(27 de noviembre del 2023. El Venezolano).- Como la dictadura todavía no se ha instaurado en España, después de felicitar al ultraderechista argentino Javier Milei por acabar con el peronismo, el líder de los conservadores españoles, Núñez Feijóo, advirtió que en España Pedro Sánchez junto con Yolanda Díaz, están consolidándolo en el reino de los borbones, como prueba de ello declaró públicamente que Sánchez encarna perfectamente a Perón y, Yolanda Díaz a Evita. ¡Irrefutable!
Por: José Antonio Medina Ibáñez
Sin embargo, en los mentideros políticos todavía reinan las risas de Sánchez en el Congreso cuando le recordaba al feiticeiro aquello de que no quiso ser presidente, es tan así la pena causada a Feijóo que este ha recomendado se reúna un equipo de especialistas para que estudien al presidente español porque puede tener un tic patológico. Eso de aceptar que ya España tiene presidente no lo ha encajado muy bien.
En todo caso, lo que cada vez parece más cierto no es que la nueva legislatura pueda ser más complicada que la anterior, eso lo sabemos, lo que parece consolidarse, a vista de pájaro, es que SUMAR y Yolanda Díaz no son ni Pablo Iglesias, ni las exministras Montero, o Belarra.
Díaz y su equipo aprenden rápido y manejan con mayor eficacia eso de las relaciones públicas, lo que aliviará los sueños de Sánchez y, le permitirá hacer una política sin tantos sobresaltos, sin descartar, claro está, futuros encontronazos con el PSOE.
Por otro lado, Sánchez no solo cuenta con más experiencia, sino que se ha rodeado de ella, ahí está su nuevo gobierno, más y mejor respondón, con un rod bailer en la defensa como el ministro de transportes, Oscar Puente; con un portavoz rotundo, eficiente y leal como Patxi López, con la misma Yolanda Díaz repleta de tantos datos que ningunea al más pintado, con la vicepresidenta cuarta María Jesús Montero, la que le dijo a Pablo Casado que el milagro económico del que alardeaba el PP estaba todo en la cárcel o, su mano derecha en la economía del país, Nadia Calviño, presentando a España como el país europeo, entre las grandes economías, que más crece. Todo esto lo sabe Feijóo y, pone en guardia a cualquiera.
Y, mientras comenzamos a conocer el perfil político de los nuevos ministros, Santiago Abascal se fue a Estrasburgo a avisarles a los eurodiputados que Sánchez acababa de dar un golpe de Estado, regresó y montó una huelga general en contra de la amnistía, que dado al apoyo encontrado, el 0,1% de los convocados, debería despedir a su consejero y, José María Aznar escribía en el Wall Street Journal: «Dada la derogación de facto de la Constitución, España está al borde del colapso constitucional», asegurando que el país «cuenta con una sociedad civil organizada… y la voluntad de no dejarse llevar por el impulso de destruir la libertad». Parece que la bronca no estará en la coalición sino en la oposición.
Con la amnistía ni Sánchez está cómodo, ya lo dijo cuando señaló aquello de hacer de la necesidad virtud, un reconocimiento de su mensaje contradictorio sobre esta ley. Nadie quiere gobernar rodeado de problemas, pero, como hemos dicho en otro artículo, esta decisión política la aprovechará la derecha el día que le toque gobernar porque los independentistas ya están bien avenidos. El resto es cuestión de puro resultado electoral.
Sánchez sabe que gobernar con socios de la derecha e izquierda supone lidiar con muchos vericuetos y, le impide tener una estrategia clara, pero está convencido de poder manejar esos desafíos, por ello insiste en el trabajo en bloque y, en la unidad de equipo, aunque algunos socialistas como Alfonso Guerra, Felipe González o, García Page, no se cansen de meter el dedo en el ojo.
En su irritación reniegan de las negociaciones que Sánchez logró, evitando nuevas elecciones, como quería Feijóo, repitiendo que si está Junts Per Cataluña de por medio, no hay progresismo, como también decía el gallego. ¡Que coincidencia!
Guerra, González y García, han menospreciado que se haya evitado la entrada de la ultraderecha en un gobierno español, dando paso libre a la tesis de Feijóo, eso de hacer elecciones hasta que ganen. Un argumento que, como lo de Perón, se antoja inapropiado para alguien que pretenda llevar los destinos de la cuarta economía más grande de Europa y la 15 del mundo.