(10 de abril del 2023. El Venezolano).- El gran José Luis Rodríguez, mejor conocido como «El Puma» cuenta con una larga trayectoria, muchos la conocen otros poco saben de su admirada carrera, hoy compartimos parte de lo que ha sido una de las mejores entrevistas que le han realizado… hablar de El Puma no tiene fecha de caducidad, todo mantiene vigencia, mientras él sigue evolucionando.
Entrevista publicada por Rueda la Economía y realizada por Jaime Rueda Domínguez
Mi inclinación musical por la orquesta Billo’s Caracas Boys la he explicado muchas veces en diferentes medios, y ahora, por las redes sociales y en mi página web www.ruedalaeconomia.com. Nace desde niño, a principios de los 60, en un viejo radio receptor Hallicrafter de onda corta (genuino) que había en mi casa, fabricado en Chicago, Illinois. Lo tenía mi papá desde su soltería.
En mi hogar había dos estaciones que sonaban todo el tiempo: la original emisora Atlántico del paseo Bolívar y Radio Reloj. Desde muy tierna edad yo escuchaba a lo lejos los danzones, pasodobles, porros, cumbias, rumbas flamencas, merengues dominicanos, congas, gaitas zulianas y Mosaicos, de la banda del maestro Billo.
Pertenezco a la generación que pasó de la niñez a la adolescencia escuchando a Felipe Pirela, Cheo García, Memo Morales y a José Luis Rodríguez. Sí, los años que dejan huella para toda la vida.
En Barranquilla pude entrevistar al maestro Billo Frómeta en tres oportunidades. También, a Memo Morales (fallecido el 1 de enero de 2017) y varias veces a Cheo García en mi ciudad, en Bogotá y en Caracas.
Asimismo, a Rafa Galindo y a Víctor Pérez, vocalistas de “La más popular de Venezuela”. De esa pléyade sólo me faltaba José Luis. Cuando Rodríguez comenzó a ascender vertiginosamente en la balada y en la actuación como El Puma, empecé a coleccionar el repertorio de la Billo’s en 1971.
Estudiaba en Bogotá y de mis ahorros compré en Discos Bambuco (en la carrera séptima) mi primer larga duración: “La onda de Billo”, disco de mitad de año donde está Cumbia caletera.
Bajaba semanalmente al Centro y escarbaba en las discotiendas (Daro, Majestic, de Jorge Salem y en Discolombia), polvorientas grabaciones en 33 r.p.m.. Y así fui haciéndome a la discografía de Billo, que ya tenía más de 30 años en el ambiente musical latinoamericano.
Primer intento
El 28 de diciembre de 1982, siendo corresponsal del noticiero Contrapunto TV, de Jaime Soto, fui a Bogotá a una reunión de trabajo. En la capital estaba Cheo García quien ya había salido de la Billo’s, y luego de su paso fugaz por Los Melódicos. Ese día se presentaba con la orquesta La Tremenda en la plaza de Bolívar.
También,estaba en Bogotá, José Luis Rodriguez, grabando un especial de fin de año para el Show de las estrellas de Jorge Barón. En un hotel del Centro entrevisté a Cheo. Previamente en Barranqujilla y basándome en los 34 temas y 9 mosaicos que José Luis grabó con la orquesta de Billo Frómeta, había preparado un cuestionario. El encuentro nunca se dio. Las preguntas se quedaron durante 35 años en un folder, en una hoja cada vez más añeja, como las “Cartas amarillas” de Nino Bravo.
Segundo intento
El año pasado (2016) El Puma vino a Barranquilla el sábado 10 de septiembre y ofreció en el salón Jumbo del Country Club un concierto en el “mes del amor y la amistad”. Un asunto familiar insoslayable frustró por segunda vez mi deseo de entrevistarlo. Por fin se dio. El pasado 14 de enero mi amigo Saúl Campanella (propietario de la orquesta Voces de Ayer y Hoy) publicó unas fotos en Facebook e Instragram con José Luis, celebrando juntos en Miami su cumpleaños. Los dos nacieron el mismo día.
Pensé que Saúl era el puente ideal para llegar al Puma. El primer acercamiento fue posible cuando me envió desde Miami un ejemplar con dedicatoria de su libro “El Puma y yo”.
Luego, conversamos sobre la posibilidad de entrevistarlo en mi próximo viaje. El 29 de abril Saúl ya lo había contactado y me escribió: “Ya hablé con el Puma. Apenas vengas puedes hacerle la entrevista”. Viajé a Miami el 24 de mayo, y el 26, Saúl me envía este WhatsAapp: “Querido Jimmy, no te comprometas mañana (domingo). Almuerzo con el Puma, tú y yo”.
Y así fue. Saúl pasó a recogerme y llegamos al restaurante Smith & Wollensky en South Point, el punto más al sur de South Beach, el lugar convenido.
José Luis llegó manejando su automóvil. Fuimos espléndidamente atendidos. Al notar la categoría del comensal, hubo dos cortesías de la casa, una al comienzo y otra al final. Era un honor tenerlo de visitante. Mientras departíamos vimos zarpar varios cruceros que habitualmente salen hacia el Caribe a esa hora de la tarde desde el puerto de Miami.
Antes del encuentro, el cuestionario amarillento lo actualicé y fotocopié, porque era un foco infeccioso de más de tres décadas. Y como en aquel bolero de “2 sets con Billo” que le da la bienvenida a la orquesta en el 63, le dije: “Charlemos”.
Su infancia
Empecé por devolverle la película de su vida a su niñez en Caracas, donde nació el 14 de enero de 1943.
“Me llevaste bastante atrás (y suelta una carcajada). Mi infancia me la pasaba cantando solo. El que nace chicharra muere cantando. Me desahogaba cantando, pero no sabía si iba a ser cantante. Cantaba canciones mexicanas de Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete y Pedro Infante. Era la influencia del cine mexicano en la televisión de América Latina. Es lo que recuerdo, cantar”.
José Luis es el menor de 11 hermanos y yo quería saber qué representa en un hogar ser “el Benjamín” de la casa, o el “bordón” como decían antes nuestras abuelas y madres.
“Cuando tu eres el menor, y se sientan todos a la mesa a comer y viene el queso, cuando llega a ti no tienes queso (de nuevo carcajada). Yo me volví quesómano porque en mi niñez el cerro de queso que veía en la mesa, no llegaba a mi. Todos mis hermanos se servían y yo era el último. El último hereda la ropa de los demás, no te compran ropa nueva y tienes que ponerte la ropa de los mayores. –Aquí hace una pausa, reflexiona y agrega-. Sin embargo, mi gran ventaja como hijo menor, es que fui el consentido de mi madre. Yo perdí a mi padre cuando tenía 6 años y mi madre depositó mucho amor en mi”.
De sus 10 hermanos solo están vivos dos (año 2017). Ninguno abrazó el canto ni la música. Solo uno, ya fallecido, tocaba la guitarra y el cuatro, pero “el único profesional fui yo“. Al usurpar el poder el dictador Marcos Pérez Jiménez, su madre, activista de ADECO, tuvo de exiliarse en Ecuador.
Recuerdo principalmente a Guayaquil. Vivíamos en una pensión con dinero que mandaban de Venezuela, en el proceso de la dictadura de Pérez Jiménez. Y ahí estaba mi madre. Prácticamente estudiamos y vivimos del dinero que nos enviaban desde Venezuela. En Ecuador estuvimos un año, hasta que cayó el dictador el 23 de enero del 58″.
Damos un salto en el tiempo y llegamos a 1963 cuando ingresa lo llama Billo
“Yo cantaba en el quinteto musical Los Zeppis donde estaba Estelita del Llano. Billo necesitaba un cantante y ella me recomienda. Billo me llama para hacerme una prueba. Fui a su casa. Yo estaba muy nervioso. Hizo una tonalidad en el piano, probó mi afinación, el color de mi voz y la tesitura. Eso fue todo y me dice: “Estás contratado. Vas a ganar 3.500 bolívares mensuales y 500 bolívares por canción”. Yo exclamé interiormente, guao, 3.500 bolívares a 4.30, era plata”.
En ese momento, septiembre del 63, Felipe Pirela ya había abandonado la orquesta y el maestro buscaba su reemplazo. Le pregunté si Billo era exigente.
“Era muy paciente. Yo apenas estaba comenzando. Yo no era bolerista. Billo me hizo bolerista y me tuvo paciencia, hermano. Reemplazar a Pirela no era nada fácil. La gente estaba acostumbrada a su color de voz, que no molestaba, era agradable. El público que iba a los bailes de Billo me hacía muecas y me decía “tu no caminas, tu no caminas”. Buscaba a Billo con la mirada y él me decía, “tranquilo, tranquilo”. El tiempo empezó a pasar y sólo cuando grabé “Charlemos” y “Nuestro balance”, en ese momento a la gente comenzó a gustarle mi voz”.
Esta es la parte de la entrevista donde José Luis más se extendió, al mencionarle los boleros y tangos que interpretó.
“Realmente Billo se suplía de muchísimos tangos y boleros de Santo Domingo y Puerto Rico. Canté 6 tangos”. [Precisamente, Saúl Campanella lo ha invitado a grabar nuevamente el tango “Nada”, que vino en el álbum del Mosaico 13, canción a la cual Billo le introdujo acordes de bandoneón].
Recordamos entonces el trabajo inmortal de diciembre de 1965: “Fin de año”, con dos temas que no dejan de sonar desde hace más de medio siglo: “Año nuevo y Cantares de navidad”. En este trabajo aparecen en la carátula José Luis con Billo, sentado frente a un piano y acompañados de Cheo García, -a quien recuerda como un caballo-, Memo Morales, artistas y actores venezolanos.
La foto fue tomada en los estudios de Radio Caracas Televisión y en el larga duración interpreta dos boleros y un merengue venezolano: Canción de navidad, Cantemos con alegría y En diciembre.
“Billo siempre introdujo temas únicos en sus trabajos. El encontró una fórmula que muchos quisieron imitar y no pudieron. Sus arreglos eran originales, con una cadencia que ninguna otra orquesta tuvo. Renato Capriles quiso acercarse a ese sonido pero no lo logró. Los Melódicos sonaron siempre a Los Melódicos, nunca a Billo. Pero el sonido Billo era algo muy especial y sigue siendo especial. Los arreglos concebidos por Billo eran para bailar pegadito, danzando a través de la pista con las canciones rítmicas. El se nutría musicalmente de Colombia, con la cumbia, el porro y el vallenato, y de Santo Domingo, el merengue dominicano. Pero también tenía el pasodoble y una mezcla de ritmos muy atractivos que hacían bailar a la gente. Billo era romántico y rítmico”.
José Luis reconoce que pasar por la Billo’s le ayudó a a crecer profesionalmente porque fue un fogueo muy importante. “Canté en 450 bailes por toda Venezuela, Colombia y Santo Domingo. Hacíamos mínimo cuatro bailes semanales. Terminábamos un baile y a rodar otra vez para Caracas por tierra. También viajamos muchas veces en DC3, un avión bimotor muy pequeño y así recorríamos el país”.
Mi amigo, el escritor, locutor y libretista, Álvaro Ruiz Hernández, fallecido el año anterior, me regaló un aviso “roba-página”, que publicó El Heraldo el sábado de Carnaval 8 de febrero de 1964, reinado de Carmen Vergara Vengoechea, primera soberana coronada en el recién demolido Coliseo Cubierto Humberto Perea y cuyo contenido es el siguiente:
“Aquí está lo que toda Colombia deseaba después de 20 años de espera! Hoy a las 9.00 p.m. rompen fuegos el Carnaval. Billo’s Caracas Boys, la mejor orquesta de Latinoamérica y Pacho Galán ‘El Rey del merecumbé’. En su caseta Billo’s Caracas, Olaya – Caracas esquina. Dotada con teléfono público, parqueadero, dos pistas amplísimas, tocador para damas bien equipado, whisky estampillado, buen servicio y atención. Cupo limitado. Un sueño convertido en realidad! Un gran espectáculo para una gran ciudad que se lo merece. Caballeros $30 * Damas $20. Botella de whisky de primera $160 * Ron y aguardiente $20. La Billo’s Caracas llega hoy sábado al aeropuerto de Soledad a la 1.30 p.m. Habrá lluvia de fotos y autógrafos para los que asistan“.
El aviso trae cuatro fotos en las esquinas: José Luis, Billo Frómeta, Cheo García y Joe Urdaneta.
Le entregamos en el restaurante una fotocopia del aviso y exclamó:
Era la expectativa. Los Carnavales de Barranquilla siempre han sido los más famosos. Los de Brasil son muy importantes, pero el Carnaval de Barranquilla siempre tuvo esa ilusión que uno tenía para ver esas ‘mujeres her-mo-sas [así, de-le-treado] de Barranquilla’. [Y aquí cambia el tono de la voz]-. Yo lo pasé muy bien en ese año. Fue un fogueo muy valioso porque el Carnaval te obligaba a cuidarte. Si te dabas una licencia permisiva de trasnocho y bebida, no aguantabas. Trabajábamos para que la gente se divirtiera y nosotros en la orquesta muy pocas veces podíamos divertirnos. Además, era una época mucha más tranquila. Solo había aguardiente, no había otras cosas que se meten ahora. Reinaba la cordialidad entre el público. Cuando bailaban todos se esmeraban por ser buenos bailadores, procurando destacarse con el paso más importante. El público siempre estaba ahí delante de la orquesta. Solo por curiosidad aprendí a fumar para ver cómo era, pero me maree y vomité y me convencí que eso no era para mi. Y me eché dos borracheras y me dije esto tampoco es para mi. El licor te lo pintan en la publicidad como inofensivo, como si no emborrachara. Pero los resultados del trago todos los conocemos“. -Desde entonces ni fuma ni bebe.
En vida, Billo contaba una anécdota imaginaria. “En la orquesta no cabíamos dos buenos mozos, o José Luis o yo, y como yo era el dueño José Luis tuvo que irse”. Esto jamás ocurrió en la vida real.
“Nunca me fui de ninguna parte por mi propia cuenta. Billo supo que yo había crecido y no tuve la necesidad de decirle: maestro me quiero ir. El mismo me dio la carta personalmente una noche en un programa de televisión. Me dijo: “Creciste. Ya tienes que probar suerte solo, gracias”. Ese fue un gesto maravilloso suyo. El lo hizo, yo no tuve que pedirle la libertad, el me la dio. Yo sabía que tenía que partir. No tenía nada en la mano. No sabía qué iba a hacer, pero sí sabía que Dios me estaba moviendo para otro sitio. Esperé. Hice con Velvet un disco: “El retrato de mamá”, no tuvo éxito. Enseguida vinieron las telenovelas y así empezó a transcurrir mi vida entre la cantada y la actuación. De la telenovela “Una muchacha llamada milagros” surge El Puma, de la canción de Sandro “Este es mi amigo el Puma”. Delia Fiallo (falleció a los 97 años el 29 de junio de 2021) se inspiró en esa canción para crear mi personaje y fue mágico realmente. La canción no era de Delia, ni mía, pero Sandro le cantaba a una segunda persona. Yo encantado, porque antes era José Luis Rodríguez a secas y desde ese momento fui José Luis Rodríguez El Puma, para siempre“.
En ese transcurrir, El hombre de la cima, Se busca y El guía, se convirtieron en temas emblemáticos en su carrera. Aprovechamos pare preguntarle que pasó en Barranquilla en 1974 en la discoteca La torre de Babel.
“Ya estaba en una búsqueda espiritual y Cristo me estaba llamando. En Barranquilla esperaban al Puma con la melena crecida y al mujeriego. Como ya me había convertido, a la discoteca la Torre de Babel llegó un gatico inofensivo. [En este momento llega el mesero y José Luis le pide agua al clima, ‘no water ice’]. Llegué con unos muchachos cristianos, no llevé el repertorio que la gente quería escuchar y pasó lo que pasó. Me puse a predicar y no me pagaron. El dueño de la discoteca me dijo: ‘Estás cancelado y por aquí no vengas más’. Antes de retirarme invité al público a un gimnasio cubierto [se refiere al Coliseo Cubierto Humberto Perea], y 3.000 personas fueron a escuchar mi prédica. Se convirtieron como 1.500. Esa fue la anécdota que quedó de mi paso por Colombia. La gente decía por las calles ‘para allá va el tipo, ten cuidado, está testificando”. Hoy me arrepiento un poco, porque no lo seguí haciendo igual, para no interferir con el público que paga por ver un show, un concierto, no a un predicador. Pero en mis entrevistas y declaraciones siempre lo hago. Creo que Dios me detuvo y me dijo que me quedara tranquilo y ahora estoy esperando en él”. –Aquí, se acuerda de Juan Luis Guerra y Ricardo Montaner, y asegura que para ellos “el mundo no ha sido un peligro y han sabido conservar familias preciosas. No se han enfriado“.
En 2013, cuando fue jurado del reality de baile La Pista, de Caracol Televisión, una noche José Luis dijo que le encantaría estar presente el día que se firmara el acuerdo de paz en Colombia, para cantar con todos los colombianos “Agárrense de las manos”. La paz se firmó y El Puma no vino. Le preguntamos ¿qué paso?
“Esa es una respuesta muy larga que no te la voy a dar. Tengo mis reservas con esa paz, ¿ok? Dios quiera que todo vaya bien, pero no quiero declarar nada sobre eso. Solo les deseo felicidad y la paz del mundo“. José Luis no conocía la cifra de su repertorio grabado con Billo: 34 canciones y 9 Mosaicos.
“Hoy serían como como 4 CD. Yo no conservo esos discos. No tengo una ‘egoteca’ en la casa y me cuesta mucho vivir de los recuerdos. No quiero estar en el ayer. Siempre he querido estar en el hoy. Ayer se fue, ya no está. Cuando empiezas a vivir de recuerdos allí empezaste a morir. No quiero eso todavía. Es más, si sigo más adelante y si Dios, me da más vida, no quiero vivir de los recuerdos, duelen, no sirven. Quiero vivir del presente siempre, con miras a un mañana. Y quiero seguir viviendo hasta que Dios me permita. Mi vida está en sus manos. Estoy esperando en Dios. No tengo planes”.
No podía faltar la situación de Venezuela.
Si la gente no sigue en la calle, todo se perdió y Venezuela será una segunda Cuba. Este régimen perverso, malvado, dictatorial, mentiroso, ladrón, de narcotráfico, ha expatriado más de 350 mil millones de dólares. Dinero que está en cuentas en diferentes países. Desbancaron a la nación y siguen mintiendo. Se aferran al poder porque no tienen de otra. Porque saben que si caen tendrá consecuencias muy feas para ellos. Si la gente deja la calle, reitero, el maligno gana. Si se mantienen en la calle, el maligno tendrá que huir. Creo que Venezuela y Cuba van a ser libres. No se cuándo, pero los hechos indican que va a haber más derramamiento de sangre. Sin derramamiento de sangre no hay revolución. Ese régimen mentiroso, ojalá que nunca le toque a Colombia, nunca le toque a Colombia [lo repite dos veces]. Pero tu no puedes dialogar con el Diablo, no puedes pactar con el Diablo, con el Demonio, porque siempre vas a perder. Ahí no hay diálogo. Ese tiempo se rompió. Lo que queda es la lucha por la libertad y a recuperar el país”.
Finalmente José Luis explica por qué se radicó en Miami “La Capital del Sol”
“Porque Miami es el ombligo de América y es la ciudad más latina de los Estados Unidos. Mi profesión es fundamentalmente comunicación. [Y vuelve a mencionar a Juan Luis Guerra]. Lo ha hecho muy bien, se proyectó internacionalmente y produce dólares desde Santo Domingo [y estalla en una larga carcajada].
Y agrega algo más: «Una cosa es vivir en Miami y otra cosa es vivir de Miami. Es la diferencia. Yo vivo en Miami y por mis frecuentes viajes es el sitio ideal para salir a cualquier parte del mundo. En Miami hay de todo, tienes todo, es una ciudad hermosa.
Jugamos dominó en su casa
Unos días después nos volvimos a ver. José Luis tiene un arreglo mensual, invitar un miércoles a su casa a jugar dominó a un grupo de amigos venezolanos que él mismo escoge. Todo corre por su cuenta, bebidas y platillos exquisitos, aunque él no toma. Se forman 4 mesas de a 4 personas y el encuentro dura un par de horas. Por Saúl Campanella fui invitado. Recuerdo que esa noche compartí mesa con El Puma y lo hice pasar varias veces. La verdad, me sentí apenado. La primera vez dijo: “Bueno y tú qué comes?” y en la segunda exclamó: “Saúl, no me lo traigas más”.