(26 de octubre del 2019. El Venezolano).- Lo que se está consumando en Bolivia, es la misma mecánica fraudulenta que ponen en marcha los integrantes de ese clan, cuyos componentes “están cortados con la misma tijera”. No dejo de recordar los comentarios que hacía en nuestra casa Miguel Ángel Capriles, una vez que regresó de su viaje a Cuba. Allá pudo conversar de cerca con Fidel Castro, más que hablar, diría yo, a estas alturas de la vida, que tío Miguel lo evaluó como si hubiera tenido un tomógrafo en su mirada y un escáner en su olfato. “Ese hombre no entregará jamás el poder, las elecciones que realizan en Cuba son una burla para los cubanos y una afrenta a la descreída comunidad internacional”.
Así puso punto final a su relato, una vez que nos describía la miseria y las ruinas que encontró en la vieja Habana, como consecuencia del fatal comunismo que encarnaba Fidel y su corte de camaradas.
Miguel Ángel Capriles tenia razón. Como también la tuvo Luis Miquilena, testigo de excepción de los consejos que Castro le daba a su tutelado, mientras le recordaba que “las revoluciones no se cuentan en elecciones Hugo”. Dicho de otra manera, no deben hacerse elecciones con todas las de la ley, sino simulacros como aquel Referéndum Revocatorio de agosto de 2004 o las justas electorales aliñadas con todo tipo de trucos de 2012 o más bien elecciones envenenadas con fraudes descarados como el que perpetró Maduro contra Capriles en abril de 2013.
No puedo dejar de recordar también, aquellos días en que Antonio Ledezma se declaró en huelga de hambre dentro de las instalaciones de la OEA en Caracas. Fue un 3 de julio de 2009. Los motivos, defender el ultraje del resultado electoral ventajoso que logró Antonio, muy a pesar de las artimañas que puso en marcha el régimen para apoderarse de todas las gobernaciones y alcaldías del país.
Para entonces se hacían lo que los técnicos en procesos de esa naturaleza denominan «elecciones competitivas». Las últimas de ese género fueron las parlamentarias celebradas el 6 de diciembre de 2015. También inolvidable ese esfuerzo titánico de la ciudadanía venezolana. ¿Qué pasó después de celebrar la victoria?, Que se desencadenó otro de los capítulos para ejecutar los fraudes. Recordemos que las trampas se hacen de manera combinada. Unos poderes con otros. Lo que no se logra con las rectoras del CNE, lo consiguen los magistrados chimbos del irrito TSJ. Y si no, se activan los escuadrones del SEBIN o de la Policía Bolivariana o los esbirros del DGCIM.
También recuerdo que estando Antonio preso, comenzamos en mayo de 2016 a recoger firmas para organizar conforme a la Constitución Nacional, otro Referéndum Revocatorio. Ese esfuerzo también fue fallido. Maduro y sus mafias ordenaron echar a la basura los millones de rúbricas, que «contra viento y marea» aportó una ciudadanía ilusionada con ese mecanismo para sacar a Maduro del poder.
En definitiva, lo que se viene haciendo hace más de 60 años en Cuba, es lo que se ejecuta en Nicaragua, en Venezuela y hoy en día en Bolivia. Ya se sabe, por experiencia propia y ajena, que los que integran esa logia dictatorial ni dialogan con buenas intenciones ni organizan elecciones limpias.