(02 de enero del 2020. El Venezolano).- Las sanciones internacionales, impuestas para ejercer presión sobre el régimen de Nicolás Maduro, han forzado cambios que han aliviado las tensiones y mejorado la vida de algunos venezolanos, señala un reportaje publicado por el diario The New York Times.
Mientras que en el interior del país los ciudadanos continúan luchando contra la escasez de agua y la desnutrición y carecen de servicios básicos como la electricidad, las áreas más adineradas de la capital han experimentado un sorprendente auge económico.
«Los centros comerciales que fueron abandonados hace seis meses están llenos de gente. Los SUV importados corren por las calles. Nuevos restaurantes y bares están apareciendo semanalmente en las partes más ricas de la ciudad capital, con sus mesas llenas de empresarios extranjeros, locales de moda y expertos del gobierno», reseña el diario estadounidense.
«La gente está cansada de sobrevivir», dijo Raúl Anzola, gerente del 1956 Lounge & Bar. «Quieren gastar, quieren vivir».
Debido a la crisis económica causada por años de mala administración y corrupción, Maduro ha relajado las restricciones económicas que marcó su gestión.
«Los dólares ahora son aceptados en todas partes, a pesar de las frecuentes denuncias de Maduro sobre los Estados Unidos como la raíz de todos los problemas de Venezuela. La moneda del país, el bolívar, que no tiene valor por la hiperinflación, es difícil de encontrar», aseguró el NYT. Recordó las declaraciones del gobernante en diciembre, cuando agradeció a Dios por el proceso de dolarización.
El costo
Esta nueva economía, indicó el diario estadounidense, excluye a la mitad de los venezolanos, que no tienen acceso a divisas. «En sus discursos, Maduro continúa promoviendo una visión de Venezuela en la que todos comparten sus recursos. Pero la brecha entre la retórica y la realidad es mayor que nunca», aseguró Ramiro Molino, economista de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas.
A su juicio, la lucha por la supervivencia obligó al régimen a volverse pragmático, aunque mantenga una narrativa socialista.