(03 de marzo del 2021. El Venezolano).- He visto críticas de todo después de los resultados de la elección, pero nadie ha mencionado la conclusión fundamental y acuciante: el domingo los salvadoreños demostraron que les importa un carajo la Constitución, las leyes, la República y la Democracia. En toda nación civilizada se castiga al que transgrede las leyes, así sea Juan Pérez o John Peters, en El Salvador al necio que irrespeta la ley se le premia con poder absoluto. El domingo los salvadoreños han manifestado que no les importa si un funcionario ha sido procesado por calumnia, si ha irrespetado una decena de resoluciones judiciales, si se salta procedimientos legales u constitucionales, si es averso a la rendición de cuentas o si es insumiso frente al orden. El domingo los salvadoreños han declarado que les importa un carajo la separación y distribución del poder, y por ende, que les importa un carajo si mañana amanecemos en un principado, un emirato, o una inmensa finca; han declarado que no les importa un carajo escuchar la voz de las minorías; que están de acuerdo con proscribir a los disidentes y con amordazar a la Prensa y la libertad de expresión. El domingo, los salvadoreños han convertido al idiota que se tira el semáforo en rojo, que hace lo que le viene en gana, que escupe y se desternilla de risa sobre las instituciones y los derechos fundamentales de los demás, en héroe nacional. Estamos a dos pelos de recién nacido de sustituir el Monumento al Divino Salvador del Mundo por un becerro de oro o un macho cabrío. Todo indica que a petición del público, en mayo conoceremos las Siete Plagas de Egipto.
No me interesa ser políticamente correcto, me avergüenza ser salvadoreño.