(30 de julio del 2021. El Venezolano).- La melatonina es una hormona que se encuentra en forma natural en el cuerpo humano. Se ha desarrollado también en forma sintética para ser administrada como medicamento para tratar el insomnio y mejorar el sueño en diferentes condiciones. Se usa para tratar el “jet lag” -que es el desajuste en husos horarios por viajes aéreos-, para el trastorno del sueño por cambios en los turnos de trabajo, y para ayudar a las personas ciegas a establecer un ciclo de día y de noche. Pero ahora, la melatonina se está también investigando para tratar pacientes con COVID-19, y un estudio en España aportó resultados positivos.
En marzo de 2020, se hizo un protocolo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid en el que se recomendaba la prescripción de melatonina a los pacientes hospitalizados por COVID-19 con problemas de sueño o delirio. Los resultados del análisis del estudio fueron publicados en la revista especializada Journal of Clinical Sleep Medicine.
Consistió en un análisis retrospectivo que sugiere una asociación de la melatonina con la supervivencia en una muestra de 2.463 pacientes con COVID-19 hospitalizados durante la primera oleada de la pandemia. El 10,75% recibieron entre 2 y 6 miligramos del fármaco melatonina oral a las 21 horas durante el ingreso al hospital. El 25% de los pacientes recibieron melatonina desde el primer día.Ya se recomienda el uso de la dexametosona en pacientes graves por COVID-19. Hay también diferentes medicamentos en desarrollo (REUTERS/Willy Kurniawan)
La investigación con melatonina es parte de una movida mundial por encontrar fármacos efectivos como respuesta a la pandemia. Hay diferentes medicamentos en desarrollo, y también se han realizado y autorizado algunos fármacos que antes se indicaban para otras enfermedades, como ocurrió el miércoles con el baricitinib, que fue autorizada para uso de emergencia en pacientes hospitalizados por COVID-19 por la autoridad regulatoria de los Estados Unidos sin que necesite combinación.
En octubre del año pasado, otro grupo de investigadores liderados por Vijendra Ramlall, del Departamento de Informática Biomédica en la Universidad de Columbia en Nueva York, Estados Unidos, también había postulado que la melatonina podría ayudar en pacientes severos internados.“Nuestro trabajo y el de Ramlall son los primeros en mostrar datos clínicos del mundo real que apoyan un posible beneficio de la melatonina en el COVID-19″, escribieron los expertos españoles Miguel Ángel Sánchez-González, Ignacio Mahíllo-Fernández, Felipe Villar-álvarez, y Lucía Llanos.
Los investigadores explicaron que para reducir la posibilidad de una asociación sesgada, biológicamente no relevante, de la melatonina con la supervivencia, excluyeron de la muestra a los pacientes que fallecieron durante las primeras 72 horas de ingreso sin tomar melatonina, y a los pacientes que comenzaron a tomar melatonina en los últimos 7 días de su ingreso, habiendo completado el 75% de su estancia.
El resto de la muestra estuvo compuesta por 224 pacientes que recibieron melatonina y 1952 pacientes que no recibieron melatonina. Ambos grupos incluían pacientes ingresados en la unidad de terapia intensiva o en la unidad de cuidados respiratorios intermedios.La melatonina es una droga de bajo costo que se indica en diferentes alteraciones del sueño
Al hacer el análisis de los datos, los investigadores encontraron que el grupo de melatonina mostró una tasa de mortalidad mucho menor (10,7% frente a 23,7%) en comparación con el grupo no emparejado con melatonina. Ambos grupos eran similares en cuanto a la gravedad de la enfermedad al ingreso.
“Un posible mecanismo fisiopatológico para explicar la vulnerabilidad al COVID-19 relacionada con la edad es la pérdida progresiva de melatonina endógena con el envejecimiento”, sostuvieron en el reporte. “
Probablemente la alteración circadiana que sufren los pacientes de la unidad de terapia intensiva y posiblemente otros pacientes hospitalizados también contribuya a la fisiopatología del COVID-19 de los pacientes agudos. El refuerzo del ritmo circadiano de la melatonina y otras medidas como la iluminación y la actividad diurnas adecuadas podrían ser beneficiosas no sólo para el manejo de la COVID- 19 sino también para otras enfermedades”, aconsejaron.
El estudio seguirá adelante. “Este estudio muestra el primer conjunto de datos de un análisis mayor que estamos realizando sobre el efecto de la melatonina en la evolución clínica de los pacientes ingresados a lo largo de toda la pandemia. Somos conscientes de que un análisis retrospectivo nos impide establecer una asociación causal entre la melatonina y la supervivencia. Ya están en marcha estudios prospectivos para evaluar la utilidad de la melatonina como tratamiento complementario de la COVID-19. Sin embargo, sin tiempo que perder y dado su perfil de seguridad y bajo coste, nuestros datos pueden ayudar al clínico a considerar el uso de la melatonina en los pacientes con COVID-19″, argumentaron.El año pasado, un estudio en Estados Unidos había postulado la melatonina para la prevención del COVID-19. Aún no fue adoptado como una evidencia concluyente (REUTERS/Caitlin Ochs/Archivo)
En noviembre del año pasado, también se había propuesto a la melatonina para la prevención del COVID-19, a través de un estudio publicado en PLOS Biology. Ese trabajo realizado en los Estados Unidos señaló que los pacientes que habían usado previamente melatonina tenían casi un 30% menos de probabilidades de dar positivo al hacerse un hisopado. Esto fue después de tener en cuenta variables como la edad, la raza, el historial de tabaquismo y diversas enfermedades.
“Identificamos que el uso de melatonina se asocia significativamente con una probabilidad reducida del 28% de un resultado positivo en una prueba de laboratorio para el SARS-CoV-2 confirmado por la reacción en cadena de la polimerasa con transcripción inversa ensayo”, concluyeron los investigadores el año pasado, quienes determinaron que el uso de melatonina se asoció con una probabilidad reducida de resultado positivo tras el testeo en comparación con el uso de bloqueadores del receptor de angiotensina II o inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina.