(13 de febrero del 2023. El Venezolano).- Es probable que algunos piensen que Maduro no fracasó porque ahora es inmensamente rico y porque ha robado tanto que puede vivir tranquilo el resto de su vida. Dirán que hay decenas de testaferros a los que también hizo ricos al permitirles medrar en la corrupción que se impuso como norma de gobierno. Dirán que hay mucha gente que le debe favores. Dirán que «le sabe el cuento» a otros tantos y que si no le ayudan hará público todo lo que sabe. Pero, ¿acaso eso es triunfar? ¿Robarle todo a un pueblo indefenso y dejarlo en la hambruna solo para hacerse rico, es triunfar? ¿Acabar con la democracia de un país, se puede considerar un éxito? ¿Ser perseguido por la justicia internacional por cometer crímenes de lesa humanidad es algo de lo que se puede estar orgulloso? ¿Qué le pongan un precio a su cabeza las autoridades de otros países por tener vínculos con el narcotráfico y por lavado de dinero es una condición que merezca felicitaciones? ¿Es para alegrarse ser un hombre despreciable del que solo se expresan bien sus cómplices y los asustados colaboradores que temen ser expuestos, encarcelados o humillados públicamente? ¿Ser un títere obediente que otras personas manipulan a su antojo, como su esposa y dos muy perversos hermanos es algo digno de celebrarse? ¿Haberse convertido en rehén de una cúpula militar corrupta es algo que puede producir orgullo y alegría? ¿Ser otro personaje corrupto, asesino y primitivo autócrata es el sueño y la gloria de un gobernante? ¿Haber destruido todo el aparato económico del país con el fin de someter a la población más indefensa al chantaje de las indignantes bolsas de deficientes artículos alimenticios será el emblema de triunfo? Y más trágico ¿Obligar a cerca de 8 millones de compatriotas a abandonar su país para no morir de hambre, no se acerca mucho a las siniestras políticas utilizadas por el nazi-fascismo de Hitler?.
Por Luisa Ortega Díaz.
Yo estoy completamente segura de que eso no es triunfar. Eso no es un éxito. Allá aquellos que piensan que obtener dinero robando a un pueblo es un logro. Allá los que crean que conservar el poder pisoteando constituciones, asesinando ciudadanos y destruyendo la institucionalidad es algo que merezca aplausos. En sus conciencias tienen mucho aún por revisar, pero no pueden andar por ahí impunemente creyendo que la destrucción y la crueldad son modelos de gestión política que debemos aplaudir.
Si algunos quieren rendirse y vivir de rodillas, frente a este personaje indolente, es una lamentable decisión, pero de ninguna forma, la claudicación de algunos por miedo o por complicidad, puede considerarse el triunfo de un traidor que imita sin brillo la labor de un gobernante.
Todos saben que lo que afirmamos es cierto y también lo que convirtió a Maduro en la marioneta de fuerzas oscuras que, al ver su inmensa mediocridad decidieron mantenerlo en Miraflores para que diera la cara mientras ellos, sedientos de poder y riqueza, se dedican a saquear las arcas del país y a construir un Estado forajido que les pudiera asegurar las condiciones necesarias para robar sin ser perseguidos, así como crear un esquema retorcido para cometer toda clase de abusos amparándose en leyes que ellos redactaron para imponer sus arbitrariedades a fuerza de amenazas, utilizando las instituciones públicas como su propia guardia pretoriana. Pues, a esa marioneta muchos le tienen miedo y por ellos siento vergüenza y lástima.
Pero, a todos les informo: Maduro y sus cómplices están inexorablemente derrotados. Y el país y ellos lo saben y no tienen escapatoria; están condenados por el presente y por la historia. Es solo cuestión de tiempo ya que ese proceso es irreversible. Serán borrados del panorama político y su legado de destrucción y maldad muy pronto será reemplazado por una gestión política sensata, civilizada, democrática, institucional y, sobre todo, profundamente comprometida con el crecimiento económico, la libertad y la prosperidad de los venezolanos.
Su derrota será la expresión ciudadana más pura de entusiasmo porque habrá un aluvión de votos convertidos en gritos de libertad. Será una nación entera usando el más preciado poder que les da la constitución para recuperar su libertad.
Esos ciudadanos están conscientes de que tienen el poder en sus manos, y lo van a usar sin vacilaciones, con alegría y celebraremos en las calles el triunfo pacífico por una democracia que resurge.
La marioneta será derrotada y con ella caerá el andamiaje corrupto que lo sostiene. Ese momento está próximo y su éxito solo depende de una cosa: de que seamos capaces de comprender el inmenso poder que nos ha dado la constitución y que cada uno de nosotros tiene en sus manos. Ese poder es lo que nos va a permitir recuperar nuestra democracia. Es un poder que siempre hemos tenido, pero que no hemos podido utilizar con sabiduría. Pero llegó el momento, somos mayoría, la cual cuando acuda a expresarse democráticamente, le dará una lección de libertad al mundo entero.
Esta tragedia la vamos a derrotar nosotros mismos, los ciudadanos venezolanos sin arriesgar nuestras vidas. Lo vamos a hacer con nuestra voluntad democrática convertida en poder integrado. Los partidos políticos tradicionales fracasaron. La dirigencia incompetente que no pudo organizarnos como sociedad para vencer la autocracia, será removida igualmente y, surgirá, como ya está sucediendo, un gran poder ciudadano de las propias bases de la comunidad. Esos dirigentes son los que tomarán el relevo histórico en este momento y triunfaremos. Ese es nuestro futuro, y solo depende de nosotros.
Por Luisa Ortega Díaz
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