(15 de noviembre del 2020. El Venezolano).- “El dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hacen resonar el llamado a repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia”. Papa Francisco
El mundo está en ebullición, no sólo por la furia de las fuerzas de la naturaleza en acción que parecen no conocer otra forma de cambiar las cosas que destruyéndolas primero para que los hombres las reconstruyan después. Desde el plano espiritual el mundo se observa convulso también. Existe una gran insatisfacción con lo que tenemos y la forma de organizarnos y de movernos, por lo que, nos proponemos cambiarlo todo no importa cómo.
Obviamente desde perspectivas muy diferentes la lucha por el poder planetario absoluto continúa. Los afanes de supremacía están en juego, tanto entre las naciones como entre los líderes mundiales. Estamos, sin darnos cuenta, de manera imperceptible, en un proceso de transición, en plena lucha por la dominación material desde el poder, sin importar la pérdida de valores y de principios.
Otros lo hacen por la dominación del conocimiento, sin ética y sin límites, en franco desafío al Dios supremo. Las batallas que se libran están en plena efervescencia entre el mundo occidental y su cultura y el mundo oriental y la suya, pero también entre las fuerzas del mal y del bien, al extremo que han hecho que el Papa Francisco, líder espiritual de la iglesia cristiana se pregunte: ¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad?, y el mismo responde que éstos términos “han sido manoseados y desfigurados para utilizarlos como instrumentos de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción”. . . . por lo que “ un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio”. Sin embargo, propone que . . . “Tenemos que volver a llevar a la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos. . . .”
La lucha por el poder material se escenifica entre los E.E.U.U y China y en menor medida Rusia y los países que se desempeñan con sus andanzas comunistas cargadas de odio y miseria. Por eso son importantes las definiciones alrededor del liderazgo de la primera potencia mundial. No se trata de tratarlo con el simplismo de establecer una relación de sumisión y dominación, sino de cooperación para la construcción de un sistema, de una organización social que “vuelva a llevar a la dignidad humana al centro”, y el comunismo no lo es.
De allí la importancia de que prevalezcan los principios de la democracia y de la libertad en las elecciones norteamericanas. Los candidatos son circunstanciales, la democracia con todas sus imperfecciones, es garantía de vivir en libertad y con dignidad en este largo período de transición de la humanidad hasta que se logre un sistema más justo, más digno, más humano.