(28 de agosto de 2019. El Venezolano).- El programa lanzado por Donald Trump para que los solicitantes de asilo en Estados Unidos esperen su proceso en México se ha convertido en una vía para rechazar indiscriminadamente a todo tipo de migrantes que llegan al sur de Texas, mientras ambos países trabajan de forma silenciosa para mantenerlos fuera del territorio estadounidense aunque eso ponga en peligro su seguridad.
Los resultados de esta política sirven a dos gobiernos obsesionados con reducir los flujos migratorios para cumplir las exigencias de Trump, cuya amenaza de imponer aranceles a todas las importaciones mexicanas se mantiene sobre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, obligándole a presentar resultados con rapidez.
Pese a que el programa conocido como “Permanecer en México” solo está dirigido a quienes solicitan asilo, algunos de los que esperan en las ciudades fronterizas de Matamoros y Nuevo Laredo dicen que nunca lo pidieron. Uno de ellos es Wilfredo Álvarez, un albañil hondureño que cruzó ilegalmente por el río con la intención de buscar un trabajo y poder ayudar a los 7 hijos que dejó en su país. Según dice, le pusieron delante los papeles del programa y fue devuelto con la cita para el juez.
“Pensábamos que si nos agarraban nos deportarían a nuestro país, pero no fue así”, lamenta. “Nos tiraron para acá pero no somos de aquí y se nos hace muy difícil, usted sabe cómo es México”.
Otros aseguran que nadie les preguntó si temían ser perseguidos o acosados en México, aunque las leyes estadounidenses establecen que los migrantes no pueden ser enviados a un país si eso les pone en riesgo, reseñó AP.
Las autoridades estadounidenses están dando a cada migrante que devuelven a México una fecha para la audiencia ante un juez que comenzarán a realizarse en septiembre mediante videoconferencias en unas carpas que se están instalando en Laredo y Brownsville, en Texas. Sin embargo, las autoridades mexicanas han trasladado a cientos de esos migrantes desde Nuevo Laredo y Matamoros hasta otras ciudades más al sur, algunas a más de 1.600 kilómetros de distancia, con el argumento de garantizar su seguridad.