(11 de octubre del 2021. El Venezolano).- ¡Urra! Aparte del bolívar digital, el BCV ha inyectado al mercado cambiario unos USD 50 millones por “detener el ataque especulativo contra el bolívar”, más no la inflación, cuya tasa interanual, para septiembre pasado, equivale a unos 1.456 porciento, según OVF; tal mediación del BCV sobre el mercado de divisas ha motivado una caída abrupta del dólar, hasta homologarlo, incluso, con el oficial. Pero, tal baja por efecto de la intervención oficial, nos insinúa un aire de edulcorancia y eufemismo ante la megadevaluación e hiperinflación que se avecina ya que en vista del déficit fiscal, propende a la emisión de dinero inorgánico. El BCV carece, hoy por hoy, de reservas aptas a objeto de mantener bajo o estable el precio de la divisa. Y, si quema sus pocas reservas disponibles, lo cual podría hacer, con miras hacia el 21-N, nos situará ante una megadevaluación irrecusable, con aumento de los umbrales de pobreza a causa de la hiperinflación porque cualquier unidad de dinero debe tener un valor exactamente igual al de las demás (dinero homogéneo), de emisión controlada para que mantenga su valor y no se detenga la economía por oferta de dinero insuficiente.
La alternativa viable sería una producción petrolera óptima, que nos permita competir por cuota de mercado ante la volatilidad de los precios fluctuantes del crudo.
La economía nacional requiere, para reactivarse, de los ingresos por renta petrolera, cuya industria acumula unas dos décadas de abandono y/o desinversión, aparte de la fuga de talentos.