(30 de octubre del 2021. El Venezolano).- Nicaragua está a las puertas de una jornada electoral que se celebrará el próximo 7 de noviembre en medio del llamamiento de la oposición a la abstención para evitar otros temidos cinco años del presidente, Daniel Ortega, en el poder, y las denuncias de un entorpecimiento de representación real que ha dejado a decenas de precandidatos encarcelados.
La premisa es que «si Ortega le ha quitado el derecho a la ciudadanía a ejercer su derecho, a elegir quiénes van a ser sus autoridades, el pueblo tiene el derecho de abstenerse de llevar a cabo su voto, sobre todo porque todo el sistema está viciado», ha denunciado en una entrevista con Europa Press Alexa Zamora, miembro del consejo político de la Unidad Nacional Azul y Blanco, la formación que se perfilaba como principal oponente al oficialismo antes de que su aspirante fuera encarcelado.
Pero no solo esto, sino que «la simple asistencia de un ciudadano incluso a ejercer su voto nulo puede ser manipulada por los operadores del régimen en las juntas receptoras de votos para consolidar y respaldar los resultados que Ortega ya tiene listos», ha alertado Zamora, algo que ha venido denunciado la oposición en los últimos meses ante lo que se considera un resultado ya predeterminado.
En este sentido, «el miedo de Ortega es perder el poder por la vía electoral si hubiese condiciones mínimas de libertad para el ejercicio de la voluntad ciudadana en los comicios», por lo que el ahora presidente se ha asegurado de «ya tener los resultados y alzarse el 7 de septiembre como presunto ganador», ha criticado, a su vez, Héctor Mairena, portavoz de la formación Unión Democrática Renovadora – UNAMOS.
En concreto, Ortega «se convenció desde finales del año pasado, que cualquier posibilidad electoral iba a ser aprovechada por la población nicaragüense para liberarse del orteguismo», por lo que decidió «aniquilar la posibilidad de que esas elecciones fuesen libres», ya que «la existencia de condiciones mínimas significaría su derrota electoral por la vía cívica».
Para garantizar su victoria, ha denunciado Mairena, Ortega ha impulsado la aprobación de varias legislaciones «represivas», como la ley de delito informático o la ley de agentes extranjeros, así como una reforma electoral, «contraria a lo que la población ha venido demandando en los últimos años» y que impide «elecciones libres, transparentes, inclusivas y observadas en Nicaragua», como ha venido pidiendo la comunidad internacional.
Al principio, ha asegurado Zamora, estas reformas fueron interpretadas como una suerte de obstáculos con los que el presidente pretendía que «los candidatos se abstuvieran a participar». Contrariamente, «siguieron adelante mientras el respaldo popular seguía incrementándose, por lo que era bastante evidente que podrían haber ganado».
Todo esto junto a una «escalada represiva que ha significado la cárcel de gran parte del liderazgo opositor, incluyendo los principales siete precandidatos».
ACUSACIONES ENTRE LA OPOSICIÓN
Pero esta opinión no es compartida por todos aquellos que se oponen a Ortega, como es el caso del candidato presidencial de Alianza por la República, Gerson Gutiérrez, que afea que esta campaña en favor de la abstención «al único al que favorece es al candidato del oficialismo». «Él (Ortega) está feliz con esa campaña».
«Si no salimos a votar, tendremos más de lo mismo», ha alertado, quién ha desconocido a la oposición que ha impulsado la iniciativa, a la que ha acusado de «gastar cualquier recurso con tal de desprestigiar estas elecciones». «La solución es el voto. El voto masivo es decisivo», ha insistido al respecto.
De hecho, Gutiérrez ha criticado que «esos partidos iban en las mismas condiciones que nosotros», pero como «finalmente no han concurrido, defienden que si no es por ellos, no hay que votar». «Muchas veces la comunidad internacional tiene una visión sesgada sobre la realidad de Nicaragua», ha reprochado.
La gente en Nicaragua «tienen las cosas claras: quieren rostros nuevos, personas que no estén involucradas en corrupción y que puedan servir al pueblo», ha alegado, para insistir en que «los fiscales del partido van a estar presentes para verificar el voto», por lo que tienen «confianza» en el proceso». «Si nosotros no participamos en las elecciones, que es la única vía cívica, entonces qué nos espera», ha planteado.
En total, concurren seis candidatos presidenciales, incluido Ortega, en estas elecciones, a quienes se les ha acusado de «colaboracionistas» o «zancudos», término con el que se conoce a partidos que habrían colaborado anteriormente con el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
«Los partidos que históricamente han trabajado de la mano con el FSLN, en términos estadísticos carecen de capital político», ha afeado Zamora, quien ha agregado que «incluso alguno de esos partidos solamente aparecen cuando va a haber un proceso electoral».
Es difícil recabar encuestas electorales en el panorama nicaragüense: desde la oposición aseguran que los sondeos apuntan a que un candidato único de la oposición vencería a Ortega, mientras que desde Alianza por la República insisten en que sus encuestas apuntan que su candidato será el claro ganador de los comicios. No obstante, los sondeos afines al oficialismo apuntan a una nueva victoria del presidente en las urnas.
EL ROL DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
Si bien diferentes organizaciones y la comunidad internacional han venido denunciando las condiciones en las que tienen lugar las elecciones, e incluso la UE o Estados Unidos han adelantado que se preparan para no reconocer los resultados que emanen de estas, desde la oposición les piden que «las declaraciones se manifiesten en acciones más concretas», ha reclamado Zamora.
Lo primero en lo que se debe trabajar es «que no haya cinco años más de Ortega», algo que puede adelantar la comunidad internacional ya que «tiene la capacidad de establecer un aislamiento en términos de cerco diplomático, no reconociendo los resultados de estas votaciones, por tanto ni a Ortega ni a las autoridades que resulten de este proceso», han instado desde la Unidad Nacional Azul y Blanco.
«Al no ser elecciones libres no tienen ninguna legitimidad, es más, ni siquiera son elecciones porque no se va a elegir nada», ha remachado Mairena, que ha adelantado que Ortega «otorgará algunos curules a la ‘oposición’ para intentar superar la gran presión internacional que hay».
En especial, ha recordado Zamora, «organismos financieros internacionales, que aún continúan brindando fondos a Ortega».
DESAFÍOS POST 7 DE NOVIEMBRE
«El gran desafío que tiene la sociedad nicaragüense es precisamente ejercer la oposición, relanzar la resistencia física y lograr arrancar a la dictadura elecciones libres y transparentes, ya que la vía para conquistar y restituir la democracia en Nicaragua es la vía pacífica, la vía electoral», ha defendido Mairena.
En este sentido, que ha sido «una constante» en el país centroamericano, «el fortalecimiento interno de la oposición», donde se logre una «confluencia de toda la oposición que, respetando la diversidad y pluralidad, tenga objetivos en común», que se centren en «lograr el desconocimiento internacional del régimen de Ortega».
Zamora ha lanzado, por último, un llamado a «todos los nicaragüenses en el mundo para que salgan a manifestarse el 7 de noviembre en las calles para hacer evidente el repudio contra el fraude». «Si nuestros hermanos no pueden salir a las calles de Nicaragua, nosotros tenemos la responsabilidad de salir de levantar las voces por ellos», ha concluido.