(1 de mayo del 2019. El Venezolano).- El líder de la oposición y presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ejecutó este martes su plan más audaz hasta el momento: al amanecer, rodeado de soldados en una base militar de la fuerza aérea en el corazón de Caracas, anunció que todo estaba listo para la rebelión.
Las fuerzas de seguridad que lo apoyan habían liberado a Leopoldo López, el preso político más famoso del país. Miembros de la Guardia Nacional flanqueaban a Guaidó mientras otros se unían a las marchas para apoyar a los manifestantes que muchos de ellos mismos habían reprimido durante años.
A través del New York Times, publicó que en las calles, los manifestantes opositores se enfrentaron a las fuerzas leales al presidente Nicolás Maduro en medio de reportes de acciones represivas con balas de goma, gases lacrimógenos y municiones militares.
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Sin embargo, al final del día, Guaidó no alcanzó su objetivo: el derrocamiento de Maduro, quien ha confiado en la fuerza de las armas, la intimidación y unas elecciones ampliamente desacreditadas para permanecer en el poder.
En su reportaje, destacaron que los sucesos registrados en Venezuela muestran la división dentro de las fuerzas armadas, lo que ubica al país en una posición precaria mientras empeora la crisis política. Aunque los rangos más altos del ejército se afanan en demostrar su apoyo al régimen, muchos soldados parecen dispuestos a desafiar a sus comandantes y acudir en ayuda de la oposición.
Geoff Ramsey, analista experto en Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), destacó que “creo que al final lo que veremos es que tanto el gobierno como la oposición se darán cuenta de que no tenían tanto apoyo como pensaban”.
Tras los hechos en Caracas, Estados Unidos inmediatamente, apoyó a la oposición y el presidente: el vicepresidente y otros funcionarios manifestaron públicamente su aprobación en Twitter. Donald Trump amenazó con un “embargo total” a Cuba si no se paralizaba lo que calificó como “operaciones militares y de otro tipo con el propósito de causar la muerte y destrucción de la Constitución de Venezuela”.
Resulta claro que el gobierno estadounidense, que ha respaldado a Guaidó desde que impugnó la autoridad de Maduro a principios de año, pensó que el día se desarrollaría de una manera diferente.
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El secretario de Estado, Mike Pompeo, fue entrevistado en CNN y dijo que en las últimas semanas se había enterado de que “líderes de alto rango dentro del gobierno de Maduro estaban preparados para irse”. También aseguró que Maduro “tenía un avión en la pista, estaba listo para irse esta mañana, pero los rusos le dijeron que debía quedarse”. Sin embargo, no ofreció pruebas de lo dicho.
Mientras que el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton, dijo que los funcionarios del gobierno de Maduro se habían comprometido a transferir el poder a Guaidó. Los identificó como Vladimir Padrino López, el ministro de Defensa; Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, y Rafael Hernández Dala, el comandante de la guardia presidencial de Maduro.
La posibilidad de que los altos mandos militares apoyaran a la oposición el martes, parece haberse desvanecido a primera hora de la tarde cuando el ministro Padrino López apareció en televisión y calificó el acto como un “intento de golpe de Estado”.
Por su parte, muchos venezolanos dijeron que se estaban preparando para un nuevo y largo enfrentamiento entre Maduro y Guaidó, cuyo resultado es difícil de predecir.
“Creo que esto es muy importante, pero noto apatía y miedo en la gente”, dijo una manifestante, Mary Galaviz, de 69 años. “No debemos tener miedo. En la guerra hay muerte, pero se cumplen los objetivos”.
Rocío San Miguel, analista venezolana de temas de seguridad, dijo que Guaidó no había logrado que la mayoría de las fuerzas armadas cambiaran de bando.
“Tomó doce horas, pero vimos que el equilibrio de poder no ha cambiado”, explicó San Miguel. “Al final, ninguno de los comandantes más importantes se unieron a la oposición”.
Pero también dijo que era revelador que las fuerzas armadas no habían arrestado a Guaidó ni a López, presumiblemente por temor a una reacción violenta por detener a esos líderes populares. “Esta situación tampoco es fácil para Maduro”, comentó.
Luego de esta jornada hay menos claridad en la política venezolana, dijo Dimitris Pantoulas, un analista político en Caracas. Al solo obligar a López a esconderse, Maduro no acabó con el desafío de Guaidó ni tuvo la oportunidad de ganar terreno al liberar a un líder popular. “Ningún lado puede imponerse sobre el otro”, dijo.