Durante años, la narrativa internacional se centró en Venezuela como un país en crisis: hambre, pobreza, represión, millones de migrantes. Pero hoy el panorama es mucho más oscuro: Venezuela dejó de ser únicamente una tragedia humanitaria para convertirse en un epicentro de desestabilización global.
Un narcoestado en el corazón del continente
El régimen de Nicolás Maduro no gobierna: administra un narcoestado.
• El Cartel de los Soles ha convertido a Venezuela en la principal ruta de la cocaína hacia Europa y EE.UU.
• El Tren de Aragua exporta violencia y crimen organizado a Colombia, Perú, Chile, Ecuador y hasta Estados Unidos.
Ya no hablamos de una dictadura aislada: hablamos de un centro de operaciones criminales con alcance transnacional.
El eje Venezuela–Irán–Rusia–China
Mientras el pueblo se hunde en la miseria, Maduro estrecha lazos con los enemigos estratégicos de Occidente:
• Irán: operaciones conjuntas, presencia de células de Hezbolá en territorio venezolano.
• Rusia y China: respaldo económico, militar y tecnológico que apuntala la dictadura.
• Corea del Norte: intercambio de inteligencia y cooperación opaca.
¿El resultado? Venezuela es hoy una cabeza de playa para potencias hostiles en el hemisferio occidental.
Una amenaza a la seguridad de EE.UU.
No es casual que Washington haya incrementado su presencia militar en el Caribe. Venezuela no es ya un “problema venezolano”:
• Sus vínculos con cárteles de la droga afectan directamente la seguridad en ciudades norteamericanas.
• Su alianza con regímenes autoritarios coloca bases de influencia enemigas a 3 horas de Miami.
• Su crisis migratoria, con más de 8 millones de desplazados, desestabiliza a toda la región.
El costo de mirar hacia otro lado
El error de la comunidad internacional ha sido tratar a Venezuela como un problema interno. No lo es.
La dictadura de Maduro es hoy una amenaza continental que solo puede enfrentarse con una estrategia coordinada:
• Sanciones reales y efectivas, no cosméticas.
• Investigaciones y confiscaciones internacionales contra testaferros y lavadores.
• Y sí, la discusión inevitable: una intervención internacional multilateral, porque la tiranía ya no afecta solo a los venezolanos, sino a la seguridad del mundo libre.
Conclusión
La dictadura de Maduro dejó de ser un problema político interno y se transformó en un riesgo global. El silencio, la tibieza y la complicidad solo le dan más oxígeno a un régimen que opera como brazo de mafias, terroristas y potencias enemigas.
El mundo libre debe entenderlo de una vez: Venezuela ya no es un país en crisis, es un cáncer geopolítico en América Latina.