(16 de septiembre del 2024. El Venezolano).- ¿De manera que Ibsen Martinez anda por Caracas? Fue mi pregunta a un pana que de vez en cuando me invita a desayunar en su casa de Cumbres de Curumo.
Por Pedro Mosqueda.
-Claro wom, en la mañana camina por esa calle, solo como un zombie. Me interesa le dije al amigo.
Monté el operativo para el día siguiente, nada de esperar mucho…eran las 7:30 am, un miércoles cualquiera, lo vi, empezaba su rutina mañanera, una caminata lenta, sin atuendos deportivos. Un ventanal situado desde el piso 8 facilitó todo. Bajé corriendo, y lo alcance.
-Epale Ibsen, disculpa, soy Pedro Mosqueda de Maracay, por aquí de tránsito. Me escaneó de arriba a abajo, sorprendido, como quien se siente invadido abruptamente.
No lo dejé respirar. -Supe de ti desde mi adolescencia, caminaba yo y recogí El Nacional que alguien dejó tirado en el suelo. Le aclaré que en la Biblioteca Agustín Codazzi de Maracay llegaba y que yo era un adicto a sus contenidos. Ese día fue el hallazgo, venía un artículo sobre uno de mis héroes de la lucha libre: Dark Búfalo. Desde entonces entendí que se podía escribír diferente, aunque nunca pude lograr un buen nivel, debo también confesar eso.
Desde entonces soy tu fan, le dije. Y continué con la perorata: a comienzo de los años 80 llegaste a la Victoria junto a Teodoro, Américo Martín y Bayardo Sardi al bautizo del libro del joven Diputado Carlos Tablante.
No perdí la oportunidad y te hablé de tu articulo sobre el luchador, yo inoportuno, te entregué una nota mía sobre la lucha libre. Una joda sobre un ring que montamos en el barrio donde me crié. Ahí te puse un numero de fax. A los días me respondiste con un » de pinga». Más nada.
Andábamos, yo por los 30 años y tú por los 35 años, más o menos.
-Jajaja coño me salvaste la mañana, no quería hablar con nadie.
-Tranquilo, le dije, no te voy a importunar con la famosa novela POR ESTAS CALLES.
-Gracias, estoy «ladillao» con esa vaina.
-Pero, ¿Sí aceptas conversar conmigo?, no soy un intelectual como tú. Sólo un tertuliano peorro. Aunque ya no sé qué soy. Por ociosidad carcelaria, la frase es de Mario Vargas Llosa en su novela Historia de Mayta, sé que la leiste. Como te venía diciendo Ibsen, escribo tonterías domingueras por WhatsApp para mis amigos. Domingo Cultural, con K.
-Como la escriben los vascos con K, me dice Ibsen.
Llevamos cuatro cuadras y sólo habla en monosílabos. Muy pausado.
-Yo sólo le doy una vuelta al Ruedo. Una manera de ayudar este corazón que está vuelto mierda. Desde luego que sabes lo que es vuelta al Ruedo. -Ustedes tienen una bella Maestranza.
-Bella es poco, también su historia, le digo.
Nuevamente me observa de arriba abajo.
-Ibsen, debes estar contento..
-Y eso por qué?
-¿Porque tu perseguidor «El Pollo» Carvajal lo tienen a buen resguardo los gringos.
No responde. Yo sigo en una de «charlero».
El homenaje que le haces a Kiko Mendive en Simpatía por King Kong te reivindica una vez más como un tipo solidario con las desgracias ajenas. Marca de fábrica de tu particular forma de ir contra la corriente.
-Claro, me dice, es una reivindicación histórica que cargaba in pectore desde que lo conocí en el canal de Quinta Crespo. Kiko llevó el mambo a México; participó de la mejor época del cine y la música de Cuba y México. Trajo para Venezuela a Dámaso Pérez Prado.
-¿Ese flaco desgarbado y sin dientes que veíamos en Radio Rochela?, le pregunto.
-Ese mismo, Kiko Malongo. Con sus glorias y miserias. RCTV, de broma le envió una corona.
Guardamos silencio, alcanzamos otra vuelta y sin darnos cuenta.
-Vamos a dar la otra al Ruedo vale, me das confianza…
Sacó el pecho y le hago otra pregunta: Para mí, tu trabajo mejor elaborado, imprescindible es: EL SEÑOR MARX NO ESTA EN CASA.
-Coño, buen lanzamiento. Ese es un slider. Calla.
Mientras tanto me entran ganas de repetir en su cara la propia frase que el uso en defensa frente al periodista que lo entrevistó para El País de España. «Estás solo huevón, porque eres un maltratador».
Prefiero racionalizar, y digo para mis adentros. Un tipo tan inteligente, el mejor discípulo de Cabrujas y de sus padres. Merece mis respetos. Hasta nuevo aviso, claro.
Su padre fue un oficinista, empleado bilingüe del área petrolera doméstica y su madre, maestra normalista. «La tradición oral de la casa me transmitió una buena formación. Lo cultural se la debo a ella y el idioma junto al bagaje petrolero a él». Oíl Stori, Petroleros Suicidas, es un homenaje a mis viejos. Hicieron un esfuerzo encomiable. El homenaje también a un gringo amigo de mi viejo que murió en un accidente, pero antes dejó una caja con papeles importantes que me tomé el atrevimiento de jurungar.» Es un Ibsen reflexivo y lleno de nostalgia. Eso me parece.
Mira- me dice-«Aquí todos hemos sido cazadores de renta petrolera. ¡Todos!…y no sabemos nada de petróleo. A diferencia de los Colombia que todos tienen un puñal sobre café».
Me acabo de percatar que en cualquier momento el tipo se va. Decidí recordarle. -Una vez dijiste que el oficio de escribir telenovelas es vil, que lo haces para matar tigre, te deja o da para comer. Me pasa igual, con la abogacía. Eduardo Casanova, además de escritor, abogado, hizo una pasantía por la corresponsalía del El Carabobeño, al salir de mi acto académico lo visité y me dijo:»Bienvenido al vill oficio».
-¿Qué es de la vida de ese carajo?
-Bien, le digo. Sigue activo, de vez en cuando me cae algo de él. Es de oposición, como nosotros.
Cambio de tema:
-Mira Ibsen, ¿Desde cuándo no vas a las tascas de La Candelaria?, Una vez coincidimos en El Guernica, en otra oportunidad en La Cita. Estábamos de moda, y el país también.
-Me dejé de eso chico, me imagino que ese sector, como el resto del país quedó desolado. Con sus excepcionales burbujas, claro está.
Ibsen, al igual que el escritor maldito Norman Mailer gozó la vida y sus excesos. Sin menoscabo de su trayectoria intelectual prolífica. Creo que le faltó en su repertorio un libro sobre beisbol. Sabe y le gusta mucho ese deporte. Norman Mailer le ganó: escribió una magistral crónica sobre la pelea Ali- Foreman en Zaire (1975). EL COMBATE.
«Mejor morir como un demonio en el fuego, que como un ángel en las alas». Escribió Mailer.
-De todas tus juergas, ¿Cuál añoras amigo?
Todas, de revivir el «Túnel del Tiempo», me gustaría aterrizar en el antiguo hotel caraqueño: El Hotel Klindt; supe que las rumbas en ese local eran de otro planeta. También le pediría al Túnel… que me traslade hasta aquella serie mundial del juego perfecto de Don Larsen con la camiseta de los Yankis. Silenció la toletería de los Dodgers.
Por cierto, también añoro mí época de estudiante en el Fermín Toro, aunque todos los liceos eran una maravilla. Me tocó de cerca el maestro Antonio Lauro, a él le debo en parte, la obsecuente adicción melómana.
Ahora soy yo el que respira profundo y quiere irse, no obstante le haré a contra corriente la pregunta de siempre:
-Por estas calles cumple 30 años, no te me ibas a salvar jajaja 😂
-Siempre fui medio vago, a esta altura no filtro nada. 20 capítulos, me decían. Cabrujas me calificaba de inconstante . La verdad esa novela la busqué, andaba mamando y loco. Nadie me paraba. Sin chamba pues. Hablé con Teodoro, un padre adoptivo, y le conté la vaina: «Mira Ibsen ¿quién es el dueño?, pues baipasea a todo el mundo y así fue. Diego Bautista Urbaneja, gran amigo y del plantel directivo del grupo me puso con Granier. Le dejé un capitulo que engavetaron, y lo demás lo hizo el caracazo. Me llamaron urgente para arrancar la novela. El País era otro.
Me sacaron la chicha, hasta que les dije llegaré hasta aquí. Un equipo encabezado por María Teresa Sojo le dio continuidad. El Derecho de Nacer quedó pendejo.
-Bueno Pedro, me cansé. Hasta aquí, fue un placer. -Como vaya viniendo vamos viendo, le digo.
Se para en seco y me pone la mano al hombro. No es mía: tu sabes que uno escribe con lo que te da la cultura, información, burdel o la calle. Somos correctores de estilo, una especie de tramposos. Esa es del «Pavo» Frank, me lo encontré en un vuelo y le caí a preguntas bolsas, igual a esas que tú me haces. Frente a una de ellas y dada mi insistencia, «El Pavo» Frank me dijo: «Como vaya viniendo, vamos viendo».
Estaba nuevamente despidiéndose y le disparé la última pregunta desde la cintura. No sé si tiene que ver con lo de preguntas bolsas. Lo cierto es que: -Mira Ibsen, esa novela tuya del año 2000, EL MONO AULLADOR DE LOS MANGLARES, fue para exorcizar tus demonios. ¿Qué tal, te ayudo en algo?
Se paró en seco.
-La cagaste, has debido mantener la conversación a la altura de estas Cumbres- y señaló el lugar-, te di entrada por ser amigo de Teodoro, Carlos Tablante, Américo Martín y Bayardo Sardi. Además porque eres otro hablador de güebonadas como yo. Mira pajúo, hace rato exorcicé mis demonios. He sido autocrítico. Me estoy flagelando. Ando ligero de equipaje y acepto cuando me dicen que soy un cruel protagonista de lo peor de mis personajes execrables.
Pido mucha suerte para la vida de las personas que me desprecian y por sobradas razones.
Nos vemos por ahí, ¿Tú crees que yo no te había leído?.
Nos vemos por ahí.