(07 de agosto del 2020. ElVenezolano).- Cuando en marcha del orgullo gay vi a un manifestante utilizar camiseta con el rostro del Che Guevara, me dije: Los tiempos han cambiado. Precisamente la dictadura cubana, con Guevara de ideólogo, al inicio de su revolución, persiguió a homosexuales y discapacitados. Igual lo hizo Hitler durante su implacable persecución a judíos. Los nuevos jefes cubanos, al decir de la gran Celia Cruz, se fueron también contra los afrodescendientes.
El mundo ha cambiado. No sé si para bien o para mal. Lo malo antes, ahora se torna en tolerable o ignorado, como la persecución religiosa que tanto se censuró durante la II Guerra Mundial. Ateos y musulmanes contra cristianos; grupos religiosos árabes entre sí; el antisemitismo. Cayó la Unión Soviética pero no por ello desapareció el comunismo. Todavía existen regímenes que fundamentan su existencia en el totalitarismo socialista, con variantes más capitalistas como la de China, hasta las más rígidas como Corea del Norte. Así vemos como, la nueva Rusia democratizada, bajo Vladimir Putin, regresa a estadios totalitarios, manteniéndolo casi a perpetuidad, presidente de su país.
En América Latina, a través de ideólogos que Hugo Chávez mantenía a su lado, se habló del socialismo del siglo XXI, que nadie supo que era, pero no impidió que algo tan etéreo como eso en su desarrollo fue desviado totalmente de sus perversos fines ideológicos y terminó siendo el mejor ejemplo del robo del siglo XXI de los recursos del Estado. Se llegó a pauperizar a una antes sociedad próspera, inequitativa sin duda alguna, en una caricatura de inexistencia de bienestar y progreso, con los índices más altos de pobreza, 85% de su población, y miseria humana que se conocen en nuestro continente. El principal ideólogo de Chávez, Heinz Dieterich, acusó al chavismo de haberse convertido en una gran fábrica de corrupción. Lo mismo se aplica a seguidores de Chávez como Evo, Cristina, Rafael, Lula Silva y Ortega, todos envueltos en grandes escándalos de corrupción.
El fracaso del socialismo trasnochado de Chávez, no significa que no haya una mutación de la izquierda marxista, ahora replanteada como intensa lucha social y coyuntural, tratando de agotar al máximo la desgastada e injusta democracia liberal, de la cual se aprovechan algunos para su beneficio, como hicieron Chávez, Correa, Evo y Ortega para acceder al poder y luego perpetuarse en él. En España, hasta entran a gobernar extremistas de izquierda como Pablo Iglesias y su Unidas Podemos; en Venezuela el régimen divide a la oposición comprando o alquilando a dirigentes que se pintaban como adversarios. El fin justifica los medios y para ello se juntan, en España con los del PSOE, y en Venezuela pactan con seudo demócratas que se entregan al mejor postor.
Ahora la lucha se plantea en diferentes frentes, todos procurando socavar los principios básicos de la convivencia social, en cuya combustión absurdamente colaboran regímenes tan absurdos como los de Trump en Estados Unidos y Balsonaro en Brasil quienes, con sus excentricidades, abonan el descontento social que estos grupos promueven donde se encuentren. Igual alimentan a esos grupos la permanente corrupción de gobiernos como el panameño, reflejo que vemos con las tantas denuncias que aparecen en los medios, promovidas entre otros, por grupos que aparentan ser demócratas. Suman, en sus solapados esfuerzos, a los que llaman en las filas del partido Demócrata gringo el ala progresista, algunos de los cuales hasta se jactan de simpatizar con Fidel, Chávez y Maduro.
En ese esfuerzo promoverán la lucha, como una guerrilla, de todo el que tenga una insatisfacción social o crea que es avasallado en sus reclamaciones. Indigenistas, medio ambientalistas y ecológicos, antirracistas, anti institucionales, sindicalistas, feministas, grupos hasta sexuales, etc. Le dan cabida a todo el que exprese algún descontento y los conectan entre sí. Vemos, al llegar el primer año del gobierno de Laurentino Cortizo, que ya le están pidiendo hasta que renuncie, causa que podría ser abrazada por muchos sin tener idea de lo que ello significaría. Lo que persiguen es promover la inseguridad y la anarquía. Serán los primeros en criticar toda la corrupción que se da en Panamá, pero ignorarán lo que ocurre en Venezuela, que quizás hasta los patrocine. Por supuesto que en ese esfuerzo habremos muchos que terminaremos apoyándolos porque las causas de transparencia que dicen defender son parecidas a las nuestras.
Mientras se siga gobernando a espaldas a las necesidades ciudadanas, se continúe usando los tesoros públicos como bienes particulares, y se siga anteponiendo el interés partidario al interés colectivo, en la misma medida se estará abonando el terreno para que esa “nueva” izquierda que tanto dicen aborrecer se siga infiltrando a toda nuestra sociedad. Los lamentos posteriores, al igual que en Venezuela 20 años después, ni de consuelo servirán.