(12 de mayo del 2024. El Venezolano).- Las graves sequías registradas durante los últimos 20 años en la cuenca de la Amazonía han provocado que los períodos con niveles bajos de agua duren unos 30 días más de lo habitual, lo que genera un gran impacto en la población.
Un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, publicado este viernes en la revista Communications Earth & Environment, detalla los impactos entre la población.
Durante estas graves sequías, cerca del 50 % de las localidades no indígenas y un 54 % de los pueblos indígenas de la parte brasileña de la cuenca amazónica son propensos al aislamiento, ya que dependen de los ríos y humedales para desplazarse en barca, el transporte más importante para la mayoría de las comunidades.
«Dado que las comunidades rurales remotas dependen en gran medida del transporte fluvial para acceder a los principales bienes y servicios, llegar a los centros urbanos y mantener sus medios de vida, las sequías graves las condenan a largos períodos de escasez de bienes, aislamiento, acceso restringido a la sanidad y la educación, acceso limitado a los sitios de pesca y caza y otros impactos importantes», señala.
«Una nueva realidad»
Los datos indican, según el estudio, que «las sequías de 2005, 2010 y 2015-2016 no solo redujeron drásticamente los niveles de agua en una parte sustancial del mayor sistema fluvial del mundo, sino que dieron lugar a períodos más largos de niveles bajos de agua, superando los 100 días, un mes más de lo esperado».
«Los científicos llevan años alertando del aumento considerable de la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos en la cuenca amazónica debido al cambio climático, además de los graves cambios en su sistema hidrológico debidos a la deforestación y la degradación forestal«, comentó la científica brasileña Leticia Santos de Lima, que dirigió la investigación.
El documento alerta sobre la «insuficiente respuesta gubernamental, que sigue manteniendo una actitud reactiva a la problemática en lugar de planificar una adaptación a largo plazo», y recuerda que «más carreteras no son la solución contra el aislamiento de las comunidades durante las sequías, ya que son un conocido motor de deforestación».