(18 de septiembre de 2019. El Venezolano).- Mientras representaba a Venezuela en la Serie Mundial de Béisbol de Pequeñas Ligas el mes pasado en Estados Unidos, Adrián Salcedo, de 12 años, comió tacos en Chick-fil-A. Luego se puso un casco de realidad virtual y se imaginó bateando jonrones en los estadios de las Grandes Ligas.
Ahora, de regreso a su casa en Maracaibo, la ciudad petrolera al oeste venezolano golpeada por la crisis económica y política que afecta al país petrolero, el pequeño pelotero espera centrarse en su propia versión del sueño americano.
Cuando sea profesional, Salcedo quiere «comprar una casa para salir de aquí» y «ayudar a mamá«, dijo en una entrevista.
El béisbol profesional, muy popular en varios países latinoamericanos y caribeños, es visto como una manera de salir de la pobreza. Y jugadores de República Dominicana, Venezuela, Cuba y Puerto Rico constituyen más del 20% de la nómina de las Grandes Ligas, según datos de la organización.
Salcedo dijo que su viaje reciente a Estados Unidos, cuyo gobierno busca la salida de Nicolás Maduro a través de sanciones económicas y presión diplomática, le mostró algunos de los desafíos que enfrentan sus compañeros de equipo y él.
Los peloteros «allá comen bien, están gordos y corren duro(…) No tienen sueño» , dijo el jugador, refiriéndose a las consecuencias derivadas de la desnutrición y hambre en Venezuela.
Los niños de otros países con los que habló durante el torneo de béisbol juvenil más importante del mundo, celebrado en Williamsport, Pensilvania, estaban conscientes de los problemas que enfrenta la nación OPEP.
«Ellos me preguntaban ¿cómo aguantamos esto?«, añadió el joven jardinero izquierdo, delgado, alto y de voz suave.
Salcedo y los 13 jugadores de Cacique Mara clasificaron para la Serie Mundial de Pequeñas Ligas tras ganar un campeonato nacional en Venezuela y luego un torneo latinoamericano en Panamá. El equipo venció a Australia y a México antes de perder contra Curazao, que llegó al segundo lugar en la tercera ronda.
Al regresar a casa, a finales de agosto, los jugadores fueron recibidos con aplausos de familiares y carteles de bienvenida, en el aeropuerto de Maracaibo, la segunda ciudad más grande de Venezuela.
La que una vez fue la boyante capital petrolera de la nación OPEP, ahora enfrenta más de ocho horas al día sin electricidad, bajo un plan de racionamiento que afecta desde el suministro de agua corriente hasta la conexión de internet.
Muchos negocios siguen sin abrir desde una ola de saqueos durante un prolongado apagón en marzo, lo que dejó un paisaje urbano marcado por edificios abandonados.
Dos días después de regresar de Estados Unidos, Salcedo se despertó en medio de la noche por un corte de luz que apagó su ventilador y lo dejó dando vueltas y sacudiéndose en su cama ante el sofocante calor.
Lea la historia completa en Reuters.