(12 de febrero del 2024. El Venezolano).- Dentro de su concepto de patriota y, de su infinita capacidad para sorprender, Carles Puigdemont le ha hecho un nuevo pedido a Pedro Sánchez: blindar totalmente las acusaciones de terrorismo y el perdón para los delitos de traición a la patria. Tontito el niño.
Por José Antonio Medina Ibáñez
Advierte el catalán que si no lo hace, pues no apoyará, en segunda discusión, la amnistía y, todo a tomar por saco.
Convencido de que él es Junts, mandó a tumbar la amnistía en el Congreso en primera discusión, poniendo a pensar en la fragilidad de los acuerdos de investidura y, en un adelanto de elecciones generales.
Sin embargo, para muchos fue una bravuconada porque si su envite se cumple y Feijóo llega a Moncloa con VOX, la única forma para que no le lleven al trullo es que sea elegido diputado europeo en junio, amén de las amenazas ultraderechistas de ilegalizar los partidos nacionalistas.
Pero, tal vez, y solo, tal vez, por aquello de que el Partido Popular, VOX y Junts, respiran los mismos aires económicos de la derecha, Puigdemont confíe en que Feijóo transe la cuadratura del círculo aprovechando que Santiago Abascal está de capa caída y, todo resuelto.
No olvidemos que el gallego ya dijo que Junts no era un rival ideológico ni político, que era un partido legal y, que Puigdemont, a modo de denuncia, pero dejando una perla para los más avispados, acaba de decir que con Feijóo no estaría pasando por el viacrucis que padece con los socialistas. Hummm.
El caso es que Puigdemont no busca ser amigo de Sánchez y se siente a gusto con el alboroto que está montando, a sabiendas de que el madrileño es una celebridad negociando crisis y, que no le quiere ver ni en el telediario.
Lo que pasa es que como nacionalista cree en las esperanzas, así que apurará la negociación hasta el último momento, sin olvidar que los empresarios catalanes le han dicho que se está equivocando al pedir penalizaciones a las empresas catalanas que se marcharon a Madrid y, que la ciudadanía entiende que las enmiendas que pide no son posibles y pudiera no solo llevarse al traste la ley de amnistía que tanto pidió, sino ahondar más la desconfianza en la economía del país catalán, dándole más espacio a otros partidos como Esquerra Republicana.
Lo cierto es que a mediados de este febrero, sobre el 16 o 17, los portavoces del Psoe y Junts deberán sentarse para negociar la aprobación, o no, de la amnistía tal y como está, todo dentro de un escenario político y social donde muchos quieren ser protagonistas y, en el que Núñez Feijóo no quiere perder la oportunidad de ganar su puntito aunque sea echando fuego, junto a VOX, al reiterar, una y mil veces, que en 2019 el Tsunami Democrático fue puro fascismo y terrorismo, una postura que va en dirección contraria al resto del arco parlamentario y, todavía a espera del posicionamiento definitivo del Tribunal Supremo.
Mientras sucede todo este barullo Sánchez se está preparando para gobernar sin Junts, como en la pasada legislatura con Podemos, sabe que Puigdemont no es de fiar y que quiere escribir su propia historia y, en España el único escribiente es el presidente.
Puigdemont es un rompedor social y un mal negociador político que solo apuesta a máximos, algo irracional, pero está convencido de que es el más capaz, el que tiene más posibilidades de triunfar y, de que lo que hace es útil para el independentismo aunque ese enfrascamiento en la radicalización le condene al fracaso. Es algo así como: Terminó la película, pero no se quejen, lo di todo.
Si abriga ivivas!, que no las espere porque no habrá un único ganador, resulte lo que resulte.
Sin conocerse sus planes, sabemos que tendría complicado explicar a los cientos de personas que esperan ser amnistiadas que ya no lo serán y que podrán ir a la cárcel porque él no dobló la espalda pero sigue en Bruselas.
Puigdemont está obligado a buscar una salida de última hora, su juego de desgaste ya no da más y, al final puede quedarse solo; además, Sánchez podría continuar gobernando con unos presupuestos prorrogados, Rajoy lo hizo en dos ocasiones.José Antonio Medina Ibáñez