(14 de enero del 2021. El Venezolano).- Si hay un personaje que ha marcado el escenario político de varias generaciones, ese, es Owaldo Álvarez Paz. Nacido en tierras de espíritu independentista. Maracaibo vio nacer y crecer a un hombre que representó los valores del Zulia al pie de la letra.
Pocos políticos pueden decir haber tenido un rol tan protagónico en el desarrollo de una región como lo fue el Zulia, al desenvolverse como el primer gobernador electo de esa tierra.
Álvarez Paz junto a otros políticos desempeñó el rol de la soñada descentralización, en la que Venezuela se estaba sumergiendo en la última década de 1900. Un proceso esperado y que países del primer mundo ya llevaban a cabo y mostraban dar resultado, puesto que la independencia del poder ejercido de la capital permitía a las regiones florecer y en cierta forma, fanfarronear de aquello que los hacía grande. El Zulia, por si solo es grande. Su cultura, su ubicación, su geografía y los minerales que yacen bajo sus calientes tierras, más una serie de buenas gestiones marcaron pauta en la gobernabilidad del estado más occidental de Venezuela.
Este político de 77 años ha sido un eterno detractor de la dictadura, primero iniciada por Chávez y luego heredada y prolongada por Nicolás Maduro. Ya su rostro era de considerable antipatía para los golpistas, quienes lo detuvieron de forma temporal el 4 de febrero de 1992.
Para ese entonces ya Álvarez Paz se daba cuenta de quiénes eran en realidad este grupo de militares, liderados por un personaje de amplio carisma y cuya capacidad para reflejar el sentir de un grupo mayoritario de la sociedad, ampliamente ignorado.
El oriundo de Maracaibo pertenece a una generación de políticos de alto calibre, políticos con liderazgo y con un rostro y talante de esos que las señoras de antes llamaban “presidenciables” y lo fue, porque se apartó de la gobernación para postularse como candidato a la presidencia. Álvarez Paz junto a otros políticos como Andrés Velásquez, Eduardo Fernández, Henrique Salas Römer y Claudio Fermín marcaron esos días.
Hablar de Oswaldo Álvarez Paz es hablar sin duda alguna del bipartidismo, pero especialmente del Partido Socialcristiano Copei. “Copei ha sido instrumento fundamental para el desarrollo democrático de la sociedad venezolana desde su fundación en 1946”, así lo define y es que haber estado en Copei como un político exitoso lo ayudó a formar parte de la historia nacional.
Copei lo forjó y lo impulsó a las alturas de ese escenario político, cargado de rostros carismáticos y de política de escuela, con fundamentos y menos con politiquerías.
Su nexo con Copei es de vieja data. Desde los 15 años, militó en las juventudes del partido. Esa atención por el partido socialcristiano también viene influenciada por la primera vez que vio a Rafael Caldera, esto durante una visita a su colegio, el Gonzaga y ahí sostuvo una reunión que sin duda alguna marcó el futuro de Álvarez Paz.
Con la llegada del chavismo al poder, las políticas dieron un vuelco total. Ese tablero sobre el que se movían las piezas desde hace muchos años cambió, no solo de participantes, sino de colores.
Los rostros tradicionales comenzaron a dar paso a nuevos representantes de esa democracia que en el primer lustro del siglo XXI parecía tambalearse y aquello, no era una suposición, sino una inminente alerta que tras dos décadas es un hecho.
Apoyar a Rosales fue una de sus jugadas por la democracia que Chávez ya se devoraba, y con el tiempo las acusaciones contra el fallecido mandatario sonaban con más y más fuerza. Eso fue quizás una de las acciones que le costó caro a Álvarez Paz, quien vinculó al comandante con el narcotráfico en pleno Aló Ciudadano, un programa de televisión sobre actualidad que gozaba de amplia simpatía y cuya sintonía era innegablemente un éxito.
Tribunales, acusaciones y sentencias fue el nuevo camino que Álvarez Paz tuvo que enfrentar, detenciones, su paso por El Helicoide. Este político puede ser señalado como uno de los primeros presos políticos. Ya para los inicios de los segundos 10 años de gobierno, el chavismo se le caía la careta y empezaban a salir a flote muchas irregularidades.
Hoy por hoy está más que claro que sus acusaciones no estaban alejadas de la realidad. Quizás en esos tiempos, los nexos entre el régimen y la guerrilla colombiana eran por así decir tibias. Hoy, las FARC se mueve cómoda entre nosotros.
Álvarez Paz es el reflejo de una época de políticos de cuello y corbata, de políticos con experiencia no solo de calle, sino de oficina, de gestión. Álvarez Paz es un personaje necesario para las generaciones futuras porque supo jugar el juego de la política en sus años de más brillo.
Pero este nuevo relevo ha adolecido de buenos maestros, porque los han apartado de esa tarima política, si bien la nueva democracia debe estar articulada por rostros frescos, el nexo con el pasado debe seguir ahí. Porque para gobernar hay que estar bien asesorados y son hombres como Álvarez Paz los que enseñan un legado que se debe retomar y hacer valer.
Sin duda alguna, Álvarez paz es historia y demostración de lo que fuimos, pero también de lo que podemos llegar a ser, quizás no hoy, tampoco mañana, pero sí muy pronto.