(05 de agosto del 2021. El Venezolano).- En el video tik tok que me llega vía redes sociales el nuevo presidente de Perú, Pedro Castillo y el difunto Hugo Chávez parecen cantar la misma letanía como si leyeran el mismo libreto. Reforma de la constitución por la vía de una asamblea constituyente, respeto a la empresa privada y negación del comunismo. Y una frase en el fondo: Se les advirtió.
¿Es Castillo un heredero político de Chávez? La respuesta es depende. Desde la polarización total que vive la política continental y en particular venezolana, no queda la menor duda. Pero desde el punto de vista de los hechos es otro asunto. Ambos son outsider y se beneficiaron del rechazo masivo de la población a la clase política. Pero de allí en adelante las diferencias empiezan.
Chávez ganó las elecciones de 1998 con una contundente ventaja de casi 20 puntos y luego de sobrevivir al 11 de abril y el paro petrolero, consolidó una mayoría electoral que lo acompañó hasta su fallecimiento y más allá. Todavía las encuestas lo registran como el líder más apreciado, a pesar que su gestión sembró el colapso que hoy vive en país bajo el mando de Maduro. Pero se fue sin pagar esa cuenta.
Castillo por el contrario obtiene su triunfo “in extremis” en un final de fotografía, sin el carisma del hombre de Sabaneta, ni su verbo encantador de serpientes. Y lo más importante, sin ninguna conexión con la institución armada. Por el contrario, si bien Chávez era un ángel caído del Olimpo militar venezolano, era uno de los suyos y fue capaz de apropiarse de la institución armada, que hoy es la que gobierna.
Castillo no tiene ninguna posibilidad de tener esa ascendencia y mucho menos control de los mandos castrenses y eso vale un Perú. Pero además tampoco parece tenerlas todas consigo en el tema la maniobra política, si nos atenemos a que en las primeras 48 horas de su mandato sufrió una crisis que hizo tambalear a su incipiente gobierno.
Una situación totalmente provocada por él, debido al nombramiento de Guido Bellido Ugarte como presidente del Consejo de ministros, un radical de izquierda, sin formación académica y en abierta confrontación con los moderados Pedro Francke y Aníbal Torres, candidatos del propio Castillo para las carteras de economía y justicia.
Al final remendó como pudo y recompuso el gabinete con los moderados y una promesa por escrito de Bellido que no haría travesuras. Pero la verdad no pinta nada bien un gobierno que se pisa un testículo en el primer baile.
El hecho es que para buena parte de los venezolanos que se oponen a Maduro, no solo Castillo sigue el mismo libreto, sino que también el chavismo de exportación tomará el control de Chile, Brasil y Colombia. Todo parece ser cuestión de tiempo.
“Afortunadamente los militares en Chile son de extrema derecha, pero ya comenzó ese asunto de la constituyente y todos esos izquierdosos van a llevar al país a lo que ya vivimos en Venezuela. Por eso ya estamos haciendo las gestiones para mudarnos a Estados Unidos. Es el único sitio seguro, “me comenta sin rubor una buena amiga, de paso por Miami.
Desde Colombia otra me dice otro tanto. “Aquí es cuestión de tiempo que gane Petro y venga con el mismo tema de la constituyente. Ya lo decidimos, nos vamos de aquí.” Lo curioso es que ambas se encuentran muy bien establecidas en Santiago de Chile y Medellín, con emprendimientos exitosos y encantadas de la calidad de vida que pueden ofrecer a sus familias. Pero el miedo es libre y sienten que el lobo rojo está a la vuelta de la esquina.
Y es como dice el sabio refrán, “el picao de culebra, brinca cuando ve un bejuco”. Y yo no soy quien les diga a ellas que se equivocan en su decisión de emigrar de nuevo, sobre todo si tienen los recursos para hacerlo. ¿Pero el destino latinoamericano es repetir el dislate chavista madurista? Yo personalmente pienso que no, sobre todo en Chile o Brasil, donde ningún factor local quiere internarlo.
Finalmente, una paradoja. Es un lugar común decir que cuando se invoca a la asamblea constituyente, todo terminará como el desastre de Venezuela. Se convirtió una mala palabra y sinónimo de tragedia anunciada. Pero en realidad la llamada constituyente, que fue el centro del discurso de Chávez en su ascenso al poder, terminó siendo su gran derrota.
El producto de esa iniciativa fue la Constitución de 1999, la única refrendada por un referendo en la historia de Venezuela y vigente a pesar de los intentos de modificarla primero por la vía de los votos y luego por la fuerza. En su oportunidad Chávez le reclamó a Miquelena que habían aprobado una constitución para la oposición. Pero ya el mandado estaba hecho.
En 2007 en el cénit de su poder, con un masivo apoyo popular, intentó cambiarla, pero no pudo convencer. Y si bien reconoció su derrota, no asimiló la lección que le dio el país y optó por hacer a juro lo que no pudo hacer con la persuasión. Pero la Constitución sigue siendo la misma y al final la Constituyente se rebeló contra Chávez. Una derrota de la cual nunca se recuperó.