(01 de noviembre del 2023. El Venezolano).- Las elecciones primarias celebradas el pasado domingo 22 de octubre, calificadas por Jorge Rodríguez como un “evento catastrófico”, ciertamente han causado una catástrofe política, en el seno mismo de la dictadura comunista que nos oprime. La catástrofe ha impactado todas las estructuras del poder y ha generado un pánico sin precedentes en todos y cada uno de los integrantes de la camarilla roja y en la de sus allegados.
Por Cesar Pérez Vivas
Se trata de un pánico al despertar ciudadano, al ejercicio desafiante de nuestros derechos, al despertar de una conciencia política que por varios años estuvo aletargada, como resultado de los fracasos en las luchas por el cambio, y a los graves desatinos y desviaciones de un sector de la dirigencia política opositora.
En efecto, hemos presenciado la forma como la cúpula roja ha reaccionado ante la multitudinaria respuesta ciudadana. Han evidenciado un estado febril, desesperado, con severas contradicciones en su narrativa y en sus acciones, para tratar de distorsionar y manipular la verdad de un hecho político trascendente que desde el primer momento ellos buscaron controlar, diferir, eliminar o disminuir en su alcance y trascendencia.
Expertos como son en el arte de mentir, manipular, calumniar y ofender, en esta ocasión los hechos, tan contundentes y protuberantes, no han podido ser ocultados, distorsionados, ni mucho menos ignorados; hasta el punto que se han lanzado por el camino de la intimidación, la persecución y la venganza para darle rienda suelta a su angustia, terror y rabia. Teniendo en sus manos todos los hilos del poder, nuestros ciudadanos saltaron las barreras del miedo, del bloqueo económico y político establecido contra quienes adelantamos esta lucha, y decidieron expresar en un acto sencillo, pacífico y legal, su profundo repudio y desprecio a un régimen político que nos ha hundido en la muerte y la miseria.
Los 2,4 millones de ciudadanos movilizados el pasado domingo 22 de octubre, han demostrado la determinación de nuestra sociedad de rescatar la democracia, sacando del poder a esa camarilla inescrupulosa. La respuesta la hemos estado presenciando: negación de lo que todo el mundo vio, campaña de descrédito contra todos los actores y especialmente para la elegida candidata unitaria, la Ing. María Corina Machado. Pero la más baja de sus reacciones ha sido apelar al Poder Judicial para someter a investigación, con claro propósito represivo y vengador, a los integrantes de la Comisión Nacional de Primaria y a sus juntas regionales.
A esta hora, están por acudir a la citación del Ministerio Público los honorables venezolanos que condujeron, con firmeza y prudencia, el proceso de primarias. Veremos los pasos a ejecutar por la cúpula roja. Estaremos atentos para observar si van a incrementar la lista de presos políticos, a pesar de las negociaciones con el gobierno de Estados Unidos, o si se trata de una utilización del sistema de justicia para sembrar desesperanza y tratar de incidir en la determinación ciudadana de acudir a las urnas de votación para despachar, de una vez por todas, al peor sistema de gobierno, en más de un siglo de nuestra historia.
Cualquiera que sea el propósito de la dictadura con esta acción de intimidación y hostigamiento, nuestro deber es repudiarlo de forma expresa y clara. No obstante, ese conjunto de acciones desesperadas, no podemos perder el objetivo central de nuestra lucha. Debemos tener presente que estamos comprometidos y decididos en llevar a las urnas electorales a Nicolás Maduro.
Tengamos presente que todo lo presenciado hasta ahora, y las acciones por venir, tienen como único objetivo sacarnos de ese foco. Buscan distraernos en otros asuntos. Los demócratas venezolanos tenemos, en unidad, un solo fin: derrotar a la barbarie roja en la elección presidencial del 2024. Maduro busca perpetuarse en el poder, y es muy capaz, si no logra el objetivo de dividirnos y desmovilizarnos, de huir de dicho proceso.
El éxito del domingo 22 de octubre como lo señalé en mi artículo de la semana pasada, constituye un hito histórico, pero eso no significa que ya hemos logrado el objetivo. Aún falta mucho camino por recorrer. Aún tenemos que trabajar más en la conciencia colectiva, en la construcción de una unidad sincera y en la organización social y política de la nación. Aún tenemos que resistir mayores acechanzas. En esta hora se impone, entonces, un comportamiento unitario, desprendido y patriótico de todos los ciudadanos, pero muy especialmente de quienes ejercemos la política.
Una fiera herida es mucho más peligrosa y puede causar aún más daño. Seamos entonces cautos, humildes y prudentes; lo cual no significa timoratos o soberbios. En esta hora la soberbia es mala consejera. Busquemos el encuentro y la concertación entre nosotros para avanzar hacia el gran desafío del próximo año 2024.