Desde su tumba, José Guillermo “Ñeñe” Hernández parece seguir influyendo en la política colombiana y hasta burlándose del chavismo. Mientras en Venezuela el nombre del narcoganadero resuena como un eco incómodo para Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, en Colombia, figuras como Waldo Rujano –quien hoy se enfrenta con el gobernador Freddy Bernal– aparecen relacionadas con el fallecido personaje, aunque muchos, hoy, dicen no conocerlo.
Escrito por: Santos Luzardo / reporte de la economía
El Ñeñe Hernández, esposo de la ex reina nacional de belleza María Mónica Urbina, fue durante años una figura prominente en el norte de Colombia. Ganadero de abolengo, anfitrión de fiestas exclusivas y amigo de políticos de alto nivel, fue también uno de los principales financiadores de la campaña presidencial de Iván Duque en 2018. Sin embargo, tras su muerte en mayo de 2019, una oscura red de vínculos con el crimen organizado empezó a revelarse.
De la élite al crimen
Oriundo de Valledupar, capital del departamento del Cesar, el Ñeñe construyó una imagen de empresario exitoso. Propietario de fincas y lujosos inmuebles, su vida parecía la de cualquier hombre de negocios adinerado. Pero tras su asesinato en Brasil, cuando supuestamente fue víctima de un intento de robo por un reloj Rolex valorado en millones de pesos, el país comenzó a conocer su otra cara.
Murió el 2 de mayo de 2019 en Uberaba, Brasil, luego de recibir tres disparos durante un asalto. El hecho generó gran conmoción. Incluso el expresidente Álvaro Uribe Vélez expresó sus condolencias públicamente:
“Causa mucho dolor el asesinato de José Guillermo Hernández, finquero del Cesar, asesinado en un atraco en Brasil donde asistía a una feria ganadera”.
Lo que siguió fue un verdadero terremoto político y judicial.
El escándalo que salpicó a Duque
Poco después de su muerte, la Fiscalía y la Policía revelaron que el Ñeñe estaba siendo investigado desde 2015 por el asesinato de Óscar Rodríguez Pomar, hijo de un prestamista barranquillero, con quien mantenía una deuda superior a los 1.000 millones de pesos (unos USD 246.000). Pero lo más explosivo fue el contenido de unas interceptaciones telefónicas realizadas en julio de 2018, en plena recta final de las elecciones presidenciales.
En los audios, Hernández hablaba con una mujer sobre la necesidad de “buscar una plata para pasar bajo la mesa y soltarla en los departamentos”, sugiriendo el uso de dineros ilícitos en la campaña electoral de Duque. El escándalo, conocido como el “Ñeñe-política”, involucró directamente al entonces presidente y puso en duda la transparencia de su elección.
A esto se sumaron las denuncias de la excongresista Aida Merlano –hoy prófuga de la justicia colombiana y refugiada en Venezuela–, quien también habló de compra de votos y corrupción a gran escala durante esa contienda electoral.
Vínculos con el crimen organizado
Tras su muerte, también se establecieron sus conexiones con Marcos de Jesús “Marquitos” Figueroa, uno de los criminales más temidos de la costa Caribe colombiana. Figueroa era un poderoso contrabandista y narcotraficante que operaba en los departamentos de Cesar y La Guajira, tan temido que ni los paramilitares del Bloque Norte de las AUC lograron someter a su grupo armado.
La relación del Ñeñe con Marquitos Figueroa reforzó las sospechas de que su poder económico y su cercanía con las élites políticas tenían raíces en negocios ilícitos. Pese a esto, muchos de los que en vida compartieron tarima, fiestas y fotografías con Hernández, hoy se desmarcan del personaje. Uno de ellos es Waldo Rujano Mora, quien hoy reniega de cualquier vínculo, aunque las imágenes y evidencias sugieren otra historia.
El legado de un fantasma incómodo
¿Quién fue realmente el Ñeñe Hernández? Un hombre que vivió entre el glamour y el crimen, entre los cocteles con políticos y los negocios con mafiosos. Su historia es la de una Colombia que aún no logra romper los lazos entre la política y el narcotráfico.
Mientras tanto, su nombre sigue apareciendo en discursos, investigaciones y escándalos. Desde el más allá, el Ñeñe parece seguir incomodando a presidentes, ministros y exsocios, como un espectro que se niega a desaparecer.
José Guillermo “Ñeñe” Hernández no solo fue un financista electoral con conexiones en la alta sociedad. Según informes oficiales de la Fiscalía y la Dijín, también fue el brazo político y financiero de una de las estructuras criminales más peligrosas del norte colombiano: la de Marcos de Jesús Figueroa, alias Marquitos.
Figueroa, quien actualmente estaría recluido en una prisión de Ibagué, enfrenta cargos por narcotráfico, homicidio y lavado de activos. Su captura ocurrió en 2016 en Brasil, país al que huyó para continuar sus actividades ilícitas, y donde, coincidentemente, fue asesinado el Ñeñe tres años después, en 2019. Desde entonces, crece la hipótesis de que su muerte fue producto de un “cobro de cuentas”.
En junio de 2019, tras su captura, las autoridades colombianas realizaron allanamientos masivos a propiedades vinculadas a Marquitos Figueroa. La Dijín identificó más de 12.000 bienes sujetos a extinción de dominio, muchos de ellos registrados a nombre de Hernández, lo que confirmó su estrecha relación con la estructura criminal del capo guajiro.
El asesinato de Óscar Rodríguez: la pista que lo delató
Uno de los casos que terminó de confirmar el nexo criminal entre el Ñeñe y Figueroa fue el asesinato de Óscar Rodríguez Pomar, ocurrido el 18 de agosto de 2011 en Barranquilla. La víctima era hijo del prestamista Carlos Rodríguez Gómez, a quien el Ñeñe debía una fuerte suma de dinero.
Diego Armando Acuña, alias Dieguito, sicario confeso del crimen, relató que el verdadero objetivo era el padre, y que fueron hombres de Marquitos quienes lo contactaron para ejecutar “la vuelta”. Según su testimonio, fue el Ñeñe quien habría pedido el favor al narco para eliminar al prestamista, aunque la operación terminó en una trágica confusión.
Otro testimonio clave, esta vez de un testigo protegido de la Fiscalía, va más allá: asegura que el asesinato fue financiado por varios actores, entre ellos el exalcalde de Tenerife, Ómar Vanegas, alias Roco (extraditado a Estados Unidos por narcotráfico), y un ciudadano venezolano cercano al Ñeñe, Edmundo González, alias Peco. Entre los tres habrían “armado una polla” (una colecta) para pagar al sicario.
Ñeñe, Figueroa y Kiko Gómez: la élite criminal del Caribe
El nombre del Ñeñe también aparece junto al del exgobernador de La Guajira, Juan Francisco “Kiko” Gómez Cerchar, condenado por múltiples homicidios, incluido el de la exalcaldesa de Barrancas, Yandra Brito. Este crimen fue ejecutado en complicidad con la estructura de Marquitos Figueroa, según la Fiscalía.
Kiko Gómez fue sentenciado recientemente a 55 años de prisión no solo por la muerte de Brito (28 de agosto de 2012), sino también por los asesinatos de su esposo Henry Ustáriz y de Wilfrido Fonseca Peñaranda, cometidos en 2008. En el organigrama del grupo criminal, tanto el Ñeñe como Gómez ocupaban posiciones dentro del llamado “brazo político”.
Ñeñepolítica: el escándalo que alcanzó a Duque y Uribe
Los audios que se conocieron tras la muerte del Ñeñe Hernández desataron el mayor escándalo electoral de los últimos años en Colombia. En esas grabaciones, se hablaba abiertamente de mover dinero ilegal en departamentos clave durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2018.
Aunque tanto el expresidente Iván Duque como su mentor Álvaro Uribe han negado cercanía con Hernández, las fotografías, videos y la gravedad del contenido filtrado cuentan otra historia. Fue el mismo Uribe quien confirmó que la mujer que habla con el Ñeñe en el audio más comprometedor es María Claudia Daza, su asesora de confianza en el Congreso, conocida en los medios como “Caya” Daza.
El Ñeñe no solo conocía al círculo más estrecho del poder uribista, sino que fue uno de sus principales operadores en los departamentos de Cesar y La Guajira durante la campaña. Su relación con políticos, narcotraficantes y asesores presidenciales no era casual, sino parte de una estrategia que hoy, desde su tumba, sigue generando ondas sísmicas en la política colombiana.
Uno de los fragmentos más comprometedores del escándalo conocido como la Ñeñepolítica proviene de una conversación interceptada entre José Guillermo “Ñeñe” Hernández y María Claudia Daza, asesora de confianza del expresidente Álvaro Uribe.
En el intercambio, Daza le expresa su preocupación por las elecciones presidenciales y señala:
“Hay que trabajar mucho”.
A lo que el Ñeñe responde sin rodeos:
“Yo ayer le decía a Priscila que nos tenemos que poner las pilas. Hay que buscar una plata para pasar bajo la mesa para soltarla en los departamentos”.
Daza replica que ya consiguió “1.000 paquetes”, una aparente referencia a mil millones de pesos, y que está gestionando apoyo con empresarios para movilizar esos fondos. Enseguida, el Ñeñe agrega con notable desparpajo:
“En la pasada nos aprovechamos de la plata que se robaron de Vargas Lleras, de transporte y de cosas. En estas otras no la vamos a tener. ¿Usted se imagina donde nos hubieran cogido esos ciento y pico de millones de pesos? ¿Qué hubiera pasado en el Valle? Mauricio se lo dijo a Priscila: no se dejen llevar de la vieja Francia Sierra”.
Daza luego menciona que ya tienen pruebas sobre el esposo de Francia Sierra y que piensa llevarlas “con video y todo” el martes al propio Uribe. La conversación culmina con una frase reveladora de la dimensión operativa del Ñeñe y su vínculo con los altos mandos del uribismo:
“Me mandó Iván y Uribe para Manaure, Uribia, Riohacha y Maicao, tenemos que ganar en La Guajira”.
En este intercambio, no solo se menciona de forma directa a Iván Duque y Álvaro Uribe, sino que también se sugiere que fondos de la campaña de Germán Vargas Lleras, exvicepresidente y candidato en la misma contienda, fueron desviados para beneficiar a Duque tras su salida de la primera vuelta.
Además, aparece el nombre de Priscila, posiblemente Priscila Cabrales, otra figura cercana al entorno uribista, lo que subraya la amplitud del entramado detrás de la operación electoral.
Y entonces, cabe preguntarse:
¿Estas conversaciones son solo palabras sueltas? ¿Estas fotografías juntos con Hernández, en eventos, celebraciones y mítines, tampoco significan nada?
¿Mera coincidencia?
Que cada quien establezca sus propios criterios. Los hechos, los audios y los vínculos están a la vista.


