(29 de mayo del 2025. El Venezolano).- En Cuba no hay nada. No hay vida. No hay comida, no hay trabajo. Solo almas en pena, gentes que se levantan con la esperanza de caerle a algún bocado y de conseguir un poco de agua. No hay luz a no ser la del sol, la luna y las estrellas. Solo consignas “revolucionarias” y la cantaleta de que todo, absolutamente todo, es culpa del “imperialismo” norteamericano y su viejo y amañado estribillo del “bloqueo económico».
Pero como siempre de la sirena sobrevive el canto, muchos han encontrado una nueva forma de protesta ante tanta barbarie estatal, tanta calamidad y tanta sordera de la comunidad internacional: caminar por las calles en la oscuridad, juntarse entre vecinos y deambular por calles y avenidas en las más tristes oscuranas que ese pobre pueblo vive a diario producto de la grandiosa “revolución” y de su más grande líder: Fidel, uno de los seres más abominables y manipuladores que la humanidad haya parido.
La noche del pasado 21 de mayo de 2025 surgió otro método de lucha en esta desesperante y caótica situación de extrema miseria. Centenares de cubanos salieron a protestar en las ciudades de Santiago y Bayamo, gritando consignas contra el régimen motivados por los infinitos apagones que no cesan, así como por tantas otras necesidades. En redes sociales han empezado a pulular audios y noticias en esta nueva protesta, ahora exigiendo “corriente” y “comida”, palabras que se hicieron escuchar en la oscuridad en una desesperada crisis de auxilio colectivo, como reportó el periodista Yosmany Mayeta en un contexto severamente represivo.
Ya no se trata de buscar estadísticas, culpables o de juzgar o valorar la situación en la isla, para emitir juicios o pronunciar acontecimientos típicos de la economía o de las políticas públicas. Lo que abunda es la inoperancia, la tozudez burocrática y la incapacidad administrativa para al menos sortear un par de circunstancias, aunque en todo la incapacidad fluctúa.
En la isla no hay nada, solo hambre, necesidades para el pueblo, menos para la cúpula del avejentado Partido Comunista y sus momias sempiternamente enaltecedoras del legado del compañero Fidel, cuyos ridículos proyectos de lecherías abundantes y cafetales sembrados en los alrededores de La Habana siguen hipnotizando a los científicos y camaradas de la “revolución”, y que no pasaron de ser eficientes disparates del “máximo líder”.
Esas protestas van a continuar, pues al régimen ya nadie le da crédito porque no honra sus compromisos económicos internacionales, y hasta sus aliados comunistas como Nicolás Maduro o la propia China han mermado en gran parte su cooperación con Cuba.
Lo insólito de esto es que, como en una película del absurdo o en una obra literaria del más inesperado surrealismo, la televisión nacional transmitió un mensaje dando explicaciones sobre cuanto acontece en la crisis energética y sus derivados, pero la gente misma no se dio cuenta de semejantes explicaciones pues, como es de imaginarse, nadie pudo verla por falta de electricidad, lo que indignó aún más a la población.
Estas penurias también han llevado a otros ángulos, como el hecho de que ya las consignas políticas van quedando como parte de la prehistoria ideológica, pues la gente ahora lo que grita son reclamos sobre los derechos básicos. Sin embargo, a pesar de la densidad política en las protestas, la reacción policial siempre es de represión popular, limitaciones al Internet y manipulaciones de parte de la propaganda oficial, pretendiendo dar a entender que todo está bien, a pesar de lo difícil que se vuelve encontrar una medicina, una bolsa de arroz o un galón de combustible, productos de una canasta básica que en cualquier país regido por una democracia capitalista no significan ningún privilegio para nadie.
Ante esta calamitosa realidad, ante tanto cinismo diplomático, ante tanto silencio del mundo entero civilizado y ante una clase política no del todo accionaria en la diáspora, no quedará más que el sacrificio popular de rebelarse, aun a sabiendas de la sangre que correrá para salir de esta infernal pesadilla castrista, sólo frenada por la calle que está dando la cara en medio de tanta oscurana, pero muy pronto brillará la luz de la libertad.