(13 de enero del 2020. El Venezolano).- La brutal represión por parte de los grupos de tarea del chavismo contra los diputados opositores no es lo único grave que emerge de la etapa actual de la crisis en Venezuela. Es el trasfondo que hace esto posible lo que le da un significado particular y mucho más complejo al giro que experimenta el país. El régimen que encabeza Nicolás Maduro ha vuelto a poner la vista sobre un Congreso al que vació de poder desde que el 5 de diciembre de 2015 lo ganó la oposición arrebatándoselo a la nomenclatura bolivariana. No está dispuesto ahora a volver a cederlo debido a las condiciones que le impone un enjambre de acuerdos opacos sobre el futuro de la riqueza petrolera y su traspaso a multinacionales radicadas en el país, que ha establecido al menos desde setiembre del año pasado con Moscú. El Kremlin es uno de sus principales socios pero no el único que apunta al rescate del negocio petrolero hoy en ruinas. En la misma lista se anota los otros clientes del crudo venezolano, China, India y Turquía que ignoran las penalidades de EE.UU. para el trasiego del fluido.
Esta estrategia de dramática reconquista del legislativo liga, aunque en menor medida, con las deudas contratadas por el chavismo en especial con dos de esos clientes. En los últimos tres lustros, Beijing le dio créditos a Caracas por 60 mil millones de dólares de los cuales 16 mil millones aún están pendientes de cancelación. En el caso de Rusia, la cifra de los préstamos contratados con la estatal de petróleo Rosneft, redondearon los 6,5 mil millones de dólares, pero ahí restan solo 800 millones para ser saldados. En el primer caso los pagos se han hecho con crudo, pero las perspectiva es complicada porque la producción se ha desplomado en picado hasta entre 700 mil y 500 mil barriles diarios desde el millón 300.000 del año pasado. En 1998, cuando Hugo Chávezllegó al poder, las refinerías rendían 3,4 millones de barriles diarios. Un dato nítido de la decadencia.Newsletters ClarínLo que tenés que saber hoy
En el caso del Kremlin, también interviene el petróleo en las cancelaciones de las obligaciones pero con una estrategia que, si otras fueran las banderas, la autollamada progresía latinoamericana la denunciaría como ejemplo del más rancio imperialismo. Rosneft controla ya aproximadamente dos tercios de las exportaciones de petróleo venezolano, se ocupa de su comercialización y hasta del transporte esquivando las sanciones norteamericanas. Esa posición le brinda una llave para garantizar aquellos pagos. Aunque no es ese el objetivo primario de Rusia.
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