(14 de noviembre del 2020. El Venezolano).- Quizás la economía sea insuficiente para explicar la tragedia que nos atenaza. No es sólo cuestión de déficit y de brechas. La sociedad venezolana necesita repensar muchas cosas. Desde las estructuras del Estado hasta el papel que juega la población. Parece que la condición de ciudadanía no es innata, hay que ganársela.
A través de una entrevista por Prodavinci, destaca que la única manera de que la democracia prospere es creando una institucionalidad que medie para procesar los conflictos —todos de índole política— que caracterizan la relación entre partidos políticos y sociedad civil y entre partidos políticos y el Estado.
Esto es sólo uno de los elementos de la tesis que sostiene Humberto García Larralde* en su reciente libro La devastación de Venezuela. Razones y tragedias de un populismo redentor, cuyo prólogo escribe Moisés Naím. “Con sus argumentos —dice Naím—, el autor no sólo pretende evaluar al chavismo con equilibrio y rigor intelectual, sino también identificar las lecciones que se derivan del trágico experimento venezolano”. Como no se trata de buscar culpables o alentar una cacería de brujas, “García Larralde necesita el oído de los chavistas, así que su argumento central no puede ser tanto insistir en la responsabilidad del chavismo en la catástrofe nacional, como explicar cómo sus males son una consecuencia directa de profundos factores históricos anteriores a la revolución bolivariana liderada por Hugo Chávez”. El libro, además, es útil para contener el simplismo con que se tacha y descalifica a quienes piensan distinto.
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