(30 de octubre del 2023. El Venezolano).- La voluntad popular parece haber arraigado en el tejido social venezolano. Nada de clase baja, media o burguesa en las colas de las recientes elecciones primarias. Los venezolanos acudieron a votar para elegir a un único candidato de la oposición para que se enfrente a Nicolás Maduro en diciembre de 2024.
Por Jose Antonio Medina
María Corina Machado rentabilizó no solo el desastre económico y social venezolano, también dejó claro quiénes son los responsables del bloqueo que sufre Venezuela.
La victoria en los barrios y pueblos, confirma que las dos venezuelas, la rural y la urbana, que el discurso de Chávez, Maduro y Diosdado, montaron, ha desaparecido porque la ideología del socialismo del siglo XXI no ha funcionado.
Por otro lado, el extremismo, la falta de empatía, el descrédito y, la ausencia de comprensión del gobierno bolivariano se encontró de bruces con la moderación de Machado y, el llamado a una alianza nacional.
A esa sumatoria, se añadieron los condicionantes de Estados Unidos (0 inhabilitaciones, 6 meses de prueba ganando dinerito con el petróleo, gas y oro, un camino con elecciones bajo la abierta presencia internacional y, la liberación de presos políticos), firmados en Barbados bajo la mirada del hijo de Maduro, Nicolasito, dándole a Venezuela la oportunidad más real de los últimos 25 años para cambiar todo su escenario político.
Sin embargo, apenas 4 días después del aplastante triunfo de Machado, la esposa de Maduro, Cilia Flores, con el mismo lenguaje arrugado de 1998, acusó a las primarias y a sus organizadores de estafadores, de haber cometido un fraude porque inflaron el número de votos y no aceptaron la maquinaria del Consejo Nacional Electoral revolucionario, así que como hubo un delito, el tema hay que pasarlo a un juez para que decida si envía o no, a los organizadores de este plebiscito a la cárcel, un mandato que el fiscal general, Tareck William Saab, recogió anunciando una investigación en contra de los miembros de la Comisión Electoral de las Primarias. Que mal perder.
Pareciera que Machado mete más miedo, a los rojos rojitos, que el que metieron López, Capriles o Guaidó. Quizá se deba a que los rojos rojitos esperaban una abstención venezolana que no se produjo, obligándoles a recordar la que sufrieron en carne propia en las municipales de 2013 cuando alegrándose de que acudiera el 58.9% de los votantes, el mundo se les vino encima porque en 2008 había sido del 65.4%.
Frente a esta postura de Flores, con su marido asintiendo con la cabeza a unos cuantos metros, se pregunta uno qué querrán hacer los propietarios del bolivarianismo, si desconocer los resultados de estas primarias, mantener las inhabilitaciones y repetir elecciones presidenciales a finales del 24 bajo sus mismas reglas. Pues la respuesta ellos la conocen, tienen hasta el 30 de noviembre para decirlo. Pero 0j0, eso a ellos no les quita el sueño, porque ya tienen uno, quedarse en Miraflores.
Mientras tanto, Maduro no ha abierto la boca, quizá porque perdiendo la presidencia bajo una elecciones libres, le quitarían ese papelito norteamericano de “se pagan 15MM$ a quien lo entregue” y, podría irse a vivir a cualquier lugar del mundo, sin embargo, el resto de sus colegas parece que no lo ve tan fácil para ellos, así que, a modo de aviso para cuando en otro documento parcial se redacten las garantías, saltan ahora que pueden para evitar que el chollo se les termine.
En sus adentros, los revolucionarios saben que María Corina Machado ganó porque mantuvo un discurso claro, que recordaba tiempos mejores, cuando paradójicamente gobernaban en Venezuela socialdemócratas y democratacristianos, ambos condicionados por el conservadurismo norteamericano.
Hoy, el régimen de Maduro no es chavista, ni marxista, ni socialista, acusa el desgaste de 25 años de pura mandarria, su discurso fabulista no es capaz de explicar porqué Venezuela ocupa, entre 163 países, el puesto 148 en el Índice de Paz Global, tampoco es capaz de sostener aquello de que el malo es el del frente, además, el bronco perfil político ya no funciona con una esperanza de vida de 70.5 años, parecida a la Honduras o a la de Irak y, frente al 33.1% de riesgo de pobreza (2015), por encima de Uganda con el 20.3% o El Salvador (2022) con el 26.6%. Los problemas se les amontonaron y, ahora el presidente está como si no encontrara una gasolinera para llenar el depósito de su todoterreno.
No hay una sola respuesta que explique lo que acaba de suceder en Venezuela, pero lo que si parece seguro es que aquellos mensajes de que el mundo se acababa si ellos se marchaban, de que la invasión a la patria estaba cerca y de que ellos saben quién está y quién no con el gobierno, ya no surte efecto. Es como si el miedo se hubiese evaporado.
No se trató de que Corina Machado se hubiera metido todo esto en su cabeza para decirlo en su campaña, los otros aspirantes también conocían esta realidad, pero ella supo cómo y cuándo decirlo; contó con la credibilidad de su pasado, con un discurso y maneras claros, occidentalizados y, sin el histrionismo de los anteriores candidatos vestidos con el mismo chándal y gorra de Chávez.
Los bolivarianos han ignorado los cambios y las señales de cansancio de los venezolanos, representados por más de 7 millones de emigrantes, tildándolos de irresponsables por dejar el país, un insulto para los que se marcharon y para los familiares que se quedaron.
Además, todo sugiere que el equipo de María Corina fue eficiente, ahí están los datos, logrando identificar las profundas heridas de los bajos salarios con un futuro mejor ya conocido con anterioridad.
La gente compró que Venezuela puede mejorar porque tiene recursos para hacerlo, desistiendo que ello pueda conseguirse de continuar por el camino actual. Corina no vendió una ideología, simplemente, vendió una Venezuela posible que muchos han vivido y han contado a sus hijos y nietos.