(23 de junio del 2025. El Venezolano).- En algo más de cinco años, Wender Enrique Villalobos Padrón, un venezolano que ha encontrado su “púlpito” en YouTube, se ha convertido en una suerte de gurú y altavoz del catecismo opositor venezolano. Ha logrado congregar a una feligresía digital que lo unge como un presunto comunicador consumado y el “profeta” idóneo para diseminar las consignas antigubernamentales. No son pocos quienes, embelesados, lo aclaman como un paladín de la democracia venezolana, siguiendo sus pronunciamientos como si fueran dogma de fe y sellando un pacto de lealtad con lo que denominan “su cruzada” contra el oficialismo en Venezuela. Así, mientras Villalobos se baña en los elogios de su parroquia, también empieza a ahogarse en el chaparrón de severas críticas que arrecian desde otros frentes.
Escrito por: Eloisa Suárez / Hablese
Desde su actual atalaya en Madrid, España, Villalobos teje con esmero la narrativa de su “victimización”, presentándose ante sus fieles como una víctima propiciatoria, según él, de las maquinaciones de políticos oficialistas y jerarcas del aparato estatal venezolano.

Pero el tiempo, ese juez implacable, ha comenzado a descorrer el velo de las flagrantes incoherencias que salpican tanto su verbo encendido como el relato autobiográfico que con tanto ahínco ha modelado.
Lejos del mártir que hoy proclama ser, un mosaico de imágenes, grabaciones, papeles y voces del pasado pintan a un Villalobos de orígenes modestos en Maracaibo, estado Zulia, al occidente venezolano. Un clan familiar que, nómada, oscilaba entre el terruño zuliano y el estado Anzoátegui, al otro extremo del país. Fue en esta última entidad oriental donde el joven Wender y sus hermanos echaron anclas, seducidos, al parecer, por el imán del oro negro. Allí, en Anzoátegui, Villalobos se curtió primero como obrero en los campos petroleros, antes de su metamorfosis, entre mediados y finales de la primera década del siglo XXI, a figura de los micrófonos, como comentarista y conductor de espacios radiales en emisoras locales anzoatiguenses y hasta en un set de televisión.
Hacia finales de la primera década del nuevo milenio, programas como “Ventana Laboral” y “Visión Sindical”, con Villalobos al mando del micrófono, resonaban en las ondas de Mundial 970 AM y se proyectaban en las pantallas de Anzoátegui Televisión Canal 7 de Intercable. Estos y otros foros radiofónicos se convertían en el escenario predilecto para entrevistar a la flor y nata del activismo sindical, tanto del sector petrolero como de otras áreas, muchos de ellos fervientes acólitos del entonces mandamás venezolano, Hugo Chávez.
Fue así, navegando en las turbulentas aguas de las reivindicaciones laborales y aupado por las ondas hertzianas, que Villalobos no solo se labró una ubicuidad en el panorama sindical de Anzoátegui, ofreciendo un altavoz a los obreros y echando leña al fuego de sus reclamos, sino que también logró arrimarse al calor del poder, codeándose con la crema y nata de la política y la burocracia, incluyendo alcaldes y gobernadores del oficialismo más rancio. Como prueba irrefutable, una colección de videos, subidos por el propio Villalobos a uno de sus canales de YouTube entre 2009 y 2010, lo delatan. En una de estas “joyas audiovisuales”, el ahora youtuber no escatimaba en ditirambos hacia figuras como Tarek William Saab y “La Negra” Inés Sifontes, a la sazón gobernador de Anzoátegui y alcaldesa de Barcelona respectivamente, ambos ungidos por el chavismo. En dicha grabación, correspondiente a una emisión de su programa televisivo, el futuro “perseguido” aplaudía con fervor la gestión vial de ambos jerarcas, aunque, con una pátina de “modestia”, negaba cualquier patrocinio. No obstante, en la misma pieza, el propio Villalobos soltaba la perla: “Ojo, no me están pagando ni medio, vamos a ver si conseguimos la publicidad. Que por cierto, me mandaron a ir para allá….”, confesando sin rubor su peregrinaje en busca de mecenazgo para su espacio televisivo y revelando que, para tal fin, le habían indicado tocar las puertas de la alcaldía de Barcelona, feudo entonces de la oficialista Sifontes.
Para 2010, Villalobos ya se pavoneaba con el título de “periodista”, etiqueta que le endilgaban con entusiasmo tanto trabajadores como líderes sindicales en Anzoátegui. Sin embargo, una simple ojeada a los registros del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) de Venezuela basta para descubrir que el nombre de Villalobos brilla por su ausencia entre los agremiados, condición sine qua non para ejercer legalmente el oficio en el país, según dicta la Ley de Ejercicio del Periodismo. Ni una misiva, ni un comunicado del CNP han salido jamás en su defensa o para reconocerlo como uno de los suyos. Por si fuera poco, el florido vocabulario del youtuber, trufado de expresiones vulgares, su proverbial intolerancia ante el disenso y otras particularidades de su repertorio, gritan a los cuatro vientos que Villalobos jamás pisó las aulas de una escuela de periodismo universitaria.
El “ingeniero” de papel: Otra profesión fantasma
Pero la osadía de Villalobos en la construcción de su personaje profesional no se detiene en la impostura periodística. El youtuber, en su afán por engrosar un currículum aparentemente ficticio, también ha pregonado a los cuatro vientos ser, nada más y nada menos, que ingeniero industrial. Sin embargo, al igual que con el periodismo, un nuevo cotejo, esta vez en los archivos del Colegio de Ingenieros de Venezuela, arroja el mismo resultado desolador: ni rastro de Wender Villalobos entre sus colegiados.
Y no es un detalle menor. Para calzarse legalmente el título de ingeniero y ejercer como tal en suelo venezolano, la inscripción en el mencionado Colegio de Ingenieros es ineludible. Así lo decreta, sin ambages, el Artículo 18 de la Ley de Ejercicio de la Ingeniería, Arquitectura y Profesiones Afines, que exige a los profesionales registrar sus diplomas en dicha entidad para poder desempeñar las actividades que la ley regula.
La legislación es cristalina: el título universitario, debidamente registrado, junto con la colegiatura, son requisitos indispensables. La norma, además, contempla sanciones para aquellos osados que pretendan ejercer la profesión saltándose este protocolo.
De director bolivariano a “mago errante”
En el imaginario colectivo de los seguidores digitales de Villalobos, se ha cimentado la leyenda de que su partida de Venezuela fue una huida desesperada, acosado por una supuesta persecución política. Sin embargo, como suele ocurrir con las narrativas autocomplacientes, la realidad se abre paso a través de una videoteca digital cortesía del propio Villalobos. Una serie de videos, cuidadosamente subidos por él mismo entre 2016 y 2017 a uno de sus múltiples canales de YouTube, junto a documentos y testimonios, pintan un cuadro radicalmente distinto. En una de estas perlas audiovisuales, fechada el 5 de julio de 2016, donde el youtuber se presentaba con la ya cuestionada credencial de “ingeniero industrial”, el propio Villalobos confesaba, sin atisbo de clandestinidad, que llevaba al menos un año urdiendo su viaje a Chile. En la misma grabación, dejaba caer, con un deje de resignación teatral, su agobio por la crisis económica venezolana, con frases como “yo amo este país, lo quiero, pero la situación está arrecha y cada quien está buscando…”.
En ese mismo escaparate youtubero, Villalobos no solo aireaba sus planes migratorios hacia tierras chilenas, sino que también deleitaba a su escasa audiencia con un repertorio que incluía desde parodias y trucos de ilusionismo hasta entrañables videos familiares; todo ello, al parecer, con la única ambición de amasar una comunidad de suscriptores, aunque con limitado éxito.
Curiosamente, el ahora “adalid opositor”, en aquel canal que frecuentaba entre 2016 y 2017, mantenía un perfil llamativamente bajo en lo político, evitando cualquier comentario sobre sus ocupaciones reales, incluso hasta su efectiva salida de Venezuela a finales de 2017. Y motivos no le faltaban para tal discreción, como se irá desvelando.
Uno de los videos que sus detractores desempolvan con mayor regocijo lo muestra, el 20 de julio de 2015, ofreciendo declaraciones al noticiero de Anzoátegui TV, el mismo canal donde antes había tenido su programa. En aquella ocasión, Villalobos no hablaba como un disidente acorralado, sino en su flamante condición de director del mercado bolivariano de Barcelona, estado Anzoátegui. Un cargo para el que había sido designado por Guillermo Martínez, alcalde de la ciudad entre 2013 y 2017, electo, cómo no, con el beneplácito del chavismo. En las imágenes, se observa a un Villalobos mimetizado con el paisaje oficialista, ataviado con una chaqueta tricolor y una gorra, también tricolor, adornada con el emblemático símbolo del 4F, indumentaria de rigor para los simpatizantes del oficialismo.
Así, en una pirueta digna de sus espectáculos de magia, Villalobos había transitado de mendicante de patrocinios en los despachos de la alcaldía de Barcelona, durante la gestión de la alcaldesa oficialista Inés Sifontes, a flamante miembro del equipo de su sucesor, el también oficialista Guillermo Martínez. Una trayectoria, sin duda, “coherente” con su actual discurso de perseguido político.
Entre los que han osado levantar la voz contra el autoproclamado “adalid” de la oposición, Wender Villalobos, destaca Roberto Carlo Olivares, otro habitante del universo YouTube, con quien Villalobos ha protagonizado más de un agrio encontronazo verbal en la plaza pública digital. En una transmisión en directo, fechada el 28 de abril de 2025, desde su canal “Justicia Radical Patriota”, Olivares se despachó a gusto, asegurando que Wender Villalobos no solo creció bajo el ala de su madre, sino también de su tío, Rafael Segundo Villalobos Sánchez, alias “Rasevi”. Este “Rasevi”, un personaje con pedigrí en el mundillo hípico zuliano, fue descrito por Olivares como un individuo con supuestas simpatías chavistas, a pesar de haber sido candidato a alcalde con respaldo del Movimiento Ecológico de Venezuela, una organización política que ha orbitado alrededor de la oposición. Para redondear el cuadro familiar, Olivares pintó al progenitor de Wender como un boxeador dado a la botella y a la violencia, que habría optado por el cómodo expediente de abandonar a su prole y esposa. Según la diatriba de Olivares, Wender, a quien no dudó en tildar de “teatrero” e “histriónico”, sería además sobrino de Larry Frank Villalobos Sánchez, un confeso simpatizante del movimiento izquierdista Tupamaro.
Pero las revelaciones de Olivares no se quedaron en el ámbito familiar. También trajo a colación las denuncias que la ciudadana Adriana Ayaris Torrealba interpuso desde 2015 ante las autoridades judiciales en Venezuela. Torrealba, quien ha declarado públicamente haber sido pareja de Wender Villalobos, lo acusa sin ambages de amenazas y de ejercer sobre ella violencia física, verbal y psicológica. Ante este chaparrón de acusaciones, Villalobos, en un alarde de negacionismo selectivo, no solo ha desconocido su relación con Torrealba, sino que ha llegado a negar la existencia de una hija fruto de esa unión. Y esto, a pesar de la montaña de documentos –cuya autenticidad el youtuber se esfuerza torpemente en refutar–, además de fotografías y videos que el propio Villalobos, en un descuido de su calculada imagen, difundió en sus antiguos canales de YouTube, donde se refería a Adriana Torrealba como su pareja e incluso se le veía departiendo con la niña a la que hoy borra de su biografía con pasmosa frialdad.
La vida sentimental de Wender Villalobos, según se desprende de documentos, testimonios y pruebas gráficas, parece un carrusel de relaciones marcadas por la conveniencia y la negación. Se distindinguen al menos cuatro estaciones significativas en este tortuoso recorrido: un primer idilio con Maryorith Rojas; seguido de un interludio con Adriana Torrealba –bastante más joven que la primera–; luego un fugaz romance con la incluso más joven Wuilmaris Hurtado –otra relación que Villalobos prefiere sepultar en el olvido–; para finalmente, en una jugada maestra de reciclaje afectivo, reconciliarse y embarcarse en una segunda, y actual, etapa con la misma Maryorith Rojas. Un ir y venir que sugiere más estrategia que sentimiento, especialmente cuando se trata de reescribir el pasado a su antojo.
Infidelidades, un “hijo reencauchado” y un presunto intento de suicidio
El youtuber Roberto Carlo Olivares, erigido en cronista de los pasajes más oscuros de Wender Villalobos, arroja más leña al fuego de la polémica familiar. Según su versión, el joven José Enrique Villalobos, a quien Wender presenta ufano como su vástago, sería en realidad hijo biológico de un tal José Coa. Con este individuo, Maryoriadriath Rojas –la actual compañera sentimental y eterna pareja intermitente de Villalobos– le habría adornado la testa al youtuber durante la primera fase de su relación. La cuenta en la red social X @plomoparejo, conocida por sus dardos envenenados, también ha hurgado en esta herida, refiriéndose al joven como el “hijo reencauchado de Wender” y deslizando que incluso su propia madre, en un arranque de sinceridad o despecho, lo habría calificado de tal manera.
La narrativa de Olivares se adentra en detalles aún más escabrosos. Relata que, en aquella primera etapa de convivencia en el barrio Portugal de Barcelona, mientras Villalobos se ganaba la vida en una emisora de radio, habría sorprendido a Maryorith en flagrante infidelidad con el mencionado José Coa. El impacto de tal descubrimiento, según el youtuber, habría sumido a Villalobos en una espiral de desesperación tal, que habría intentado quitarse la vida de una forma tan teatral como peligrosa: estrellando su automóvil contra una iglesia evangélica. Este presunto acto suicida, según Olivares, le habría costado a Villalobos la necesidad de que le implantaran platino quirúrgico en la cabeza debido a las graves lesiones sufridas.
Para remachar el clavo de la credibilidad de sus acusaciones, Olivares subrayó un detalle no menor: el número de teléfono que Villalobos utilizaba en uno de sus antiguos canales de YouTube y en su programa de televisión local en Venezuela –ese mismo que empleaba para interactuar con su audiencia–, es idéntico al que figura en las capturas de pantalla que Adriana Ayaris Torrealba aportó como prueba de los mensajes amenazantes e insultantes que, según ella, recibía de Villalobos. Estos mensajes fueron, de hecho, parte de la evidencia presentada por Torrealba en las denuncias que interpuso contra el youtuber en 2015 ante las autoridades venezolanas.
Amor, furia y olvido selectivo: Un sórdido romance y la conveniente “expropiación” en Venezuela
Según la incisiva crónica de Olivares, el dramático accidente automovilístico fue el preludio del encuentro entre Wender Villalobos y Adriana Ayaris Torrealba. Ella, empleada del servicio de emergencias 171 en Anzoátegui –el equivalente local al 911–, habría sido la pieza clave para que la madre de un Villalobos, entonces reportado como desaparecido tras su intento de suicidio, diera con su paradero. De esa colaboración circunstancial, relata Olivares, brotó la chispa que encendió la relación entre ambos, un romance que culminaría en boda en 2012 y, un año después, en el nacimiento de su hija, M.V. Villalobos Torrealba. Sin embargo, en un habitual ejercicio de amnesia, Wender Villalobos hoy niega no solo el sagrado vínculo matrimonial con Torrealba –quien, irónicamente, también figuró como productora de su antiguo programa de televisión–, sino incluso la existencia de la niña, borrándolas de un plumazo de su biografía oficial. Un comportamiento que destila una frialdad calculada hacia quienes alguna vez formaron parte de su círculo más íntimo.
Pero la relación con Torrealba, según el relato de Olivares que se nutre de los testimonios de la propia afectada, estuvo lejos de ser un idilio. Ésta afirmó que Villalobos, en uno de sus arrebatos de ira y celos patológicos, llegó al extremo de arrebatarle una perrita que habían criado juntos, para luego acabar con la vida del animal. Por si fuera poco, Torrealba también expresó sus sospechas sobre la posible implicación de Villalobos en la violación de la hija de una amiga, ocurrida en una vivienda que Torrealba había habitado poco antes del brutal suceso. La joven fue víctima de unos delincuentes que irrumpieron en el inmueble. Tras este traumático incidente, Adriana Torrealba optó por vender la propiedad, esa misma vivienda que ahora Wender Villalobos, en un giro narrativo digno de su imaginación, asegura que le fue “expropiada” por el régimen venezolano. Una conveniente victimización que le sirve para alimentar su actual discurso de perseguido político.
No obstante, la telaraña de mentiras de Villalobos se desmorona ante la evidencia. Videos, documentos y testimonios se alzan como un muro infranqueable que contradice sus fabricadas versiones. A pesar de su actual pose de fiero opositor a la administración de Maduro, no existe ni un solo fotograma, ni una sola prueba, que acredite su participación en, por ejemplo, las masivas protestas opositoras que sacudieron Venezuela en 2017, precisamente el año de su “huida” a Chile. Es más, un documento oficial, fechado en 2017 y anterior a que Villalobos comenzara su tardía diatriba contra Maduro, revela que el youtuber estuvo cobrando un sueldo de la alcaldía de Barcelona hasta finales de octubre de ese año. Es decir, menos de un mes antes de poner pies en polvorosa hacia el sur del continente, pues su salida del país quedó registrada oficialmente el 23 de noviembre de 2017. Un “perseguido” muy peculiar, que seguía en nómina del “régimen opresor” hasta prácticamente la víspera de su “exilio”.
De funcionario silente a presunto estafador en fuga
La partida de Wender Villalobos de la tierra de Bolívar se produjo en un momento de efervescencia y declive. Venezuela ardía entre abril y julio de 2017 con protestas opositoras, mientras la economía se despeñaba sin freno. Sin embargo, en este convulso escenario, el hoy “paladín” antichavista mantenía un puesto en la alcaldía de Barcelona, un bastión oficialista. Este pequeño detalle sugiere, con la fuerza de la lógica, que Villalobos no había osado proferir ni media palabra contra la administración de Nicolás Maduro. De haberlo hecho, con toda probabilidad, habría sido cesado de la nómina municipal en la alcaldía dirigida por el chavista Guillermo Martínez.
La coincidencia de su cese en la nómina municipal y su emigración no parece casual. El alcalde Martínez, el mismo que lo había ungido antes director del mercado bolivariano, estaba a punto de finalizar su mandato, sin opción a reelección. Este fin de ciclo, sumado a la asfixia económica reinante y al doloroso fallecimiento de su madre en febrero de 2017, conformaban un cóctel de motivos más que suficientes para que Villalobos hiciera las maletas rumbo a Chile. Un viaje que, lejos de ser una improvisada huida, venía rumiando desde 2015, justo después de que Adriana Ayaris Torrealba estampara contra él una denuncia por violencia de género.
Roberto Carlo Olivares, el youtuber que se ha erigido en la némesis de Villalobos, añade más detalles a esta trama. Según él, Torrealba habría llevado sus denuncias primero ante el alcalde Guillermo Martínez –quien, al parecer, hizo oídos sordos– y luego ante la esposa de éste, Yamila de Martínez. Sería esta última quien, con más sensibilidad o influencia, habría impulsado la destitución de Wender como director del mercado municipal. No obstante, las evidencias, tozudas como siempre, indican que, a pesar de este supuesto despido fulminante, Villalobos siguió figurando en la nómina de la alcaldía barcelonesa hasta poco antes de su partida en noviembre de 2017.
Y para coronar su despedida de Venezuela, Olivares destapa otra presunta faceta del polifacético Villalobos: la de supuesto estafador deportivo. Según su relato, antes de emigrar, Villalobos habría montado un equipo de sóftbol en Anzoátegui, comenzando a solicitar patrocinios para esta y otras actividades deportivas. El resultado, según Olivares, fue una presunta estafa a un grupo de empresarios incautos.
El youtuber Olivares, siempre dispuesto a hurgar en las entrañas de la familia Villalobos, no se corta al hablar del fallecimiento de la matriarca. Según él, la madre de Wender sucumbió a un cáncer, consecuencia, afirma, de su tabaquismo. Pero la fatalidad, según Olivares, también visitó prematuramente a los hermanos de Villalobos, Wilfredo y José Antonio Arzola, quienes habrían perecido tras contraer VIH (SIDA). Una fuente cercana al clan Villalobos parece corroborar que Wilfredo, el mayor, efectivamente falleció hace más de una década víctima del VIH. Sin embargo, Wender Villalobos ha llegado a declarar públicamente que su hermano menor, José Antonio, padecía de psoriasis y cáncer.
La crueldad de Villalobos, según Olivares, alcanzó cotas insospechadas cuando, supuestamente, no dudó en enviar a Adriana Torrealba fotografías de su madre yaciendo en el ataúd. El macabro envío iba acompañado de una vil acusación: responsabilizar a Torrealba del deceso de su progenitora, alegando que el sufrimiento causado por las denuncias que ella había interpuesto desde 2015 había precipitado el fatal desenlace de la madre de Villalobos.
Pero Wender no fue el único en su círculo íntimo que colgó los hábitos en una institución pública venezolana en aquel convulso 2017. Documentos laborales y judiciales, a los que se ha tenido acceso, revelan que su primera esposa y actual pareja, Maryorith Rojas, también abandonó su puesto como funcionaria del Ministerio Público venezolano en diciembre de ese año. Curiosamente, justo el mes siguiente a que Villalobos emprendiera su “exilio” a Chile.
Antes de que la abogada Maryorith Esther Rojas Guzmán decidiera desempolvar su antigua relación con Villalobos y hacer las maletas rumbo a Chile junto a él y al menor de sus hijos –ese al que llaman el “hijo reencauchado”–, se desempeñaba nada menos que como Fiscal 13 del Ministerio Público para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes en el estado Anzoátegui. Un cargo que ocupaba en 2015, cuando Adriana Torrealba, la entonces pareja de Villalobos, lo denunciaba por violencia de género. No es de extrañar, pues, que sobre la exfiscal Rojas pese la grave sospecha de haber movido los hilos para obstaculizar la investigación de la fiscalía anzoatiguense contra su entonces exmarido –con el que ahora vive– por violencia doméstica. Una fiscal protegiendo a un presunto agresor, una trama que apesta a encubrimiento y tráfico de influencias.
El hecho de que Maryorith Rojas Guzmán ostentara tan sensible cargo en el Ministerio Público venezolano entre 2015 y 2017, bajo la batuta de la entonces Fiscal General Luisa Ortega Díaz –en aquel entonces una leal servidora del chavismo–, es un claro indicio de que Rojas, como mínimo, no profesaba ninguna simpatía opositora. En aquellos tiempos, cualquier desliz ideológico, cualquier identificación pública con la disidencia, le habría costado el puesto.
El lucrativo negocio de la “oposición” en YouTube
Tal como le ocurriera a su consorte Villalobos, la brújula laboral de la exfiscal Maryorith Rojas también giró bruscamente en 2017. La llegada de Tarek William Saab al timón de la Fiscalía General, en agosto de ese año, en relevo de una Luisa Ortega que ya coqueteaba con la disidencia y era investigada por presunta corrupción, trajo consigo una reorganización profunda en el Ministerio Público venezolano. Aquellos cambios, destinados a purgar la estructura heredada de Ortega, al parecer resultaron indigestos para la exfiscal Rojas. Quizás, solo quizás, esta incomodidad ante la nueva escoba explique la inquina visceral que Wender Villalobos ahora profesa hacia el fiscal Saab, bajo cuya administración se ha desempolvado y reactivado el expediente por violencia de género contra el youtuber. Una animadversión que huele más a ajuste de cuentas personal que a una genuina preocupación por la justicia venezolana.
Pero el rosario de escándalos de Villalobos no se detiene ahí. En 2018, ya instalado en su “exilio” chileno, otra mujer, la joven Wuilmaris Hurtado, emergió del pasado reciente para reclamarle judicialmente, en los tribunales de Anzoátegui, la patria potestad de una niña que, según ella, concibieron juntos tras la ruptura de Villalobos con Adriana Torrealba. El motivo del reclamo: la sistemática elusión de sus responsabilidades paternales por parte del youtuber. Fiel a su modus operandi, Villalobos se ha dedicado a negar con vehemencia tanto la relación con Hurtado como la existencia de esta otra hija, sumándola a su lista de descendencia desconocida.
Fue en tierras chilenas donde Villalobos tuvo su gran revelación, su particular camino de Damasco youtubero. Descubrió, para su regocijo, que despotricar contra el gobierno venezolano y amplificar los mensajes de la oposición generaba muchos más clics y, por ende, más réditos, que sus anteriores intentonas como comediante de medio pelo, cantante aficionado o mago de fiestas infantiles. Así, cual camaleón en busca de la supervivencia digital, comenzó un acelerado proceso de mimetización, adoptando la jerga opositora y creando una pléyade de nuevos canales dedicados a difundir, con fervor de converso, mensajes alineados con los intereses de ciertos sectores de la oposición venezolana. Un “despertar” ideológico sospechosamente coincidente con la oportunidad de negocio.
Sin embargo, no todos comulgan con esta nueva faceta de Villalobos. Sus críticos, cada vez más numerosos y vocales, lo acusan de ser un maestro del engaño, de tejer narrativas a la medida de sus intereses personales en sus directos y videos pregrabados. Algunos, incluso, van más allá y lo señalan como un Judas de la causa opositora, capaz de traicionar y filtrar planes con tal de sacar tajada. Un “luchador” cuya lealtad parece estar permanentemente en subasta.
A su arribo a Chile en 2017, Wender Villalobos recaló en Temuco, donde, lejos del glamour de “analista político” que hoy ostenta, se vio obligado a ganarse la vida en los más variopintos menesteres. Entre ellos, desempolvó una vieja afición: las parodias travestido de mujer. Un arte que, según recuerdan algunos sindicalistas con memoria de elefante, ya practicaba con soltura en una tasca de apuestas hípicas en la Avenida Miranda de Barcelona, su antigua morada venezolana. Al parecer, el histrionismo es una constante en su repertorio. En tierras australes, además de sus performances transformistas, Villalobos incursionó en las entrevistas a compatriotas inmigrantes y hasta logró moderar un espacio en el canal universitario UATV de Temuco, intentando mantener a flote su menguante relevancia mediática.
Pero la sombra de la violencia, esa que ya había denunciado Adriana Torrealba, pareció seguirlo hasta Chile, esta vez con su actual pareja, la exfiscal Maryorith Rojas, como presunta víctima. Un video, cuya autoría se atribuye a la propia Rojas y que ha corrido como la pólvora por las redes sociales, recoge el audio de una mujer enfrentándose a un Villalobos descontrolado. En la grabación, se escucha a la mujer tildarlo de violento y afirmar, entre reproches, que se había visto obligada a llamar a los carabineros –la policía chilena–. Mientras tanto, un Villalobos desafiante la retaba a denunciarlo e intentaba, según se desprende del audio, forzar su entrada en la vivienda que compartían. Un episodio que sugiere que el patrón de comportamiento agresivo de Villalobos no es una invención de sus “enemigos”, sino una constante preocupante, y que la exfiscal Rojas, otrora presunta encubridora, ahora probaba de su propia medicina.
Finalmente, tras este turbulento episodio y en un nuevo giro de guion tan predecible como sus anteriores reconciliaciones, Villalobos y Rojas decidieron, aparentemente, pasar página y poner rumbo a España a mediados de 2021. Allí, desde hacía algunos años, ya residían las hijas de la exfiscal Rojas: Indiana y Valeria. Curiosamente, en aquel entonces, Villalobos pregonaba a los cuatro vientos su intención de regresar a Chile, un país que, a la luz de los acontecimientos, quizás ya no le resultaba tan hospitalario. Sin embargo, la pareja optó por echar raíces en Madrid, a la espera, según su versión, de que el hijo de ambos –el joven José Enrique, el “reencauchado”–, quien supuestamente se encontraba estudiando y trabajando en Chile, se reuniera con ellos en la capital española. Un nuevo comienzo para una pareja cuya relación parece cimentada más en la conveniencia y la huida hacia adelante que en el afecto genuino.
Ya instalado en España, Wender Villalobos, en un nuevo acto de su particular teatro familiar, insiste en presentar a Indiana, Valeria y José Enrique –los tres vástagos de la exfiscal Maryorith Rojas– como su única y amada prole. Una declaración de intenciones que choca frontalmente con la realidad de las paternidades que ha negado con tanta vehemencia en el pasado. Sin embargo, en esta familia ensamblada a la medida de Villalobos, solo Valeria y José Enrique portan su apellido. Fue con estos dos jóvenes con quienes el youtuber mantuvo el contacto tras su primera ruptura con Rojas en Venezuela y durante su tormentosa relación con Adriana Torrealba. Una selectividad afectiva que levanta suspicacias sobre sus verdaderas motivaciones.
El caso de Indiana es particularmente revelador de las manipulaciones de Villalobos. La joven, graduada de licenciada en contaduría en Venezuela hace ya algunos años, lleva con orgullo el apellido Droz. Y no es para menos, pues su padre biológico es Juan Antonio Droz, un ciudadano venezolano que ha estado dedicado, entre otras cosas, al corretaje de seguros. Una antigua compañera de estudios de una tía de Indiana, al ser consultada, no solo la recordó a ella y a su familia paterna, sino que los describió como un clan honorable y de clase media. Nada que ver con el culebrón de Villalobos. Según esta fuente, Indiana es sobrina por parte de padre de Sabrina Droz, una reputada médico internista de Anzoátegui que, alrededor de 2016, emigró con su familia a Bogotá. La misma fuente también trajo a la memoria a la abuela paterna de Indiana, Blanca de Droz, una emprendedora ama de casa que décadas atrás se dedicaba a la venta de ropa a domicilio. Múltiples fotografías familiares atestiguan la estrecha relación de Indiana con su verdadero padre, Juan Antonio Droz, así como con su abuela y hermanos paternos. Un linaje que Villalobos, en su afán por construir una familia a su imagen y semejanza, pretende ignorar.
Y mientras Villalobos juega a ser el padre modelo con los hijos de Rojas, hay quienes observan con preocupación ciertas actitudes en José Enrique, el único hijo varón que el youtuber reconoce como propio y que ahora reside con la pareja en España. Apasionado del gimnasio, el joven ha exhibido en ocasiones gestos amanerados en fotos y videos, detalles que, si bien podrían ser intrascendentes, adquieren otra dimensión a la luz de un video donde se le ve empujando bruscamente a una joven a la que presenta como su novia. Un comportamiento que algunos interpretan como un inquietante eco de las conductas de su padre, sugiriendo que la manzana, en este caso, podría no haber caído muy lejos del árbol.
La ya maltrecha reputación de Wender Villalobos se hunde aún más en el fango con las acusaciones de sus críticos, quienes lo señalan sin tapujos como un operador de campañas de desinformación y desprestigio a sueldo. Según estas denuncias, el youtuber utilizaría sus canales como plataformas para lapidar la imagen de personas específicas, a menudo recurriendo a información falsa, todo ello a cambio de un puñado de monedas. La contundencia de estas afirmaciones se ve reforzada por la filtración a las redes sociales de audios donde el propio Villalobos, en una verborrea que destila cinismo, parece confesar sus tácticas mercenarias. En una de estas grabaciones, mientras conversa con un tercero, se le escucha soltar perlas como: “…Te dije que hablaras con las víctimas de ellos, me los picharas y yo… Mijo yo por plata voy durísimo. Que me piche las víctimas de ellos. Me pasan algo y verga y yo salgo a denunciarlos a ellos (…) Pero yo no me voy a meter en ese peo sin plata, porque yo sé que voy a recibir coñazo y yo no voy a recibir coñazo de ellos de gratis (…) Yo dije que no me voy a meter en esos peos así marico, si no hay plata, porque voy a recibir coñazo de ellos de gratis y los demás llenándose los bolsillos y yo dando la cara por los demás sin real. No mi amigo, que va, negativo”. Un testimonio que lo retrata como un vulgar sicario digital, dispuesto a vender su “voz” al mejor postor, siempre y cuando la paga justifique el “coñazo” recibido.
No obstante, de cara a las autoridades fiscales españolas, los ingresos de Villalobos no provendrían de estas oscuras transacciones, sino de las migajas que le arroja YouTube y de una actividad mucho más terrenal: una suerte de guardería canina improvisada en su propio hogar madrileño, negocio que comparte con su inseparable exfiscal Maryorith Rojas. Estas mascotas, que Villalobos exhibe con frecuencia en sus transmisiones como si fueran trofeos de una vida idílica, son el sustento “oficial” de la pareja. Este emprendimiento perruno surgió, al parecer, después de que la exfiscal Rojas deambulara sin pena ni gloria por el mercado laboral español, probando suerte, con escaso éxito, como agente inmobiliaria, teleoperadora en un call center e incluso intentando emular a su consorte como youtuber ocasional. Un currículum que contrasta con las funciones que alguna vez desempeñó en Venezuela.
Mientras tanto, Indiana y Valeria, las hijas de la exfiscal Rojas, parecen intentar labrarse otra ruta. Regentan “Tudecofrutas”, un emprendimiento dedicado a la creación y venta de arreglos frutales y florales en Madrid y Barcelona. Ambas han transitado por diversos empleos en España, destacando el paso de Valeria por las oficinas barcelonesas de un gigante tecnológico, donde también laboró su pareja, el neerlandés Hugo Passchier, un experto en marketing, con quien inició una relación tras su tórrido romance con el emprendedor Egor Folli -también conocido como Egor Folley-, fundador de Artial y Modalina, dos startups de tecnología. Un esfuerzo por construir un futuro que, al menos en apariencia, se distancia de los escándalos y las dudosas prácticas del “padre” youtuber de Valeria.
Para añadir más leña al fuego de las ironías que rodean a Wender Villalobos, circula una versión, no confirmada pero persistente, de una fuente que se dice cercana a la familia. Según tal versión, el padre del youtuber –aquel que lo abandonó a él y a sus hermanos– residía en Maracaibo hasta al menos hace un par de años y, tras colgar el uniforme militar, se habría enrolado en la Milicia Bolivariana. Este progenitor, que habría formado una nueva familia en Maracaibo, también se habría convertido a la fe evangélica, siguiendo los pasos de uno de sus hijos –medio hermano del youtuber–, quien supuestamente ejerce como pastor. De ser cierto, el “luchador opositor” tendría un padre miliciano y evangélico, una paradoja más en la ya intrincada y contradictoria biografía de Wender Villalobos.