(15 de junio del 2023. El Venezolano).- Cuando observamos a los llamados defensores de la soberanía nacional alzar sus voces, con esas poses cargadas de histrionismo, atrapados en el paroxismo propio de los fanáticos que enceguecidos por sus pasiones embisten contra todo aquello que se les antoje, comprendemos que lo hacen, siempre y cuando sirva para aparentar que se están jugando la vida por la patria.
Por Mitzy Capriles de Ledezma.
Todavía se escucha el eco de aquellas peroratas nacionalistas que aseguraban que “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”. Por lo que tenemos al día de hoy esas proclamas no eran más que un palabreo de esos impostores que se rindieron ante las indicaciones de Fidel Castro de ceder, sin ton ni son, nuestro espacio territorial a los guyaneses.
Son unos falsos nacionalistas porque se desviven recitando los pensamientos del Libertador Simón Bolivar y al compás de esa gritería patriotera revierten los esfuerzos y conquistas independentistas del padre de la patria, convirtiendo a Venezuela en un protectorado de los hermanos Castro que pisotean nuestro suelo a sus anchas. La invasión cubana es evidente, descarada y además se sabe que responde a la sumisión de unos gobernantes entreguistas que consienten semejante despojo de nuestra soberanía nacional.
Enarbolan nuestro pendón tricolor en las cúspides de los balancines que a duras penas, al día de hoy, sacan el escaso petróleo que producimos, pero no se detuvieron a pensar, un instante, que, declarando a PDVSA una empresa “roja, rojita”, se desencadenaría el desmoronamiento de nuestra industria de hidrocarburos que hoy está endeudada y paralizada y además con su capital humano desterrado. Como falsos nacionalistas desafían al “imperio yanki” simulando un arrojo que no han tenido cuando han debido reparar en las consecuencias de esa conducta entreguista de nuestro petróleo a sus aliados del Foro de Sao Paulo. Se rasgan las vestiduras mientras se desgañitan diciendo que “el petróleo es del pueblo”, pero se roban los miles de millones de dólares que se pagaban por las exportaciones, le siguen enviando crudo a sus protectores cubanos, desmantelan las refinerías y entre los planes está la idea, nada nacionalista, de ceder ese parque y nuestras reservas de petróleo y gas a las empresas de origen ruso, iraní y chino.
A los trabajadores de PDVSA y de las empresas básicas de la CVG los engatusaban con “cantos de sirena”, los hacían sentir dueños de esas industrias que ahora han chatarrizado, al mismo tiempo que a los lideres sindicales los meten presos o los apalean con sus grupos de choque. Así son esos charlatanes diestros en la mentira que se pone al descubierto ante la mirada de la ciudadanía que, afortunadamente, los tiene plenamente identificados tal como son: unos timadores de oficio.