(05 de agosto del 2020. El Venezolano).- No podía imaginarse Diego de Lozada que, ese 25 de julio de 1567, al momento de clavar su espada al pie de monte de una hermosa zona montañosa y, en nombre del Rey, dejar así fundada la ciudad de Santiago de León de Caracas, con ello estaba naciendo en ese instante la que, con el tiempo, sería considerada como La Sucursal del Cielo, amén de que, gracias al cerro que la cobija, adquirió igualmente el nombre toponímico de Sultana de El Ávila, inspiración de músicos y poetas que la adoptaron como su Musa. Han transcurrido ya 453 años y, hoy en día, su transformación ha sido enorme.
Pero, es que, no solo Caracas, Venezuela entera era un Paraíso por los 4 costados: por el norte, junto a ella, la belleza del litoral central; por el sur, los llanos que inspiraron al Maestro don Rómulo Gallegos en su inmortal obra “Doña Bárbara”, al igual que las magníficas extensiones de la Gran Sabana, que alberga al majestuoso Salto Ángel, llegado a ser considerado como Maravilla del Mundo; al este, la inolvidable Isla de Margarita, que el polo margariteño la contempla como: “Margarita es una lágrima, que un querubín derramó” y que se conjuga con todos esos hermosos pueblos de la región oriental y sus paradisíacas playas; y por el oeste, claro está, hay que mencionar al Zulia, dotada de las riquezas que proporciona el oro negro, el cual, de manera irónica y contradictoria, ha traído emparejado consigo la tristeza del mal manejo que se le ha dado al mismo; por otra parte, en este sector, aunque un poco más allá, nos conseguimos con los Andes venezolanos y la majestuosa Sierra Nevada de Mérida, cuna de las famosas Águilas Blancas. Hay muchos, pero muchos lugares más en Venezuela que resaltan por su belleza y hospitalidad, entre ellos: Yaracuy y su Capital San Felipe (como creen que iba a pelar ese boche de aprovechar de nombrar a mi tierra amada: “Tierra hermosa que el cielo bendijo…y natura le dio su esplendor…”).
Así era mi Patria querida. A pesar de los sinsabores de la colonia, la posterior guerra independentista y subsiguiente dominio militarista-caudillista, hasta el aparecimiento de la Democracia en Venezuela en 1958 que hace resurgir una Venezuela de avance hacia el futuro, donde imperaba el afán por una digna Educación, mejoría en las condiciones de Salud de la población y, algo muy importante: un Estado de Derecho donde prevalecía la sana administración de la Justicia y el respeto al debido proceso. No se puede soslayar el hecho de que, en el transcurso de esta etapa, se cometieron errores, tal vez muchos y graves errores, pero, lo positivo prevalecía sobre los hechos negativos, Venezuela iba rumbo a su transformación económica, social y política.
Hasta que, una obscura madrugada del 4 de febrero de 1992, la indeseada figura del “gorila militar” que asoló a América latina tiempo atrás y que se creía desaparecida para siempre, resurgió de sus cenizas cual ave fénix, y con las armas que les había entregado la Nación para la defensa de su Soberanía, surgió la intentona maligna que llenó de sangre, muerte y desesperación las calles y avenidas de Caracas, al igual que algunas otras ciudades del país, convertidas en testigos de aquel intento de apoderarse del poder por la fuerza. El movimiento armado fue debelado, los golpistas fueron hechos presos y, de ahí en adelante, es historia conocida, todo lo cual devino en la transmutación del militar golpista en una especie de “encantador de serpientes” que hipnotizó a gran parte del país para hacerse del poder a través del voto.
Así, todo comenzó. El desastre se extendió por el país como un cáncer con metástasis; solo la muerte del caudillo militar vino a poner fin a sus desafueros, pero, aun así privó su intención devastadora y dejó a un ilegítimo “heredero” que vino a acrecentar la situación; ha llevado al país a un nivel de destrucción como nunca jamás se había visto a lo largo de nuestra vida republicana, por lo que, las encuestas reflejan un porcentaje de rechazo de más del 80%, pero, mucho, mucho más; ha sido tan desacertado el desempeño que, después de convertir el Poliedro de caracas en centro de salud para alojar a los afectados por el coronavirus, escogió como encargado de la dirección del hospital, nada más y nada menos que…¡¡AL POTRO ALVAREZ!!, un pelotero de baja categoría en el beisbol venezolano, pero que ha sido ministro del deporte y otros cargos más, donde no ha hecho nada relevante; lo que hace presumir, que debe ser que “su bate” es del agrado de alguien en la cúpula del poder.
Es urgente una salida democrática. La mejor solución, sin duda, sería un proceso eleccionario para elegir…¡¡NUEVO PRESIDENTE!!…o, en su defecto, unas elecciones generales. Hay que estar claro en eso. Qué hacemos con elegir nuevos diputados, aunque esté contemplado en la constitución; de todas maneras ya tenemos un ejemplo significativo, en el proceso anterior ganó la Oposición y el desgobierno desconoció a dicha mayoría parlamentaria. ¿Sería diferente en esta oportunidad? No me diga que usted cree en pajaritos preñados. Mientras no haya un cambio de gobierno que ponga orden en las instituciones, especialmente, en las fan, el cne y el tsj, en pocas palabras, en todo el aparato gubernamental, empezando por la presidencia de la República, no estaríamos logrando nada,
De allí que, ante el interés del desgobierno y de algunos “arrimados” en pos de la manguangua, de hacer elecciones de diputados en el venidero mes de diciembre, el venezolano se encuentra en una disyuntiva excepcional. Votar o no Votar…he allí la cuestión. Algunos se empeñan en repetir, cacareando como gallina culeca cuando va a poner un huevo, que Votar es un derecho constitucional, para que repetirles que esa es una verdad que no está en discusión; pero, también es verdad que, con la distribución del poder actual y su manejo de las instituciones, así como también el manejo de condiciones inaceptables por ilegitimas contra los partidos políticos de Oposición, adminiculado el hecho de que, si votas, el régimen va a desconocer tu voto, hace infranqueable la frontera de la discusión y conduce a la abstención ante lo fraudulento del llamado a elecciones el venidero mes de diciembre.
Un pasaje leído alguna vez, nos narra la suerte que siguieron más de 600 judíos que tuvieron que huir ante el asedio del Imperio Romano que los perseguía y se atrincheraron en las ruinas de una antigua fortaleza construida por un gobernante hebreo sobre la cumbre de una elevada meseta, a donde se les dificultaba a los romanos llegar, por lo que, estos últimos decidieron sitiar la meseta a la espera de que el hambre y la sed los hicieran bajar. Los judíos resistieron hasta lo último, pero al agotarse sus provisiones, el líder, Eleazar Ben Yair, los reunió y les planteó las opciones que tenían: rendirse ante los romanos, a sabiendas de que después de hacerlo éstos los iban a hacer esclavos o los iban a matar de todas maneras; o, por el contrario, inmolarse en nombre de la LIBERTAD, diciéndoles: “Una muerte con Gloria, siempre será preferible a una vida con infamia”. Todos optaron por la última opción y procedieron a suicidarse. Los sorprendidos romanos se quedaron perplejos ante aquel dantesco cuadro que consiguieron al tomar posesión de la cumbre.
Haciendo extrapolación en el tiempo y en el espacio, parafraseando la narración anterior, a mi manera de ver, la parábola encaja perfectamente en la intención de esta Bitácora: VOTAR O NO VOTAR…HE AHÍ LA CUESTIÓN… porque, si usted se inclina por ir a votar bajo las condiciones impuestas por el desgobierno a su favor, pues, de antemano ya tiene asegurado un fraude en su contra; ahora bien, si por el contrario, decide abstenerse de ir a votar, sería comparable con la valiente decisión tomada por los judíos. En pocas palabras, si usted vota…está “judío”; y si no vota, igualmente…está “judío”. Es aquí en este dilema donde entra en juego la arenga del líder de los judíos, y le corresponderá a usted, amigo lector, elegir entre “una decisión gloriosa” o, por el contrario, llevar sobre su conciencia el estigma de “una vida con infamia”.
Ud. tiene la palabra, apreciado y consecuente lector de estas Bitácoras.