(03 de mayo del 2023. El Venezolano).- Una sombra serpentea en las aguas turquesa de una playa en Venezuela, signo de la explosiva propagación de un coral blando del Indo-Pacífico en las costas del Caribe, considerada por especialistas una de las invasiones marinas más letales del mundo.
«Esto es una catástrofe ecológica», dice a la AFP el biólogo marino Juan Pedro Ruiz-Allais, director de Proyecto Unomia, quien lleva más de una década investigando este fenómeno.
Vistas de cerca, las colonias de este coral de tonos ocre y rosa recrean una danza surrealista cuyo ritmo es determinado por la dirección de las corrientes. Pero aunque no representan un peligro para los humanos, son nocivas para el medio ambiente.
Se cree que el invasor, que se aferra a seres vivos, rocas o lechos marinos destruyendo ecosistemas, fue introducido ilegalmente con fines comerciales en el Parque Nacional Mochima, un paradisíaco grupo de islas que abarca más de 94.000 hectáreas entre los estados Anzoátegui y Sucre (noreste).
Por su vistosidad, los corales blandos tienen usos ornamentales: un pólipo con alta capacidad para prosperar en acuarios puede venderse entre 80 y 120 dólares.
Cuando Ruiz-Allais lo descubrió en 2007, «era una especie desconocida en el Caribe, inclusive en el Atlántico», al punto que «nadie sabía de qué se trataba».
Con ayuda de la Universidad de Tel Aviv en Israel, se publicó un primer reporte científico en 2014. Primero se lo catalogó como un coral blando tipo Xenia (familia Xeniidae) y para 2021 se logró su identificación definitiva: Unomia stolonifera.
Este inquilino indeseable ha colonizado el equivalente a 300 estadios de fútbol en la costa del estado Anzoátegui (centro-norte), según estimaciones «conservadoras». Hallazgos más recientes lo ubican a unos 450 kilómetros de Mochima, en Valle Seco, una playa cercana a la población de Choroní, en el estado Aragua, reseñó El Nacional.
Además de Aragua, el desplazamiento del coral exótico, que viaja en redes pesqueras, anclas o lastres de embarcaciones, alcanza otras regiones.
«Es un gran colonizador, literalmente asfixia los arrecifes y los desaparece», comenta a la AFP Gustavo Carrasquel, director de la ONG Azul Ambientalistas, durante una visita a Valle Seco.