(13 de abril del 2021. El Venezolano).- En Ciudad Juárez, estas expulsiones “exprés” se parecen cada vez más a un castigo: migrantes que entraron más de mil kilómetros más al este de la frontera son devueltos en el puente de esta ciudad peligrosa sin aviso previo.
La primera voz que los recibe en México es la del guardia de seguridad, gritándoles que se larguen de la zona de tránsito del puente. Pero al enterarse de que se encuentran en México, la sorpresa es grande.
Lisette es hondureña, tiene 29 años. Venía con su hijo de 6 para reunirse con el papá, en New Jersey: “Los gringos nos detuvieron allí y nos engañaron con un montón de pajas. Nos trajeron ac’á, supuestamente en un avión para hacernos la prueba de Covid o… u otras cosas que teníamos que firmar y no, pues nos vinieron a dejar allí. Y todo lo que pasamos en el camino, también muy difícil, con los Zetas… Luego para que los gringos a uno le engañen… ¡Imagínese regresar acá y a lo mismo ! Yo de acá me fui por problemas. Nos dejó sin nada pues la inundación. Entonces logramos ir por allá, pero ve pues que no se pudo”, cuenta a RFI.
“No hay consideración”
Tania Guerrero, abogada de la ONG Clinic y defensora de los derechos de los migrantes, presencia estas escenas de desesperación a diario. “¡Desde hace dos semanas, no había escuchado a tantas personas en estado de shock total porque no saben en donde fregados están! O sea, el hecho de que a mí me hayan engañado, porque el gobierno estadounidense, esto es lo que hizo al momento que dice ‘Te voy a llevar a un albergue’, y luego apareces en el puente de Ciudad Juárez, sola… Hemos visto personas siendo expulsadas a las 4, 5 de la mañana… No hay dignidad, no hay consideración, ¡y son tratados como maletas ! Subieron las maletas al avión y fueron botadas en no sé dónde por accidente, hazte cuenta”, denuncia la abogada.
Ciudad Juárez ya no sabe qué hacer con estos 200 migrantes que son devueltos diariamente. Los albergues están llenos. Entonces les dan galletas y acceso a enchufes para recargar sus celulares.
En medio de los niños jugando, Lisette y las otras mujeres llaman a sus familiares y esposos para darles la mala noticia. “Me dice que me regrese otra vez pero ya tengo miedo, vaya. Ya no quiero ya. Temo toparme con las mismas personas y que me traten igual”, explica Lisette.
Es un método brutal que tendría un objetivo preciso, opinan las ONG del sector. Para Blanca Navarrete, directora de Derechos Humanos Integrales en Acción, “es con el ánimo de generar desestabilidad en las personas, y de alguna manera tronar ciertas áreas de la frontera para mandar el mensaje ‘esta es una situación de crisis, entonces hay que reforzar la seguridad de Estados Unidos’”.