(18 de junio del 2024. El Venezolano).- El documental La prisión de mi padre, dirigido por Iván Andrés Simonovis Pertíñez, muestra al comisario Iván Simonovis en distintas facetas de su vida, desde el hombre de familia que suele tener un consejo sabio para sus hijos, pasando por el policía que dirigió de manera exitosa el rescate de una mujer durante el famosísimo secuestro de Cúa de 1998, en el que terminó muerto el delincuente Héctor Duarte, hasta el preso político condenado a 30 años de cárcel tras ser acusado por el gobierno de Hugo Chávez de la violencia en Puente Llaguno el 11 de abril de 2002.
Presentado en competencia en el vigésimo Festival del Cine Venezolano, que se realiza en Margarita por primera vez, el largometraje es también un ejercicio de memoria, a través de la vida de Simonovis y su familia, que recuerda momentos como el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, año en que nació el director del filme e hijo del comisario, la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 o la fuga en 2019 del exjefe de la Brigada de Acciones Especiales del Cicpc.
El centro de la narración se encuentra en la prisión domicilaria de Simonovis, que se acordó en el año 2014 debido a problemas de salud. En ese espacio íntimo se puede ver al comisario hacer actividades rutinarias como revisar un tanque de agua o siendo entrevistado por su hijo sobre temas como su tiempo en prisión.
En varias de esas conversaciones entre padre e hijo el comisario cuenta cómo se violaron sus derechos humanos cuando estaba recluido: durante 15 años, según calculó, solo le permitieron recibir luz solar durante 33 días. «Vivía en un pasillo de 35 metros de largo y un metro y medio de ancho. Mis necesidades las hacía ahí, la comida me la ponían en la puerta, no podía cepillarme o bañarme. Eso es algo que te deteriora mentalmente», explica Simonovis en el documental, en un momento en el que, de manera simbólica, se le ve sentarse en medio de un cuadrado que ilustra cómo fue su reclusión.
La historia, aunque tiene como voz principal al comisario, también cuenta con Bony Pertíñez como protagonista, abogada, esposa del policía y madre del director del filme, quien asegura durante una conversación con su hijo que en el juicio no se pudo probar si Simonovis ordenó disparar durante los acontecimientos en Puente Llaguno o si las armas en manos de los funcionarios bajo su mando fueron usadas para disparar a la población.
«Tú (Simonovis Pertíñez) me preguntaste de qué sirvió haber asistido al juicio y haberme separado de mi familia por tres años. Si Iván no hubiera tenido defensa, igual lo hubiesen condenado a 30 años. Lo positivo de esto es documentar la injusticia», dice la abogada en el largometraje.
El director explicó que realizar el documental para él fue una necesidad tanto por la importancia del tema en el país como por la manera en que afectó a su familia. «Fue un proceso bastante complejo. Me tomó nueve años realizarlo. Tuve que enfrentarme al trauma y las heridas de frente», expresó Simonovis Pertíñez, que actualmente está trabajando en un documental sobre su abuela, que migró a Venezuela en los años 70.
Señaló que la estructura del documental, que contiene imágenes de archivo e inéditas, ademas de las entrevistas con Simonovis y Pertíñez, busca que la historia central sea el arresto domiciliario y que a partir de ahí se narren otros acontecimientos del país.
«Es difícil para cualquier persona enfrentarse a estos eventos. Es desafiante. Quizás es algo que nos podría ayudar a entender mejor, y quizá, en un futuro, a sanar las heridas», dijo.
Al finalizar el documental, en la pantalla en negro aparecen los nombres de todos los presos políticos del país, tantos que la lista no se puede quedar en una sola impresión. También recordaron los nombres de los fallecidos en custodia. «Es un llamado de atención. Es como un mural o protesta para que sean recordados. La persona que vea la película se verá enfrentada a esa imagen tan grande».
Simonovis Pertíñez consideró que en el país falta mucho por hacer para que mejore. No es muy optimista sobre su futuro y, más que un país desarrollado, le gustaría que fuera un lugar donde todos tengan su espacio. «No todos los venezolanos podemos participar en la construcción. La mayoría, hoy día, lamentablemente participan de lo contrario, el saqueo», lamentó, reseñó El Nacional.