(30 de octubre del 2023. El Venezolano).- Una cosa es vivir para una causa, y otra, muy distinta, vivir de la causa. Sabido es que la Usaid (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) es un organismo que, entre otros objetivos, promueve la libertad y la democracia, y tal como señala en su web oficial, las democracias “deben ser alimentadas y protegidas continuamente. La credibilidad de cualquier democracia es su voluntad de aceptar críticas, autocorregirse y adoptar diversas perspectivas. Estos atributos centrales distinguen a las democracias de los estados autoritarios donde se reprimen los desafíos al status quo”.
Redacción El Venezolano
Como ha estado informando El Venezolano, con el único interés de que se investigue, y emerja el paradero de los responsables directos, de los supuestos actos de corrupción que comprometen de manera decisiva la ética de al menos ocho (8) programas que fueron beneficiados con alto montos en dólares por la Usaid-Nicaragua, y aún no se ha revelado cómo fueron manejados esos dineros, (más de 157 millones de dólares) en el exilio, y cuyo objetivo primordial era el de salvaguardar la democracia.
Como informó este medio en días recientes, el Informe de Canalizaciones, el cual no es otra cosa que el reporte oficial de la Usaid-Nicaragua, expone el periodo estimado para, por citar un ejemplo, del Programa Fortalecimiento de Medios (01 de octubre de 2022 al 31 de marzo de 2023) al cual le fue asignado 9 millones, 400 mil dólares, todo esto con la intermediación de la Fundación para la Libertad de Expresión y la Democracia (FLED), desde Costa Rica (Antigua Fundación Violeta Barrios de Chamarro).
¿Cuál fue el destino de ese dinero? ¿Qué se promovió o resguardó con estos aportes? Los responsables de este programa, ¿por qué no dan la cara y se someten al escrutinio público?
Y es que el objetivo que se propuso el Programa de Fortalecimiento de Medios fue el de promover la calidad y la excelencia entre los medios comprometidos con la participación ciudadana y el derecho, así como la libertad de expresión “como piedra angular de democracia y libertades civiles, garantizando la sostenibilidad de periodistas y medios independientes, outlets, como ejes centrales en el desarrollo y consolidación del estado de derecho”, señala el informe.
Investigar a los implicados
Visto así, en medio de la espesura de la dictadura nicaragüense, acaudillada por la pareja Daniel Ortega y Rosario Murillo, no se puede sino argüir que la corrupción y la notable violación a los derechos humanos que emerge del régimen ha contagiado de alguna manera los programas que supuestamente estaban orientados a combatir, desde el exterior, las imperfecciones que el sandinismo creó. No ha sido posible.
Nuevamente este medio publica los programas y nombres de algunos responsables, tomando en consideración el documento oficial de la Usaid-Nicaragua, con los montos: Programa Fortalecimiento de Medios (9 millones 400 mil dólares), Voces para todos (10.350.000), Levantando Voces Nicaragüenses (16.000.000), Fronteras Digitales, el cual dispuso de 90 millones de dólares, el más abultado de todos; Alianzas para los Derechos Humanos y el Cambio (6.400.000), Fortalecer las Condiciones para la Reforma Democrática (15.000.000), Proyecto de Opinión Pública de América Latina (9.999.912), y Digital APEX (750.000).
Los receptores de los fondos constituyen una extensa lista que a continuación ofrecemos: Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) (código 26) Lesther Lenin Alemán Alfaro, Coordinadora por la Justicia y la Democracia (CUDJ) (código 38) Alexa Gissell Zamora Arana, Asociación de Madres de Abril(código 127) Francys Judith Valvidivia Machado, Colectivo de Derechos Nicaragua Nunca MÁS (código 47) Gonzalo Carrión Maradiaga, Expediente Público (código 39) Javier Meléndez Quiñonez, Fundación para la Libertad (código 17) Félix Alejandro Maradiga Blandón, Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) (código 79) Marco Antonio Carmona Rivera, Fundación Puentes para el Desarrollo (código 77) Edipcia Dubon Castro, Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia (código 5 ) Rosa María Paya, Race & Equality (código 9) Carlos Quezada, Fundación Sin límites (código 11) Federico José Sacasa Patiño, Fundación Arias (código 6) Ana Yancy Espinoza y Hagamos Democracia (código 2) Luciano García Mejía.
William Javier Ramírez Cerda, Acción Penal(código 15) Aura Estela Alarcón González, Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) (código 16) Vilma Núñez, CEJUDHCAN (código 14) Lottie Marie Cunningham, Aula Abierta (código 36) Ricardo Villalobos, Race & Equality (código 9) Carlos Quezada, Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ) (código 38) Alexa Gissell Zamora Arana y People in Need (código 17) Olivia Siegel.
Luciano García Mejía, Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) (código 27) Ana Otilia Quirós Víquez, Fundación sin límites (código 11) Federico José Sacasa Patiño, Fundación para la Libertad Félix Maradiaga Blandón, Urnas Abiertas (código 92) Olga Sabrina Valle López, Fundación Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) (código 32) Ilka Treminio, 100% Noticias (código 123) Lucia Pineda Ubago y Nicaragua Actual (código 124) Yelsim Espinoza.
Fundaciones, programas, medios, organizaciones sin fines de lucro, tal es el espectro que abandera el solicitante, que luce complicado que el propio organismo monitoree los recursos que otorga. Para tejer una breve comparación, sobre todo en relación con la eficacia de los programas, hace dos años el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se quejaba ante el gobierno del Estados Unidos por el financiamiento que daba la Usaid a la ONG opositora “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad” (MCCI).
Mas allá del complicado rol que ejerce la agencia en Latinoamérica, se trata de dineros de los contribuyentes y en tal sentido, debería haber un adecuado control y supervisión de esos recursos con el objetivo de no desnaturalizar el carácter de asistencia que reviste la naturaleza colaboracionista de la Usaid. De allí la importancia de abrir una investigación a los implicados.
Como iniciamos este artículo, hay dos maneras de materializar el comportamiento social, ya que una cosa es vivir para una causa, y otra, muy distinta, vivir de la causa. Esta última implica una actitud parasitaria, corrupta y a todas luces, viciada que pareciera ser el estilo de muchas ONG y programas que solicitan recursos para fines personales a través de objetivos inexistentes.