dólares no puede sobrevivir, no puede ni pagar el transporte para ir a la escuela. 60% de la población educativa está reinventada, ese docente que se acostumbró a ganarse la vida de otra manera va a renunciar, no va a dejarse de ganar $150 para ganarse $7», insiste al recordar que para que un profesor pueda vivir con dignidad debe ganar por lo menos $600 dólares mensuales.
Además, sostiene que es necesaria una revisión del sistema de educativo del país porque «hoy nadie está aprendiendo» y alerta sobre las «graves consecuencias».
«Le preguntas a un joven qué aprendió y en una escala del 1 al 10 te dicen 3. Sobre todo, los adolescentes que están más conscientes. Ellos mismos lo dicen, voy para tercer año y no sé nada. Son dos años en esto, desde antes de la pandemia el sistema educativo ya estaba en decadencia, había que pasar al estudiante supiera o no y esto es parte del control social que se quiere instaurar en Venezuela», deplora.
Jesús Mendoza, es dirigente y estudiante de odontología de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Al igual que sus compañeros desde hace un año y siete meses se encuentra «paralizado».
«Esto lo que hace es entorpecer, atrasarlo a uno y lleva a que muchos estudiantes se retiren de la carrera porque no hay un avance como tal, no hay un campo laboral tentador, entonces al tener esta situación lo que hace es aumentar la deserción y la desesperanza», lamenta.
A juicio del dirigente estudiantil, si el Estado no actúa y no implementa, entre otras cosas, planes de vacunación para estudiantes y profesores, será necesario buscar otras alternativas.
«Hay que buscar la manera a través de empresas privadas o de cooperación internacional, ver las vías o las maneras de cómo reiniciar porque no podemos durar más tiempo con la principal universidad de Venezuela con ya casi para dos años cerrada», comentó a VOA.
Nicolás Maduro aseguró que cerca de 70% de la población debería estar inmunizada entre agosto y septiembre y dijo esperar que los estudiantes venezolanos puedan regresar a clases presenciales en octubre.
Sin embargo, hasta el 25 de julio, según Maduro, 3.612.473 personas habían sido vacunadas, una cifra que representa 12% de la población. De acuerdo a Transparencia Venezuela, públicamente al país ha llegado un total de 3.230.000 dosis de vacunas entre Sinopharm y Sputnik V «las cuales alcanzan para completar el esquema de vacunación de 1.615.000 personas» y se desconoce si han arribado otros cargamentos.