(24 de junio del 2024. El Venezolano).- ¡Qué falta de respeto con el presidente Donald Trump! Comparar a Donald Trump con Fidel Castro es esconder la cabeza debajo de la tierra, como hace el avestruz. No habría que haber hecho ningún montaje fotográfico. Con colocar las fotos de Barack Obama junto con Raúl Castro, ambos en guayaberas paseando por La Habana, era más que suficiente para conseguir parecidos. ¿No creen?
Escrito por: Yolanda Medina Carrasco
América, la América que vale la pena, está harta, cansada, del tipo de mentiras del estilo Nicolás Maduro, que ahora practica la alta cúpula de la administración del presidente Joe Biden. Vamos para cuatro larguísimos años de desaciertos en materia de economía doméstica. En pérdidas de los espacios de influencia moral y material a todo lo largo y ancho del mundo.
De retrocesos de las prácticas democráticas que definen y defiende este país desde antes de su fundación como república. De persecuciones judiciales y de organismos de la comunidad de inteligencia norteamericanos sobre un expresidente norteamericano.
Por cierto, al peor estilo de la Cuba comunista, la Venezuela arruinada por el Chavismo y la Nicaragua estropeada por los Ortega. De la presencia inútil y sin aporte alguno a la grandeza de este país de gente rara, degenerada e invertida.
Como decía el mismo presidente Trump en estos días: ¡Ya es suficiente! Una valla publicitaria que pretenda conectar a Donald J. Trump con el genocida de Fidel Castro, llamándolos a ambos “dictadores” no tiene ningún sentido, viniendo de la acera de agentes del Partido Demócrata.
Señores Demócratas: ¡Primero revísense! Hoy en día, en plena Era del Conocimiento, es simplemente imposible tratar de pasar un disparate de esa naturaleza sin que se ensucien quienes lo llevaron a cabo. Quienes adversan a Donald Trump no pueden ni siquiera esperar que los despistados de la política no piensen en el desastre de país en que han convertido a América quienes, como ustedes, se creen y vienen practicando el feo y equívoco cuento de la izquierda. Acá, en este gran país, y donde sea, todo aquello que ustedes hacen, permiten y representan lleva siempre al mismo destino: la ruina de todo lo que tocan.