(27 de octubre del 2019. El Venezolano).- En los años 90, mucho antes de llegar a la Presidencia de Bolivia, Evo Morales ya fungía como el líder máximo y vitalicio de los sindicatos cocaleros del trópico y aún hoy en su segundo período como mandatario, sigue defendiendo con ímpetu y violencia la coca ilegal, que es la sustancia prohibida y controlada como materia prima indispensable del narcotráfico.
Su partido político, el Movimiento al Socialismo (MAS), una organización proveniente de la derechista Falange Socialista Boliviana (FSB), se convirtió en el instrumento político de los cocaleros.
Morales llegó a diputado nacional cocalero apoyado por la dictadura cubana de Fidel Castro, el dictador Mohamed Gadafi de Libia y el militarista presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, a quien siempre consideró su mentor.
Con ese respaldo estratégico, logística, aportes militares y dinero, Evo Morales conspiró y ejecutó el derrocamiento del Presidente Sánchez de Lozada en 2003 gracias a la intervención extranjera y para encubrir sus crímenes se convirtió en acusador de sus víctimas a quienes persigue hasta ahora.
Llegó al poder en Bolivia en el 2006, pero aún se mantiene como líder de los cocaleros, su principal fuerza política. Morales se ha presentado como el primer indígena en la presidencia de Bolivia cuando en realidad es el “primer cocalero presidente”.
En Bolivia gobierna el circuito de producción de cocaína. Los cocaleros son los señores del poder político y su jefe, Evo Morales, el jefe del estado.
Para gobernar más de 10 años, Morales ha liquidado la República, suplantado la Constitución política y creado el estado plurinacional de Bolivia como parte del socialismo del siglo 21 que tomó como proyecto prestado de Hugo Chávez.
Bolivia está ubicada actualmente en el corazón de la producción y comercio de narcóticos de Suramérica y América Latina.
Fuentes de InSight Crime afirman que el análisis químico de la cocaína incautada en Estados Unidos demuestra que sólo el 5% de lo que llega al mayor mercado de consumidores de drogas proviene de Bolivia, casi en los mismos niveles de Perú, pero ambos apartados de Colombia, sin embargo son los tres países considerados como los mayores productores de cocaína del mundo.
Pero Bolivia está muy cerca del que actualmente es el segundo mayor consumidor de drogas ilegales del planeta como es Brasil, seguido de Argentina que está experimentando un aumento en el consumo interno de drogas.
Hoy Bolivia se encuentra literalmente en el corazón del comercio de narcóticos ilegales de Suramérica. Si a esto le sumamos el hecho de que Bolivia siembra y produce su propia cocaína, encontramos que existe una diversidad de oportunidades criminales.
Actualmente no hay presencia de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), y desde mediados de 2013 la Oficina para Asuntos Narcóticos Internacionales y Aplicación de la Ley (INL, por sus siglas en inglés) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) han salido del país andino.
Si bien Bolivia ahora recibe apoyo antinarcóticos de la Unión Europea y Brasil, ninguno de ellos cuenta con la experiencia, los recursos o los datos para comenzar a llenar el vacío en inteligencia estratégica que antes era suministrada por Estados Unidos.
Un informe de la DEA señaló en el 2015 1ue el desafío de Bolivia radicaba en fortalecer sus instituciones y su capacidad policial para poder oponer suficiente resistencia al crimen organizado transnacional , COT, para que así éste se viera obligado a establecer sus operaciones en algún otro lugar. Sin embargo, jamás ocurrió tal cambio radical en la estrategia de Morales, que esté acompañado de una gran inversión en recursos gracias al lavado y el narcotráfico.
Los cuerpos de seguridad bolivianos no cuentan con capacidad de inteligencia sobre el crimen organizado, COT. Para el coronel retirado de la policía Rolando Fernández Medina, la oportunidad clave se presentó con la salida de los últimos agentes de la DEA de Bolivia, expulsados por el presidente Morales en 2009. Esto terminó con tres décadas de presencia de la DEA en Bolivia. Con la salida de la DEA se fue toda la inteligencia estratégica sobre el COT, además de la mayor parte de la capacidad de recolección de inteligencia dentro de Bolivia.
El COT ya es parte del poder en Bolivia, y entre más raíces logre echar con un nuevo período ilegítimo pero impositivo de Morales, más probabilidades tendrá de lograr penetrar las instituciones del Estado como ocurrió en Venezuela. Ya existe evidencia de que esto está sucediendo en Santa Cruz, tanto en la ciudad como en el departamento. La ciudad está creciendo rápidamente y se está convirtiendo en una metrópolis más grande y sofisticada, con cerca de un millón y medio de habitantes. Santa Cruz está desarrollando hoteles de alta calidad, restaurantes, vida nocturna y apartamentos de lujo, elementos que los grandes narcotraficantes encuentran atractivos en una base de operaciones.
Aunque los grandes narcotraficantes todavía prefieren residir en Buenos Aires, sobre todo los colombianos, Santa Cruz está en pleno auge. Esto podría cambiar la posición actual de la ciudad como epicentro para la negociación de la compra y el transporte de alijos de droga, y convertirse en un atractivo lugar de residencia. En caso de que los grandes narcotraficantes comiencen a vivir allí, esto no sólo acelerará el proceso de corrupción de las instituciones policiales y judiciales, sino que muy probablemente ellos también buscarán influenciar la arena política.
Hay que recordar que los mexicanos comenzaron en el negocio de la cocaína como transportadores de los colombianos y hoy dominan el mercado de cocaína en Estados Unidos. Cuanto más tiempo Bolivia siga actuando como país de producción y transbordo de drogas, mayor será la probabilidad de que los grupos del crimen organizado bolivianos evolucionen en organizaciones transnacionales sofisticadas fracias a la asociación con el sindicato del crimen que lidera el castrochavismo desde Venezuela y que ha comenzado por desestabilizar y debilitar los gobiernos democráticos en América Latina.
Como en la Venezuela de Maduro, Morales tiene presos y exiliados políticos, se burla de la oposición y se ufana de tener impunidad. Igualmente desapareció la democracia pero mantiene una economía mucho más fuerte. Su lucha declarada “a soto voce” desde el poder siempre ha sido legalizar la coca, borrarla de la lista de sustancias controladas y prohibidas.
El coronel boliviano Germán Cardona, quien pidió asilo en España en el 2015 alegando persecución de Morales, pero posteriormente decidió pedir perdón públicamente a Morales en un acto de humillación bochornosa para poder encontrarse con su familia, había acusado en un informe a los gobiernos de Bolivia y Venezuela de trabajar como socios de una red de narcotráfico con nexos en Europa, según publicó la revista brasileña de investigación Veja.
Según Cardona el presidente Hugo Chávez, su entonces canciller, Nicolás Maduro y el presidente de Bolivia, Evo Morales, bajo el manto de una entidad ficticia denominada Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), con asesoría de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Luis Alegre y Juan Carlos Monedero, planificaron y financiaron una red de narcotráfico a través de una organización política que les sirviera como puerta de entrada de la cocaína boliviana a Europa vía Venezuela.
El semanario Veja mostró fotos con partes del informe de 34 páginas titulado “Ultra Secreto” y entregado antes de su partida al comandante del Ejército de Bolivia, general José Luis Bengazo.
(* 16 Revista Veja) http://veja.abril.com.br/mundo/militar-boliviano-diz-que-podemos-seria-braco-do-trafico-venezuelano/
En el informe publicado por Veja se establece una ruta que establece la salida de la cocaína boliviana por el Aeropuerto Internacional de Chimoré, en Bolivia hacia Maiquetía en Venezuela en aviones militares, que según Cardona, “por ser oficiales de un Estado no pueden ser interceptados en el espacio aéreo internacional”.
Veja añadió que los aviones Hércules C-130 viajan a Bolivia con armamento militar y retorna a Venezuela con cocaína con destino directo a Europa, “sin usar los puentes de Irán, Libia y Grecia”.
Según el documento Morales mantiene fuertes vínculos y asociaciones con una ruta directa abierta al narcotráfico internacional que lleva su producto a Europa, Asia e incluso a países vinculados al terrorismo islámico.