(21 de octubre del 2021. El Venezolano).- Todavía la familia está en la terrible etapa del duelo por José Rafael. No se sale del golpe que ello significa, y es natural. No es fácil adaptarse a la realidad de la desaparición física de uno de sus integrantes aún cuando la muerte sea un hecho inevitable para todos, absolutamente para todos, y en especial para una persona que como él siempre anduvo ante desafíos llenos de peligros en el ejercicio de su profesión.
Después de tantas batallas que dio en su vida y que lo mostró invencible cayó ante el último de los enemigos que desafió, la peste que anda haciendo estragos azotando al mundo y contra la cual también se reveló negándose a la vacuna que insistentemente todos le pedíamos que se la pusiera. Pero allí sí perdió, fue su batalla final aunque la hija en medio de su gran dolor porque lo amaba, afirma que continuará el legado, que mantendrá vivo el espíritu guerrero que a su padre siempre lo animó. Ella es una jovencita, Dorelys se llama, está próxima a recibir su título universitario de periodista “yo seguiré su ejemplo” afirma entre sollozos.
La defensa preventiva que mi hermano implementó ante el COVID fue mudarse a un apartado pueblecito de Aragua, San Sebastián de Los Reyes, allí sin rebajar su actividad de comunicador social mantenía una pequeña granja donde criaba gallinas y ovejas, cultivaba maíz y frutas , ese era su escudo contra la pandemia Siempre me enviaba fotos de hermosos mangos -mi fruta preferida- con los que me ofrecía un agasajo para cuando pudiera regresar a la patria. Duele no haberle podido cumplir con ese deseo.
Con las dificultades para comunicarse desde aquél recóndito lugar donde falla la electricidad y la comunicación telefónica siempre encontrábamos oportunidad para conversar. Un tema recurrente era mi preocupada alerta por sus fuertes denuncias de corruptelas sobre todo en tribunales de Aragua y de Carabobo, yo le advertía sobre las consecuencias debido a su situación de “sub judice” que es como los abogados llamamos a quienes están bajo procesos judiciales en situación de precaria “libertad provisional de cárcel segura”, que es la denominación legal que le mantuvieron hasta su muerte.
Esas alertas que le repetía se debía a que él siempre estaba en medio de un torbellino comunicacional. Tribunales, jueces, funcionarios policiales eran el espacio de sus investigaciones y denuncias. Se iba al ataque con todo contra la corrupción y los abusos que a partir de allí se generaban. De nada le valían amenazas, persecuciones, citaciones a declarar que frecuentemente le llegaban como medidas de presión para que cesara en su actividad. En verdad nunca supo lo que era el miedo y así lo demostró durante los mas de cuatro años que lo mantuvieron en la cárcel en una de las peores que han existido en Venezuela, así como en los siguientes 8 años de libertad condicional.
Aquel episodio carcelario fue terrible, a José Rafael le montaron una emboscada a la que acudió sin miedo y sin precauciones a pesar de que quien lo tenía en la mira y la organizó fue el poderoso Wilmer Ruperti quien se constituyó formalmente en su acusador privado.
Ruperti armó el tinglado de policías, fiscales y jueces de su particular nómina, toda una pandilla con la que formó un ejército en el que también participaban algunos políticos, Luís Tascón y Pedro Carreño entre ellos. Uno de esos juececillos al servicio del mejor postor decretó la detención de mi hermano y ordenó específicamente su envío a la peligrosa cárcel La Planta donde enfrentó muchos terribles episodios entre las que hubo hasta dos intentonas para matarlo y de las que se salvó de milagro.
Pasado con creces el tiempo legal para una detención preventiva, el muy reputado penalista Dr. José Luís Tamayo y yo hacíamos fuerte actividad defensiva reclamando el cierre del caso, pero todo era inútil, la orden del magnate petrolero era clara: “¡Que siga preso!”
José Rafael se declaró en huelga de hambre, y como era él, fuerte de convicciones, de ser necesario la llevaría hasta la muerte. Aquella huelga le causó varios episodios de salud, hasta perdió un riñón. Él padecía diabetes y no permitían llevarlo a algún centro médico, lo atendían en el calabozo. Llegó el momento en que ya no daba mas. Los reclamos públicos del gremio periodístico, de personalidades y las reseñas de prensa subían de tono, entonces bajo fuertes medidas de seguridad en una ambulancia escoltada por motos y patrullas lo llevaron de emergencia al hospital militar en una camilla a la que iba con el brazo encadenado con esposas. De aquello se le pudo tomar una foto -la que está en el encabezado de este artículo- que al publicarse generó conmoción pública y todo coincidió con un evento internacional sobre derechos humanos que se desarrollaba en Caracas donde pude hablar denunciando aquel horror, solo así se abrió la posibilidad de su liberación. Como sus defensores el Dr. Tamayo y yo prácticamente no salíamos del tribunal pero aquello era una pared de acero, el abuso, el atropello a la justicia fue tan grosero que nos vimos en la imperiosa necesidad de formalizar una acción legal -un Antejuicio de Mérito- contra las cabecillas de aquel atropello, Luisa Estela Morales y Luisa Ortega Díaz, entonces en los cargos de presidente del Tribunal Supremo de Justicia y Fiscal General de la República respectivamente, procedimiento al que también manipularon para no darle el debido trámite hasta que por allá a escondidas lo cerraron sumando otro capítulo a esa ignominia.
La libertad que entonces dieron a mi hermano fue “provisional” que le mantuvieron hasta ahora, hasta su muerte, él murió en esa condición, preso de aquella infame causa que jamás avanzó, pues Ruperti nunca pudo comprobar su infame acusación a pesar de todo su ejército de sirvientes formado por magistrados, jueces, policías, abogados.
José Rafael salió de la cárcel pero bajo medida restrictiva de libertad que le impidió salir del país y obligado a presentarse semanalmente por lo que todo ese tiempo tenía que viajar desde su lugar de residencia en Maracay hasta Caracas. Pero así y todo jamás bajó la guardia, acto de corrupción o de abuso que le denunciaban lo publicaba en su “Noticias JR” que siempre mantuvo todos los días hasta que físicamente se nos fue de este mundo. Pero él todavía queda, allí está su ejemplo el cual ahora ha prometido seguir su hija -mi sobrina- Dorelys ella se está graduando de periodista y se encuentra bajo terrible sufrimiento, era muy apagada a su papá, estudiaba derecho, pero hipnotizada con el ejemplo de J.R se cambió de carrera, su máxima aspiración era que él le entregara el título como lo había planificado con las autoridades de la universidad. Todavía no se repone del shock pero en medio de su terrible dolor y a pesar de su juventud me dice y jura que seguirá el ejemplo de su padre, es una jovencita testaruda y está hecha de madera fina.
Descansa en paz querido hermano que tu lucha por la verdad, por la justicia se mantendrá.
Ver la acusación penal que como antejuicio de mérito formulamos contra Luisa Estela Morales y Luisa Ortega Díaz: