(14 de enero del 2021. El Venezolano).- Producto de la riqueza petrolera se aquilataron y reafirmaron actitudes ya existentes en la índole venezolana. La ligereza, la tendencia al derroche, la desunión de la idea de riqueza de las de trabajo; ahorro e inversión hizo que la creencia de azar se hiciera más patética en toda forma de vida. En efecto, creció la pasión lúdica, lícita e ilícitamente, con la anuencia del Estado o a espaldas de este. Las cifras del mismo crecieron tanto como las del consumo de bebidas espirituosas, pues un porcentaje cada vez más elevado se empleó en diversas formas de juego y saturnales; había la impresión de que el erario podía desarrollarse incalculablemente y sus habitantes exentos de aportar ante un don tan fabuloso e indecible de esencia y de suerte. El gasto público aumentó en unos 30 años casi un mil porciento.
Resaltante que nuestra renta petrolera (1945-1977) se avala por un análisis preciso de la política petrolera anterior a 1939, que culminó en la reforma de 1943, y el CN aprobó el 13/3 de aquel año, cuando se aseguró al país, tras la II Guerra Mundial el ingreso petrolero más relevante habido en su historia y uno de los más grandes que país del mundo haya derivado de una sola actividad más un programa ambicioso de siembra del petróleo. Al fin de dicha guerra el presupuesto nacional no alcanzaba unos 500 millones de bolívares. De haberse programado la inversión por aumento de la renta, que sucedería en virtud de dicha reforma, hubiese sido posible, sin aumento de la burocracia ni de los gastos políticos, lograr una aplicación total de la economía venezolana, que redundaría en beneficio de las generaciones venideras y no en huida y desdiáspora de talentos a manos de los inescrupulosos traficantes de almas.
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