(28 de febrero de 2019. El Venezolano).- Dicen que la desesperación es una de las peores consejeras que puede haber, y esa característica es la que más aflora en el usurpador y el resto de la camarilla comunista que destruye a Venezuela «a paso de vencedores» .
Sin duda que la desesperación que tiene atrapado al usurpador lo llevó a realizar ese inhumano acto de fuerza contra la ayuda humanitaria que trató de ingresar al país el pasado 23 de febrero por distintos puntos de las fronteras terrestres y marítimas una vez que el Presidente interino de la República, solicitó formalmente la ayuda humanitaria que estaba lista sólo a la espera del cumplimiento del requisito protocolar de la declaración oficial de la crisis humanitaria que el usurpador de negaba y se resiste a aceptar.
Muestra de la desesperación es el asesinato de varios indios Pemones que en la frontera con Brasil enfrentaban a las fuerzas del régimen exigiendo la entrada de esa ayuda tan valiosa para esa etnia cuyos hijos y viejos mueren de hambre y de enfermedades.
En la frontera con Colombia, norte de Santander, la desesperación llevó al usurpador a ordenar el criminal acto de incendio de dos gandolas cargadas de alimentos, suplementos vitamínicos y medicamentos para salvar unas 300 mil personas que se encuentran en peligro de muerte. Todas estas acciones criminales con seguridad que engrosarán el expediente por crímenes de lesa humanidad a los cuales tendrá que responder el usurpador cuando lo sienten en el banquillo de los acusados de la Corte Internacional de La Haya. Allí quiero verlo.
Pero desde hoy hay un hecho que merece especial atención por el decreto del usurpador de dos días anticipados de carnaval que no tienen justificación alguna, sobre todo en un país con una severa crisis económica cuya resolución lo que exige es trabajo y la trabajo para el incremento de la productividad.
Los empresarios, la banca y distintos sectores de lo que queda de vida económica del país se han pronunciado contra este irracional hecho y abrirán sus puertas.
La desesperación de Maduro por saber que sus días en el ejercicio usurpador del poder están contados porque es la decisión mayoritaria del pueblo venezolano que está decidido a reconquistar la libertad y la institucionalidad del país, apoyado por la mayoría de los países democráticos del mundo, lo llevó a decretar lo que este cronista considera la vagancia de lo venezolanos, en la creencia que eso le puede aportar algo de la popularidad perdida.
Será que Maduro está convencido que la mayoría del pueblo venezolano está en capacidad de salir a disfrutar, como antes lo hacía, del asueto carnestolendo cuando el salario mínimo que devenga el trabajador durante todo un mes de esfuerzo se diluye en un cartón de huevos y unas hogazas de pan.
No le habrán dicho a Maduro que decretar dos días más de carnaval lo que hace es aumentar la arrechera que el pueblo tiene contra él, su gobierno y eda cosa destructora que llaman revolución. Señor Maduro, este país no necesita vagancia sin trabajo y más trabajo.