(04 de noviembre de 2021. El Venezolano).- “Pocos problemas supondrán mayor desafío que la creciente disfuncionalidad sistémica de tantas instituciones, en relación mutua pero desincronizadas.” Alvin Toffler.
A ningún jóven universitario del mundo se le olvidará el primer día de asistencia a su universidad, su primera visita al templo del saber. Todo se le hace majestuoso y en oportunidades, increíble, cualquiera sea su condición social, pero a quienes han tenido carencias materiales y de apoyo familiar, presumo que se hace más inolvidable aún.
El pensamiento entonces, se me traslada al asalto nocturno que Maduro y sus compinches hicieron a la UCV. El corazón debió latirles con más fuerza porque sabían que no era una visita, sino una incursión delincuencial más, distinta a las habituales. La majestuosidad de la Universidad, a pesar de las sombras reinantes y de sus malas costumbres, debió inquietarles hasta convertirse en asombro, era su primer día o noche en la Universidad.
Sucede también con quienes en una Universidad Autónoma llegan a ser autoridad por la voluntad democrática de su comunidad, porque hay quienes han llegado prevalidos no por sus credenciales, sino por actos de ilegalidad o de fuerza, apoyados por un régimen dictatorial y usurpador. Claro, las emociones son distintas, en unos prevalece el sentido de la responsabilidad y en otros la incondicionalidad. Unos cuentan con el respeto que da la autoridad moral de sus ejecutorias y trayectoria y los otros con el miedo que puede producir el ejercicio de la autoridad formal del cargo que se proponen ejercer.
Lamentablemente esa situación todavía se presenta en nuestras universidades autónomas en momentos en que deberían estar preparadas para enfrentar una nueva y verdadera revolución, la revolución de la inteligencia, que exige necesariamente comprender las complejidades de la sociedad del conocimiento si se quieren obtener mejores resultados. Éstos se lograrán reorganizando, transformando e integrando los sectores educativos, científicos y tecnológicos así como la estructura de gobierno en todos sus niveles, y con un cambio de actitud, comportamiento y de responsabilidad social de las empresas y los empresarios, sin mezquindades, con sentido patriótico y visión de largo alcance.
La existencia de factores externos que inciden en la eficiencia de las instituciones de educación superior obligan a ejecutar acciones políticas de corte estructural que ataquen las causas reales de los problemas. Hay que prestarle atención a las advertencias de Toffler. La calidad de la educación toca también aspectos fundamentales relacionados con las raíces de nuestra identidad cultural. Contrarrestar la distorsionada visión social es una tarea importante para el rescate de la juventud y de los niños. La corrupción ha penetrado hasta las entrañas de la sociedad generando una imágen según la cual todos los venezolanos somos corruptos, flojos y apátridas. En el proceso transformador que estamos obligados a emprender, el engranaje de todo el cuerpo teórico y filosófico es importante para el entendimiento del rumbo de los cambios en el difícil entramado del mundo moderno.
Las universidades venezolanas han sido las instituciones más democráticas del país, su transformación, especialmente en sus relaciones con el Estado y el resto de la sociedad, de cara a esta nueva revolución de la inteligencia, se ha convertido en una necesidad de vital importancia. Su vigencia trasciende los períodos gubernamentales y el cortoplacismo, de allí que mantener su autonomía y su independencia frente a las intenciones políticas del Estado, es una condición necesaria para el avance de la ciencia y la formación de los jóvenes. Es urgente, si tomamos en cuenta que hoy las naciones de todo el planeta se esfuerzan por construir, a distintas velocidades, economías avanzadas como prerrequisito para sustentar sociedades avanzadas.
El sistema democrático se ha consolidado en el mundo de hoy básicamente por esa búsqueda constante del hombre por acercarse a un modelo social cuya esencia garantice el respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos y el disfrute equilibrado de la riqueza que genere cada país. El intento de aproximación a este modelo requiere de saltos cuantitativos y cualitativos, evitando asumir el poder como un fin y no como un medio.
Todas las instituciones que tienen vida activa en el país deben entender que la profundización de la democracia se puede lograr en la medida que el poder se acerque al ciudadano y el imperio de la ley soporte la vida en sociedad.