(22 de diciembre de 2019. El Venezolano).- Cientos de kilómetros por delante, con la piel curtida y los pies en llamas por las úlceras. Algunos de los migrantes venezolanos en Colombia volvieron a tomar camino para pasar Navidad en casa.
Sin embargo, lamentan, será un viaje de ida y vuelta. “Por mi familia yo voy hasta el fin del mundo”, dice a la AFP Nicolás Muñoz, un albañil de 28 años, que salió de la ciudad colombiana de Bucaramanga (noreste) con una bandera tricolor amarrada a la cintura.
Su esposa Ariana (23), con cinco meses de embarazo, lo mira recostada sobre una señal de tránsito que anticipa la cuesta sinuosa que les espera, rumbo a la fronteriza ciudad de Cúcuta, a unos 200 kilómetros de distancia.
Cuando llegaron a Colombia, hace tres años, su hijo Ramón había acabado de nacer. Desde entonces cada diciembre van a Venezuela, aunque nunca habían emprendido el viaje a pie.
Muñoz quiere llegar “de sorpresa” a Maracay (norte) para estar con su madre, todavía afectada por la muerte de su esposo. “Esta será la primera Navidad sin mi papá”, dice con voz entrecortada.
“En enero me devuelvo” porque en Venezuela “ya no hay trabajo”, lamenta. No sabe si regresará caminando.
De los cerca de 4,5 millones de personas que abandonaron en los últimos años la otrora potencia petrolera, 1,5 millones están en Colombia, según la autoridad migratoria local.
La mayoría pasaron por estas carreteras huyendo de una crisis que vació sus bolsillos y ahora no tienen con qué pagar un pasaje de autobús.
Aunque el flujo normal de los llamados “caminantes” va en dirección a Colombia, Ecuador, Perú, Chile o Argentina, los hijos pródigos regresan en Navidad a Venezuela. Aunque sea por unos pocos días, reseñó AFP.