La desdolarización de la economía mundial seguirá su curso, pero no será un proceso rápido, afirmó Marsel Sálijov, director del Centro de Análisis Económico de la Escuela Superior de Economía de Moscú, en un artículo publicado este miércoles por el club del debate internacional Valdái.
El experto destaca que el porcentaje del uso del dólar en las transacciones internacionales ha superado con creces al porcentaje de la economía estadounidense en el PIB mundial durante muchas décadas. Mientras que el PIB de EE.UU. constituye un 24 % del mundial, el dólar, según los datos del FMI, representó un 59 % de las reservas monetarias de los bancos centrales en el primer trimestre de 2023. Además, de acuerdo con los datos del sistema SWIFT, el porcentaje de la moneda estadounidense en las transferencias interbancarias en abril fue del 59,7 %, lo que marca un significativo aumento en comparación con el año pasado.
Según Sálijov, existen varios factores que apoyan el estatus del dólar como la divisa principal en las relaciones económicas: el tamaño de la economía de EE.UU., la influencia política, el mayor mercado de los instrumentos financieros y el papel de las empresas transnacionales estadounidenses a nivel global. Debido a estas circunstancias «la crisis financiera global de los años 2008-2009, cuyo origen fue la propia economía estadounidense, no influyó en el estatus del dólar de EE.UU. en la economía mundial».
No obstante, las sanciones financieras a gran escala contra Rusia, así como la congelación de reservas de su banco central por parte de Occidente (en violación de la Convención de la ONU sobre las inmunidades jurisdiccionales de los Estados y de sus bienes, que garantiza la inmunidad de los activos de los bancos centrales), «plantearon la cuestión de si tales ventajas de dolarización pueden ser contrarrestadas». En este contexto, opina el analista, las acciones de Moscú encaminadas a ampliar el uso del yuan y otras monedas de países amistosos eran «esperadas y comprensibles».
Alternativas al dólar
Al mismo tiempo, el porcentaje del dólar en las reservas internacionales en 2022 disminuyó solo en 0,44 puntos porcentuales. De acuerdo con el economista, «la causa fundamental de tal rigidez en respuesta a los elevados riegos políticos, aparentemente comprensibles, es la falta de alternativas serias que puedan absorber volúmenes considerables de ahorros por parte de los bancos centrales».
«El mercado de bonos gubernamentales de la zona euro está fragmentado por países separados, muchos de los cuales tienen una calificación crediticia baja. El yuan chino no es una moneda libremente convertible, dividido en las partes interior (‘offshore’) y exterior (‘onshore’), y está bajo un duro control del Banco Nacional de China. El oro como activo puede ser buena cobertura en caso de crisis, pero no genera ningún ingreso y tiene una liquidez baja. Por ello, para los bancos centrales de los países en desarrollo no es tan evidente qué activos y qué moneda pueden ser alternativa para los activos que están en dólares», explica Sálijov.
En este contexto, Pekín emprende esfuerzos para internacionalizar su divisa. «La estrategia de China consiste en garantizar el estatus internacional del yuan mediante el comercio internacional y no las operaciones de inversión. En los últimos años, China trata activamente de motivar y estimular a sus socios para comerciar en yuanes y no en otras monedas», destaca el experto.
En particular, Pekín ha creado su análogo del sistema SWIFT, mientras desarrolla su infraestructura financiera y amplía la concesión internacional de préstamos en yuanes, así como firma contratos de suministro de petróleo en yuanes, lo que hace crecer la demanda de la moneda china fuera del gigante asiático.
«La desdolarización del sistema financiero mundial seguirá. En primer lugar, a ello contribuirá el desarrollo de las tecnologías en el ámbito financiero. La evolución de las plataformas comerciales automatizadas conlleva la reducción del costo del intercambio de una moneda a otra. Los bancos centrales buscarán llevar una compensación directa entre sí, sin usar directamente divisas de países desarrollados. En el futuro, las monedas digitales de los bancos centrales también podrán utilizarse en operaciones internacionales, reduciendo los costos para los agentes económicos. No obstante, este proceso será bastante largo, no hay que esperar un cambio dramático del sistema financiero mundial en un futuro previsible», concluye Sálijov.