(07 de mayo del 2020. El Venezolano).- En su origen, sonero es un cantante de sones, va por los pueblos repartiendo su canto, contando historias a través del vehículo maravilloso de la música. Los primeros soneros notables fueron Vicentico Valdés, Miguelito Cuní, Arsenio Rodríguez, Benny Moré. Esos cantantes de talla descomunal, le enseñaron al mundo lo que es el arte de sonear, crearon esa forma de hacer el canto caribeño de raíz profunda y con poesía sencilla.
El 7 de mayo de 1942 en el conurbano puertorriqueño de Santurce, nació un hombre que sería heredero de ese legado artístico, Andy Montañez, fue llamado “El niño de Trastalleres” porque se crio en esa zona residencial ubicada detrás de los talleres del tren. El niño cantaba por las calles sin parar, como un pregonero. A los 8 años de edad participó en un programa para la caza de talentos y obtuvo una mención de honor. Fue el primer aldabonazo para anunciar lo que sería una larga carrera como cantor de alto vuelo, que sería respetado en el mundo entero.
Sus primeros trabajos profesionales los realizó con tríos de música romántica, esencialmente cantaba boleros. En ese momento histórico dominaban la escena musical americana El Trío Matamoros, Los Panchos, Los Tres Ases, Los Reyes. Andy debutaría con El Trío Los Duendes a finales de la década de los 50.
En 1962, el respetado maestro Rafael Cortijo, lo recomienda al pianista Rafael Ithier quien estaba seleccionando talentos para crear “El Gran Combo de Puerto Rico”. Andy con solo 20 años de edad, pasó la prueba cantando un tema emblema de su admirado Vicentico Valdés. Así comenzó una etapa fructífera que se extendió por 15 años con esa orquesta, donde cantó temas que se convirtieron en clásicos, entre otros: El barbero loco, Julia, Un verano en Nueva York, Las hojas blancas, Vagabundo, Milonga sentimental:
“Milonga pa’ recordarte
milonga sentimental
otros se quejan llorando
yo canto pa’ no llorar.
Tu amor se secó de golpe
nunca dijiste porqué
yo me consuelo pensando
que son cosas del querer”.
(Juan Carlos Baglietto).
Andy fue el mayor de una familia de 18 hermanos, su padre Andrés era un apasionado del tango y las milongas rosarinas. Por ello, cuando cantaba esos temas, Andy los dedicaba espiritualmente a su progenitor.
El período que vivió con El Gran Combo de Puerto Rico se cerró cuando recibió la invitación de una orquesta de salsa venezolana que venía en expansión ciclónica, La Dimensión Latina. En febrero de 1977 se radicó en Caracas para ser su cantante estelar, el boricua llegaba a llenar la vacante que había dejado Oscar D´ León, quien fue miembro fundador de esa banda caracterizada por tener tres trombones. Con ellos, Andy colocó en los primeros lugares de las carteleras musicales muchos temas, como “El eco de un tambor”, “Pan de piquito”, “Rumberos de Ayer”, “Son del Bohío”, “El cantante errante”, este último fue arreglado por Luis Perico Ortiz en 1979. Recordamos el son que el maestro Tite Curet Alonso le compuso especialmente para su debut:
“El eco de un tambor
fue el que me hizo olvidar
sonó, sonó, sonó,
hasta que amaneció.
Qué placer para mí
olvidarme de ti
sonando mi tambor
de nuevo soy feliz”.
En esos intensos años en la capital venezolana, lo acompañaron en los escenarios los colegas cantantes Wladimir Lozano y Rodrigo Mendoza. Pudo compartir con otro excelente bolerista y guarachero de mucho calibre, Argenis Carruyo, juntos grabaron la celebérrima “Combinación Latina # 4” una joya de los mosaicos. Así como el Tema “Linda Minerva”, bolero son del maestro Pedro Flores, donde Andy hace la segunda voz, con graves profundos, como lo aprendió en sus tiempos con el trío Los Duendes:
“Gentil y bella, sencilla y adorable
linda y graciosa como una flor,
omnipotente en sus formas palpitantes
risueña como el ángel del amor.”
El director de La Dimensión Latina, el destacado trombonista César Monge “Albóndiga”, declaró a los medios: “Andy Montañez le dio impulso internacional a nuestra orquesta. Él debutó con nosotros en México en 1977 y los tres años posteriores, recorrimos muchas capitales del mundo gracias a sus contactos, sus amistades.”
En esa Caracas bohemia de la década del 70, Andy conoció a una maracucha hermosa, hermana menor de la actriz Marisela Berti, con la que se casó y convivió por cuatro años, tiempo que sirvió para que Andy conociera la gaita y aprendiera a cantarla, entendiera su ritmo en 6/8. A igual que su compatriota Chucho Avellanet y Gilberto Santa Rosa, grabó gaitas con solvencia. Por ello, en 1996 aceptó la invitación de la agrupación Todos Estrellas para ser el solista de la gaita “De la Pastora al Saladillo” de los autores Wolfang Romero y Leandro Zuleta:
“Un permiso soberano
le concedió a Billo
de La Pastora al Saladillo
de un caraqueño a un zuliano,
para que llevara al bardo
al terruño de su idilio”.
La voz de Andy Montañez es privilegiada, su timbre brillante, su tono alegre. Su registro es amplio, porque logra notas profundas de barítono y notas altas de tenor, con una clave innata, con un sentido del ritmo propio de los grandes pioneros de la rumba, de la plena y el son.
En 1980 regresó a su amada isla Borinquen para comenzar su carrera como solista. Conformó una orquesta con Don Periñón. En paralelo participó en el proyecto orquestal Puerto Rico All Stars donde se reunieron los mejores cantantes de salsa nacidos en la isla, talentos que no fueron contratados por la Fania All Stars, la megaorquesta creada por el productor judío Jerry Masucci, y dirigida por el flautista dominicano Johnny Pacheco. En ese proyecto discográfico, Andy grabó el tema “Reunión en la cima”, de la autoría de Tite Curet Alonso, quien ya estaba consagrado como el mejor compositor de la salsa. Fue la bandera de ese movimiento divergente salsero, una respuesta musical a la hegemonía neoyorquina de la Fania.
Poco a poco Andy fue colocando temas en las carteleras musicales como “Me gusta”, “Genio y figura”, “Casi te envidio”, “En mi puertorro” junto al reguetonero Julio Voltio (la llamada salsatón). En la orquesta lo acompañaron tres de sus hijos: Harold, Andicito y Liza. Han realizando giras importantes por Europa, los Estados Unidos, Colombia, Perú y Venezuela. Ellos conforman una perfecta unidad laboral para la música y una unidad afectiva para el amor filial. Hace poco, su hija Liza fue diagnostica de esclerosis múltiple, y eso la alejó de los escenarios, la relegó a una silla de ruedas, fue un golpe muy fuerte para el sonero de Trastalleres y su familia.
En 2012, Andy recibió la invitación del pianista nacido en Harlem, el talentoso productor Sergio George, para formar parte del colectivo que llamó Salsa Giants, donde compartió escenarios con Oscar D´ León, Cheo Feliciano, Luis Enrique, Marc Anthony, La India, Willy Chirino, la japonesa Nora, El Canario e Ismael Miranda. El debut se produjo en la isla de Curazao en el North Sea Jazz Festival. Allí Montañez interpretó solvente su tema “Casi te envidio” de los autores españoles Moncada y Cepero, de 1988:
“Me dices que te has vuelto a enamorar
y yo no te comprendo lo que dices,
si es que de mi te has olvidado ya
o buscas otros sueños más felices”.
El proyecto Salsa Giants grabó dos álbumes, dos joyas de la salsa contemporánea, y sigue latente. En medio de la gira de esa agrupación inusual, se produjo la sorpresiva muerte del sonero boricua Cheo Feliciano, producto de un accidente de tránsito, fue un jueves santo de 2014, cuando regresaba a su residencia en la capital de Puerto Rico. Días después tuvieron concierto en México y lo dedicaron a su memoria.
Andy Montañez ha sido un hombre de ideas progresistas, vinculado a los movimientos independentistas de su isla Puerto Rico, no comparte el estatus de “Estado libre asociado” para su nación, sobre todo después de los huracanes y tifones que han dejado a la isla en la más absoluta calamidad, sin servicios públicos, sin empleos; y no recibieron la ayuda necesaria.
Andy grabó junto a Pablo Milanés, el icónico representante de la Nueva Trova Cubana, su amigo entrañable. Por ese álbum titulado AM-PM, recibieron el premio Grammy Latino en 2006. Luego Montañez fue vetado en Miami, execrado del Festival de la Calle 8, porque en un concierto de Silvio Rodríguez en San Juan, él subió al escenario y le dio un abrazo al cantor cubano. Una medida injusta y contraria al universo tan democrático de la música.
En tres ocasiones, la adversidad ha tocado las puertas de la vida del sonero puertorriqueño. En una ocasión estaba en la oficina del cantante Gilberto Santa Rosa, conversaban plácidamente, hacían planes para futuras giras juntos y luego de tomar varios cafés, Andy se despidió, salió hacia el ascensor del edificio en el Viejo San Juan, presionó el botón del ascensor y de inmediato entró, pero el ascensor no estaba y cayó al vacío, sobre el techo de la cabina que estaba un piso más abajo. Entre grasa y aceite, guayas y pernos, allí estuvo unos minutos mientras se recuperaba y trataba de entender lo sucedido, hasta que pudieron rescatarlo y milagrosamente salió ileso.
En otra ocasión, realizaba una gira por la Costa Atlántica colombiana y la camioneta que lo trasladaba junto a su orquesta luego de la actuación, tuvo un desperfecto y colisionó contra un árbol. Andy salió disparado unos 10 metros, cayó sobre trozos de cristales, allí estuvo varios minutos sangrando y adolorido hasta que lo rescataron. Pasó días en cuidados especiales. Lo operaron tres veces del pie derecho por fracturas, pero salvó su vida prodigiosamente. Su actual esposa, la venezolana Xiomara Acuña, se encargó de cuidarlo con celo.
En el mes de julio de 2019, la fatalidad tocó su puerta para llevarse a su hijo mayor, conocido como Andicito de 54 años de edad, el carismático gordo era cantante del clan Montañez. Misteriosamente apareció sin vida en su casa ubicada en la calle Comercio en Santurce. Andy Júnior fue su compañero de giras, su mánager y su afectuoso cofrade durante 25 años. Su padre declaró a los medios desencajado y abatido: “Gracias por la solidaridad y el cariño que nos muestran. Pero esto no es un show, se tratada de mi hijo, discúlpenme” y entró a la residencia donde fue hallado el cadáver de su hijo mayor, ya estaba en estado de descomposición.
Colombia ha declarado a Andy Montañez, hijo ilustre, lo invitan constantemente a cantar a Cali, Cartagena, Medellín. Participó en el homenaje al Grupo Niche. También Perú es una plaza que le sonríe constantemente al santurzano. Actualmente reside entre Puerto Rico y Caracas, mantiene una apretada rutina de conciertos. Su actual esposa Xiomara, fue su fan enamorada, ha sido su mejor enfermera en las adversidades que le ha tocado soslayar; llevan 30 años juntos, tienen dos hijos.
Andy Montañez tiene lauros inobjetables: 26 álbumes grabados con El Gran Combo de Puerto Rico, 8 con La Dimensión Latina, 21 como solista; cuenta también con el Premio a la Excelencia Musical del Latin Grammy 2018, la incursión con Sergio George y su proyecto. Casi seis décadas después de haber iniciado su carrera, sigue cantando en los mismos tonos, con solvencia, con alegría centelleante. Sin duda, es un cantor que está en la memoria de la gente, que genera respeto entre los músicos del continente. Un sonero errante, portador de la alegría y el romance: Andrés Montañez Rodríguez, el gran Andy.
León Magno Montiel