(06 de marzo del 2021. El Venezolano).- En una ocasión Gabriel García Márquez dijo que la mejor muerte a la que podía aspirar un hombre, era morir en su propia cama. Así le sucedió a Juan Gelman, Simón Díaz y Arturo Uslar Pietri, además con un premio adicional: les llegó a una avanzada edad, luego de disfrutar de esa carrera extrema que supone la longevidad.
Gabriel García Márquez vivió con sus abuelos en una casona donde de noche habitaban más fantasmas que vivos. Escuchando a sus abuelos Tranquilina y Nicolás, aprendió el arte de contar historias. A los 13 años de edad Gabo fue enviado a Zipaquirá, a estudiar en el Liceo Nacional, a 2.400 metros de altura, lo llamaban “El chico que siempre tenía frío”. Esa población está ubicada a las afueras de Bogotá, con temperaturas gélidas todo el año. En esa capital vivió “El bogotazo” el 9 de abril de 1948, revuelta popular ocasionado por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. En sus memorias contó: “El aire olía a carne humana quemada”.
En 1954, García Márquez comenzó su carrera periodística en la Costa Atlántica de Colombia, donde obtuvo los mejores elogios.
Al Gabo lo conocí en el Teatro Heredia de Cartagena, al lado de su amigo Belisario Betancur en “Sí hay Festival” de 2006. Casi por un milagro, pude llegar hasta él al finalizar el acto de instalación en su homenaje, solo para saludarlo. Luego salió por una puerta secreta ubicada por la tramoya del recinto, escapó rumbo a su casa en la ciudad amurallada, casona con paredes de terracota y colores ocres, que está a solo metros del legendario teatro. Allí escribió su novela “Del amor y otros demonios”, en 1994.
Quedó probado el amor que sintió por Venezuela García Márquez, vivió tres intensos años en Caracas, trabajó para la Revista Élite, selló una gran amistad con muchos escritores criollos. Ganó el Premio “Rómulo Gallegos” en 1972 por “Cien años de soledad”, cuyo importe lo donó en su totalidad al partido Movimiento al Socialismo liderado por Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez.
La madrugada del 17 de abril de 2014, comenzando el jueves santo, murió el genio de las letras Gabriel García Márquez en Ciudad de México. El 6 de marzo, Gabo celebró sus 87 años, es esa ocasión salió al frente de su hermosa casa, construida sobre piedras volcánicas, para saludar al enjambre de reporteros que lo esperaba. Lució sonreído, un flux azul y sin corbata, una rosa amarilla en el ojal: su conjuro contra la mala suerte. A los días se descompensó y fue hospitalizado por una infección pulmonar y renal, de las que nunca se recuperó.
En 1982 Gabriel García Márquez recibió la llamada que le anunciaba que los 18 miembros de la academia sueca, le habían conferido por unanimidad el Premio Nobel de Literatura, galardón que recibió el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, trajeado con un liquiliqui venezolano. La ceremonia en Estocolmo contó con la presentación de las Danzas Folclóricas de Colombia, en una sala real inundada de flores silvestres amarillas, cultivadas en los páramos colombianos, cargadas de hados benéficos.
En 1981 Gabo publicóa “Crónica de una muerte anunciada” con una tirada de un millón y medio de ejemplares. En paralelo solicitó asilo en la Embajada de México en Bogotá, por las constantes amenazas sobre su vida por parte del movimiento armado M-19.
En esa ciudad inabarcable a orillas del río Hudson, Nueva York; García Márquez fue corresponsal de Prensa Latina, allí trabajó como periodista y fue asediado por su posición política de izquierda, amigo del gobierno de Fidel Castro, tuvo que salir huyendo pues le retiraron su visa.
En el año 2007 se celebró el IV Congreso de la Lengua Española en Cartagena de Indias, y se publicó la edición especial de “Cien años de soledad” con prólogos de autores de primer orden. Al evento asistieron: Bill Clinton, los Reyes de España, tres expresidentes de Colombia y el escritor Carlos Fuentes, amigo entrañable del homenajeado. Así celebraron los 80 años del Gabo y los 40 de la primera edición de su novela más célebre, con un gran discurso del autor contando las vicisitudes y peripecias para sobrevivir junto a su esposa Mercedes y su dos hijos por 18 meses, mientras escribía su obra maestra en la capital mexicana.
Por un azar inexplicable, al genio de Aracataca Gabriel José de la Concordia García Márquez, se le cumplió su deseo de morir en su cama, rodeado de su amada Mercedes Barcha, sus hijos y nietos, en México D.F., ciudad donde residió por 40 años y donde escribió “Cien años de soledad” entre los años 1965 y 1966. Tenía 87 años al momento de morir a las 12:08 de la tarde, en su casa ubicada en Jardines de Pedregal, Fuego 144. El Gabo se marchó entre mariposas amarillas como lo había soñado:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava
construida a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban
por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.
El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre,
y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”
García Márquez siempre afirmó: “el mejor oficio del mundo es el periodismo”. Sus crónicas son paradigmáticas, le conceden por unanimidad el título de maestro del diarismo creativo, que puede llegar a ser arte. Creó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que estimula la excelencia entre los nuevos talentos del oficio, desarrolla las vocaciones, impulsa la ética y la buena narración en el periodismo naciente. Tiene su sede en la heroica Cartagena.
Por León Magno Montiel