(09 de febrero del 2024. El Venezolano).- El Gobierno del presidente de Argentina, Javier Milei, quedó sumido en una grave crisis luego de que no consiguiera los votos que necesitaba para que la ‘ley ómnibus’, uno de sus principales proyectos, fuera aprobada en la Cámara de Diputados.
«Delincuentes», «bestias», «traidores» y «casta empobrecedora», fueron algunos de los insultos con los que reaccionó el mandatario contra los diputados ante el fracaso de la ley con la que aspiraba a transformar por completo el país para imponer políticas libertarias en el plano económico, político y social, pero que se topó con el freno del Poder Legislativo.
También reposteó o dio ‘me gusta’ a posteos que acusaban a los gobernadores de rechazar la ley porque afectaba sus negocios de «narcotráfico y trata» de personas; o que, de plano, definían a un grupo de legisladores como «putitas del peronismo«.
A ello se le sumó la difusión de los nombres de los diputados «aliados» que rechazaron varios artículos de la ley.
«Aquí la lista de los leales y los traidores que usaron el discurso del cambio para poder rapiñar una banca… pasen y vean a los enemigos de una mejor Argentina», escribió en sus redes sociales desde Israel, en donde se encuentra realizando una gira que también lo llevará a Italia y al Vaticano.
«La casta festejó…Hoy los argentinos de bien sufren los efectos negativos de sus desmanes y pasión por vivir de lo ajeno…son muy parecidos a las bestias que festejaron el ‘default'», dijoMilei al recordar el anuncio de cese de pagos de la deuda externa anunciado en diciembre de 2001 por el expresidente interino Adolfo Rodríguez Saá.
De esta forma, el presidente siguió con una política de confrontación, que fue uno de los principales obstáculos para que la ley avanzara, ya que a lo largo del debate legislativo acusó a los diputados de «corruptos», «mafiosos» y «extorsionadores».
A las descalificaciones agregó permanentes amenazas de recorte presupuestal a los gobernadores que no apoyaran su ambicioso proyecto.
Impericia
El problema es que los epítetos del mandatario iban lanzados en contra de gobernadores y diputados «dialoguistas», es decir, que estaban dispuestos a votar la ley con una serie de cambios, en particular en materia fiscal. En varias ocasiones, su incontinencia tuitera cargada de insultos y, a veces, obscenidades, afectó las negociaciones.
A pesar de los agravios, y a costa de la humillación pública, los diputados agredidos de manera cotidiana por el presidente votaron a favor de la ley en lo general el viernes, pero el martes, ya en el debate en particular, se opusieron a varios artículos.
En ese momento, la ley que Milei había jurado una y otra vez que no tendría ningún cambio, ya había sufrido modificaciones sustanciales gracias a la presión política en el Congreso y a la social que se reflejó en las audiencias en comisiones y en las manifestaciones en las calles que fueron duramente reprimidas por las fuerzas de Seguridad.
Así, el proyecto fue recortado de 664 a 386 artículos, pero la oposición «dialoguista» todavía impulsaba modificaciones, por ejemplo en la delegación de facultades legislativas que pedía Milei o en la lista de empresas sujetas a privatización.