La relación del presidente Gustavo Petro con Estados Unidos se ha convertido en un laberinto lleno de contradicciones y torpezas.
En menos de un año, su gobierno ha pasado de presentarse como socio estratégico de Washington a ser objeto de dos duros reveses: la descertificación en la lucha contra el narcotráfico y la revocatoria de la visa estadounidense al propio presidente. Dos señales claras que, más allá de la retórica, reflejan el deterioro acelerado de una relación histórica que hoy es opaca, hostil, tensa y peligrosa.
Desde el inicio de su mandato, Petro ha insistido en replantear la relación con Estados Unidos sobre nuevas bases, priorizando el medioambiente, la «paz total¨ y un enfoque “alternativo” en la lucha antidrogas. Sin embargo, el tono ha estado más marcado por la confrontación discursiva que por la construcción de una agenda común.
Sus ataques verbales contra la “guerra fallida contra las drogas” o su cercanía con regímenes siniestros y criminales como el de Maduro en Venezuela han dejado dudas sobre sus posiciones y valores democráticos.
LA DESCERTIFICACIÓN
La decisión de Washington de descertificar a Colombia en la lucha contra el narcotráfico no tomó por sorpresa a nadie. El aumento de los cultivos ilícitos, la disminución en las erradicaciones y la falta de resultados palpables en reducción de la oferta de cocaína habían encendido las alarmas desde hace meses.
Petro optó por responder con acusaciones y retórica soberanista, en lugar de asumir la descertificación como una llamada de atención para replantear la política interna en la lucha contra el narcotráfico que tanta violencia y caos genera en Colombia.
Más grave aún es la reciente noticia de la revocatoria de la visa estadounidense. No se trata de un hecho menor ni de un tecnicismo consular: es un gesto diplomático con enorme carga simbólica. Un jefe de Estado cuya relación con la principal potencia del hemisferio se encuentra en entredicho, genera incertidumbre para los colombianos que mantienen vínculos económicos y sociales con ese país.
Hoy trascendió que posiblemente EE. UU. nuevamente suspenda las citas de visa para los colombianos, un escenario que en nada contribuye con “la paz total” que el mismo promueve. Por su postura errática e impulsiva, hoy los colombianos terminan pagando el costo de una política exterior contradictoria que debilita la relación con el principal aliado estratégico y genera incertidumbre en miles de familias, estudiantes y empresarios que dependen de ese vínculo con Estados Unidos.
Petro insiste en plantear un liderazgo global desde la orilla del Sur Global, pero al mismo tiempo enfrenta las consecuencias de desgastar la relación con el socio más importante de Colombia. La descertificación y la revocatoria de la visa no son simples episodios, sino síntomas de una política exterior errática que amenaza con dejar al país en una peligrosa soledad diplomática y peor aún acompañado de la Venezuela criminal de Maduro.