(06 de junio del 2021. El Venezolano).- Cuando un venezolano de bien intenta explicar o más bien describir lo que pasó y continúa pasando en nuestro país como consecuencia del atropello institucional y usurpación de poder por parte de la organización criminal internacional que lleva la batuta de la destrucción en mi pais y así entender e intentar que entiendan aquellos que dicen inocentemente :¿Por qué no los sacan del poder? ¿Por qué no los encarcelan?, genera extrema impotencia ya que dicha descripción o explicación, pasa por hablar muchas veces de situaciones incomprensibles para el cerebro humano. Tanto es así, que los organismos internacionales, los gobiernos de muchos países, líderes y todo el que intenta interceder por nuestra liberación hace planteamientos de «soluciones» que a todas luces nos hacen ver qué no entendieron nada, que no comprenden con quién están tratando. Por eso siempre repito y repito que con narcocomunistas no hay posibilidad cierta de negociación en beneficio del país, ellos no cederán el poder pues obviamente los deja fuera del control de distribución y ganancias del narcotráfico. Y punto.
Para recordar la nefasta ruta que nos destruyó es necesario ir al origen, cuando Hugo Chávez Frias, hoy felizmente difunto, hizo un marketing de su proyecto político en el cual estratégicamente le dió una gran carga de nacionalismo, de justicia social y explotó muy bien su condición de militar, ofreciendo que apretaría la mano en contra la delincuencia entre otras carnadas para la población descontenta y desasistida por el bipartidismo. A lo largo de 22 años, quedó más que evidenciado para la historia que fue el más grande traidor a la patria que ha podido tener algún país en el planeta, con su conducta premeditada, absolutamente adrede, impuesta por su mentor Fidel Castro, nada ha quedado al azar, desde entregar el Esequibo, «zona en reclamación» o sea, 159.000 km2 del Territorio Nacional, pasando por armar a los delincuentes en todos los barrios del país a los que bautizó para aquel entonces como Circulos Bolivarianos, con el objeto de «defender la revolución».
Hoy son las llamadas y famosas zonas de paz o colectivos a quienes no nada más armaron, sino que les dieron todo tipo de protección con libertad para robar, asesinar, violar, extorsionar y pare de contar, a cambio de que defiendan el proyecto político llamado narcotirania revolucionaria. Por cierto últimamente estas «organizaciones» delictivas han mostrado un efecto boomerang y les están causando problemas ya que se han erigido como un poder y toman las ciudades cada vez que tienen un ajuste de cuentas con los cuerpos de «seguridad» del régimen. Es más, le hacen la contra política, ya alias «El Coqui» está en campaña presidencial, entregando bolsas de comida y medicinas en los barrios.
No nos sorprenden semejantes barbaridades ya que en su mensaje anual ante la Asamblea Nacional en el año 2007, el hoy felizmente difunto en la quinta paila del infierno, afirmó que las guerrillas de las FARC y el ELN de Colombia no eran ningunos cuerpos terroristas, sino verdaderos ejércitos.
Tampoco nos podia extrañar que su heredero, extranjero y solicitado por la justicia internacional por narcotrafico, Nicolás Maduro, le diera la bienvenida a Venezuela a Iván Márquez y a Jesús Santrich, reconocidos narcoterroristas Colombianos, dándole por supuesto el apoyo del alto mando militar.
Es insólito, increíble, inaudito que en la regociación por la liberación de los ocho militares secuestrados en nuestro territorio por los colegas de la cúpula del narcorégimen, los narcoguerrilleros colombianos, les hayan terminado de entregar el territorio fronterizo del estado Apure para que continúen sin estorbos con el gran negocio de las drogas, en un corredor delincuencial que tiene cientos de pistas clandestinas y centros de procesamiento de drogas.
Es de esperarse que de ahora en adelante, cuánto venezolano vaya por esa zona, tendrá que solicitarle visa a la narcoguerrilla colombiana.
Nicolás Maduro y Diosdado Cabello lo saben, lo propician y son beneficiarios principales del negocio de las drogas y están claros de que es super más estable que el petróleo, las minas de oro y todas nuestras riquezas.
Confirmo mi apreciación con respecto a estas lacras y desde la cárcel del exilio concluyo que no escatiman maldad estos crueles criminales, le cedieron territorio a la guerrilla para su actividad delictiva y al mismo tiempo impidieron la reapertura de la frontera al pueblo, negando circulación por los siete pasos legales en donde se benefician económicamente cuatro estados Venezolanos y siete departamentos Colombianos, lo que engloba una población de 12 millones de habitantes, mejorando condiciones y calidad de vida pues se abastecen de comida, salud, educación e irradian prosperidad hacia otras ciudades con esa actividad económica. No les importa la vida y el sustento de 12 millones de seres humanos, sino su actividad narcocriminal. Quien niegue hoy en día, en cualquier parte del mundo que a Venezuela la narcorevolución la convirtió en un vulgar estado forajido, es como dije al inicio de esta nota porque no ha comprendido con quiénes están tratando.
Mi empeño por hacer visible, por contagiar esta urgencia de destronar al demonio comunista de mi Venezuela no cesa, sigo denunciando los con lo único que me queda LA PLUMA Y LA PALABRA.
José Gregorio «El Gato» Briceño Torrealba
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