(19 de septiembre del 2020. El Venezolano).- Movamos el reloj un año y medio hacia el pasado. Venezuela se encontraba en una crisis profunda, pero la Asamblea Nacional, tomó en sus manos la responsabilidad de encauzar al país en medio de la crisis. Fue su primera medida nombrar un presidente provisional mientras se convocaban a elecciones libres. El nombramiento, de acuerdo a la Constitución, cayó sobre Juan Guaidó que era el presidente de dicha Asamblea.
La medida fue recibida con gran entusiasmo por la oposición, que era el 80% de la población.
Los paises del mundo libre reconocieron a Guaidó como el Presidente Legítimo de Venezuela.
De inmediato el recién nombrado Presidente comenzó una campaña interna para afianzar su liderazgo y para establecer un programa de acción reflejado en tres conceptos: Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.
Dos meses después, desde una asamblea de ciudadanos en el estado Carabobo convocó a los venezolanos a impulsar la “Operación Libertad” que consistía en estar “todo el tiempo en todas las calles, con la convocatoria de una huelga nacional, el reingreso de la ayuda humanitaria y el rescate del Palacio Presidencial¨.
Hasta ese momento todo pintaba bien. Pero sucedió que el gobierno de Donald Trump quiso tomar protagonismo electoral entre los cubanos americanos y los pocos venezolanos que tenían el derecho al voto en el sur de la Florida a fin de garantizar en ese estado la reelección de Trump. Así lo indica John Bolton en su libro “El cuarto donde todo pasó”. Bolton era el encargado de definir la política sobre Venezuela. El dicho libro ha dicho que Trump hubiera preferido entenderse con Maduro, dada su afinidad hacia los dictadores, pero que el argumento de la reelección lo convenció de apoyar a Guaidó, al cuál había calificado de “débil”.
El Gobierno Americano comenzó a comandar la ofensiva internacional en apoyo a Guaido y, en tres momentos distintos, se concretaron tres eventos con el gobierno legítimo en territorio de Venezuela que pudieron ser el inicio del camino a la democracia. Primero fue gran movilización en la frontera con Colombia para hacer que la ayuda humanitaria, que en Cúcuta habían concentrado las agencias internacionales, entrara a territorio venezolano. Eso nunca ocurrió. La manifestación multitudinaria de la oposición sucedió en la parte de Colombia, pero en la parte venezolana se movilizaron los chavistas que impidieron la entrada de la ayuda.
Después vino una conspiración con elementos chavistas del más alto nivel (el jefe de la Inteligencia militar, el ministro de la Defensa, y el presidente del Tribunal Supremo). Que motivaría un reconocimiento del Presidente de la Asamblea y un apoyo del estamento militar. Pero solamente uno de los conjurados cumplió y todo terminó como un gran fracaso.
La tercera prueba, esta vez por la vía armada, se circunscribió a la invasión de dos mercenarios americanos y de varios ex soldados venezolanos. Esta operación fue infiltrada por el chavismo y terminó con muertos, presos y un gran escándalo internacional. Todo esto sin conocimiento de otros miembros de la oposición. En algunos casos con desconocimiento de miembros de la Asamblea o del gobierno de Guaidó. Pero con perfecto conocimiento del gobierno de Trump.
Evidentemente que a una personalidad como Trump, que define a un héroe como John McCaine como un fracasado, porque fue hecho prisionero en la guerra de Vietnam; y que trata a los muerto en las guerras como “perdedores” o “tontos” no debe caerle bien un aliado circunstancial que, en vez de éxitos, aporta fracasos, muertos y presos. Esto ha producido un cambio en las relaciones Guidó-Trump y el poder que una vez tenía Guaidó, se vino al suelo. Ni siquiera Trump ha concedido el Estatus Temporal a los venezolanos en USA. Esto lo vieron las otras personalidades de la oposición o del exilio y pensaron llegada su hora. Comenzaron las manifestaciones de disidencia a todos los niveles y la desunión ha imperado. Para las inminentes elecciones de la Asamblea Nacional, que es el único órgano legítimo que le queda al mundo no chavista, nadie sabe que hacer, ni como llegar a una unidad de acción que ganaría cualquier consulta electoral. No hay, ni se ha logrado diseñar, una estrategia única, simple y conocida por todo el mundo.
Trump, en su afán por ganar los votos del estado de la Florida ha politiqueado con nosotros, nos ha estafado y, para colmo de males, nos ha dejado más desunidos que nunca.