(13 de diciembre del 2020. El Venezolano).- El 28 de mayo de 1987, el General Rafael del Pino aterrizó en Cayo Hueso desde la isla de Cuba en un Cessna 402 con su familia. Del Pino se había unido a las fuerzas de Castro en 1955, cuando apenas contaba 17 años de edad. Fue arrestado por la dictadura de Batista, liberado y exiliado en Venezuela, donde volvió a ser arrestado para regresar a Cuba en 1958: uniéndose a las guerrillas de Fidel Castro en la Sierra Maestra.
En 1959, al triunfo de la “revolución”, Del Pino ingresó a la Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR) y se convirtió en piloto de caza, llegando a ser considerado “El Héroe de Bahía de Cochinos” tras lograr hundir varios buques invasores desde su avión Lockheed T-33.
A su llegada a EEUU, en 1987, dio una serie de entrevistas y se prestó para informarles a las diversas agencias de inteligencias de EEUU, todo lo que sabía sobre el régimen de los Castro, ya que había logrado posicionarse en niveles privilegiados de la estructura militar castrenses.
Para muchos analistas estadounidenses del momento, Del Pino era un “topo”. Una pieza de los Castro enviado a Estados Unidos para divulgar un terrible plan llamado “El Plan Hatuey”.
Hatuey fue el líder indígena de Cuba, a pesar de haber nacido en la vecina isla que hoy conocemos como Santo Domingo. Fue capturado por los españoles y condenado a morir en la hoguera. Minutos antes de viajar al “otro mundo”, un cura intentó convertirlo al cristianismo. Hatuey, quien no entendía aquella propuesta, le preguntó al sacerdote por qué tenía que hacerlo, a lo que el religioso le respondió: “¡para que puedas entrar en el Reino de los Cielos!”. Entonces Hatuey le formuló una segunda pregunta: “¿y en ese reino hay españoles?”. Tras la respuesta afirmativa del cura: ¡Hatuey decidió morir “infiel”!
“El Plan Hatuey” fue el nombre clave que los Castro le habían asignado a un proyecto suicida, en caso de que la isla fuese invadida por el gobierno “americano”. Del Pino, con su declaración, no hizo otra cosa que pararles los pelos a los funcionarios estadounidenses destinados a velar por la seguridad de una de las dos grandes potencias mundiales del momento: ¡Estados Unidos de América! ¿Fue una misión de advertencia? A través de los años: ¡muchos creemos que sí!
La estación de generación nuclear de Turkey Point es una planta de energía nuclear y de gas ubicada en un sitio de 3.300 acres (1.300 ha) a dos millas al este de Homestead – Florida, Estados Unidos –, junto al Parque Nacional Biscayne ubicado a unas 25 millas (40 km) al sur de Miami: cerca del extremo sur del condado de Miami-Dade. La instalación es propiedad de la Florida Power & Light. Incluidas las dos plantas nucleares, Turkey Point opera tres unidades generadoras de energía. Comprende dos unidades de generación de gasóleo, gas natural, aceite usado y propano retiradas de 404 megavatios (Unidades 1 y 2); dos reactores de agua a presión Westinghouse de 802 MWe (Unidades 3 y 4) y un ciclo combinado de gas de 1,150 MW. La estación le da servicio a toda la parte sur de Florida. Con una capacidad operativa combinada de 2754 MW, es la tercera central generadora más grande de Florida y la sexta central eléctrica más grande de los Estados Unidos: ¡mucho mayor que Chernobyl!
El “Plan Hatuey”, develado por el General Rafael Del Pino, consiste en la destrucción de Turkey Point, en un caso extremo en el que el régimen de los Castro se considere totalmente perdido, vale decir: ¡mediante una intervención armada por parte de Estados Unidos!
Entre La Habana y Turkey Point hay unos 324 km. Los Castro cuentan hoy con 6 aviones rusos Sukhoi Su-30, los cuales vuelan – a baja altura – a unos 1.350 kilómetros por hora. Quiere decir que desde La Habana a Turkey Point, un Sukhoi Su-30 se demoraría unos 24 minutos volando a baja altura: para evadir radares. Pero no necesita volar tanto. Un misil aire-tierra de última generación, podría ser efectivo a mitad de camino. Vale decir que un Sukhoi tendría que desplazarse, a baja altura, unos 162 kilómetros para poder lanzar, CON ABSOLUTA PRECISIÓN, un misil para destruir una de las más importantes plantas nucleares en territorio “americano” y del mundo actual. Eso les llevaría a los Castro unos 12 minutos.
Un ataque de esa índole a Turkey Point generaría CIENTOS DE MILES DE MUERTOS de forma inmediata, sin contar el desastre ecológico y muchos muertos más en gran parte de los estados sureños “americanos”, sin contar con que la región quedaría sin electricidad por, sabrá Dios, cuanto tiempo. ¡Palabras mayores! Este holocausto fue publicado por el prestigioso periodista-escritor, Pablo Gato, en su extraordinaria obra titulada, precisamente: “El Plan Hatuey”, que Uds., valga la propaganda, pueden adquirir hoy en Amazon.
El 20 de mayo del año 2000, ante la fulana “Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela”, Fidel Castro advirtió: “para que subsista la Revolución Cubana, tiene que subsistir la Revolución Bolivariana”. Del Pino le había advertido a los “americanos”, 13 años antes, que vieran a ver a quien “pear”.
Hoy vemos a Trump acusar a Venezuela (un territorio ocupado por Cuba) e incluso a China, de orquestar el plan pára defenestrarlo de la presidencia a través de un proceso electoral que SE SABÍA SERÍA CHIMBO. Sin embargo, a Cuba la mencionan “de retruque”. ¿Por qué?
¿Será el “Plan Hatuey” la razón por la cual a la Cuba de los Castro no la tocan ni con el pétalo de rosa? Tal vez sería festinado asegurarlo, pero el apocalíptico escenario está latente. Muchos entendidos militares han asegurado que si Cuba llamase al Departamento de Defensa de Estados Unidos de América, anunciándole que estaban enviando una aeronave supersónica (un Sukhoi Su-30) para destruir la planta nuclear de Turkey Point en cuestión de minutos: ¡no habría forma ni manera de evitarlo!
Miami 11 de diciembre de 2020
Robert Alonso